Un reporte de esa dependencia elaborado cuando la cifra de connacionales muertos por coronavirus en ese país iba por 143 da cuenta que, de este total, 31 tenían de 21 a 40 años, el 21.09%, cuando en Guatemala, según datos parciales del Ministerio de Salud, el porcentaje de fallecimientos en ese grupo etario es del 8.86%.
En Guatemala los fallecidos se concentran entre contagiados de más de 61 años puesto que representan el 48.65% del total de decesos. En EE. UU. las víctimas mortales arriba de esa edad son el 21.77%.
El informe también refleja que del total de muertes, el 85% eran hombres. La mayoría de los decesos se han producido en las ciudades de Nueva York; Silver Spring, Maryland; Chicago, Illinois; y Houston, Texas.
Optan por curarse en casa
Aunque puede haber varias causas que expliquen estos números, líderes migrantes en EE. UU. coinciden en que los guatemaltecos por lo regular prefieren no acudir a los servicios de salud, sino hasta cuando ya están graves, una práctica que, al parecer, también sucede en Guatemala, puesto que lo ha señalado el propio presidente Alejandro Giammattei.
“La gente que está falleciendo es aquella que le da miedo o pena pedir ayuda a los hospitales”, afirma Mónica del Cid, una guatemalteca que tiene 17 años de ser líder comunitaria en Carolina del Norte.
Del Cid cuenta que los servicios de salud del Gobierno sí atienden a los migrantes, aunque no tengan estatus legal, pero que muchos “se tratan de curar con eucalipto y manzanilla” en sus casas. El temor por solicitar ayuda médica, en más de una ocasión ha derivado en la muerte.
En otros casos, muchos de estos migrantes son indocumentados y persiste en ellos una sensación de que acudir a un hospital y brindar sus datos puede ponerlos en evidencia ante el servicio de Inmigración y Aduanas de EE. UU. y eventualmente ser deportados.
En ese sentido, el reporte de la Cancillería detalla que, del total de decesos, solo el 25% tenía un estatus regular.
Quizás reprimidos por ese miedo los connacionales no se animan a solicitar atención médica, pese a que tienen derecho de hacerlo, considera Sergio Morales, presidente de la Asociación Guatemalteca Americana. Esto, afirma, podría incidir en la muerte de muchos ellos quienes piden ayuda hasta cuando ya están graves.
“Recuerde que la gente tiene mucha desconfianza y piensan que les van a tomar datos, pero no es así, aquí la gente tiene derecho a los hospitales, aunque no tenga papeles”, enfatiza Morales, aunque lamenta que los guatemaltecos no están conscientes de esta situación.
Salud es cara
Otro factor que suma al desconcierto de los guatemaltecos en EE. UU. es que un tratamiento puede ser muy costoso y la mayoría carece de seguro médico; además, en estados que no son amigables con los migrantes estos no confían en que serán atendidos, pese a que el presidente de EE. UU., Donald Trump, ha dicho que cualquier persona puede pedir ayuda a un hospital, tenga estatus legal o no.
No obstante, Morales reconoce que para recibir atención médica el migrante deben estar muy mal de salud. En otras palabras, el no contar con seguro siempre será un factor que incida en el trato hacia una persona.
Del Cid reconoce que los migrantes también sienten temor por el tamaño de las cuentas hospitalarias que pueden llegar a “miles de miles” de dólares. Por ejemplo, recuerda, el parto de una de sus hijas le costó US$90 mil.
La dura situación en Florida
La emergencia del coronavirus es particularmente más difícil por estos días en Florida, que con más de 200 mil casos positivos poco a poco se convierte en el nuevo epicentro del virus en EE. UU. puesto que ya roza los números diarios de contagios que vivió Nueva York. Las alarmas comienzan a encenderse porque los hospitales podrían quedarse sin camas.
Según líderes migrantes que radican en ese estado, el virus ha afectado mucho a la comunidad agrícola del sur de Florida compuesta principalmente de guatemaltecos, cerca del 90%, quienes suelen vivir en pequeñas casas en grupos de hasta 15 personas.
Los connacionales en Florida tenían esperanzas de que la situación mejorara tras la primera ola de contagios de la cual habían salido más o menos librados, algunos con ahorros y otros gracias a la ayuda de grupos comunitarios.
Pero todo se vino abajo cuando los contagios subieron a un ritmo mucho más elevado que la primera oleada, probablemente a raíz de las protestas anti raciales y a que, al abrirse las playas se abarrotaron y las personas no tomaron sus medidas de precaución.
Información es urgente
Los líderes migrantes afirman que hoy más que nunca los connacionales migrantes deben conocer sus derechos, lo cual se torna difícil, sobre todo con los trabajadores agrícolas.
Por ejemplo, en Miami, la mayoría de los guatemaltecos que trabaja en la agricultura son qanjobales originarios de Huehuetenango y San Marcos que trabajan en áreas rurales recónditas lo cual no se enteran de sus mínimos derechos; además, muchos no hablan ni inglés ni español.
La limitante del idioma sumado a la forma de ser del guatemalteco probablemente es lo que hace que no pidan ayuda, no solo en los hospitales, sino también a organizaciones benéficas que por estos tiempos ofrecen alimentos y hasta el pago de sus cuentas a los migrantes que se han quedado sin trabajo debido a la pandemia.
Del Cid relata que en una ocasión una familia indígena de Carolina del Norte no sabía cómo proceder cuando uno de sus integrantes se agravó por la enfermedad, y lo único que debían hacer era marcar el 911.
“El guatemalteco no pide. Aquí hay instituciones que ayudan a los migrantes, pero la mayoría no sabe eso, y eso es lo que trato yo de hacer, porque el salvadoreño conoce todos los lugares de ayuda, pero los chapines no, prefiere no meterse en eso”, lamenta Del Cid.
Es crucial
Los connacionales coinciden en que esa inhibición que muestran los migrantes guatemaltecos en EE. UU. también les ha impedido acceder a bancos de alimentos, ahora que muchos comienzan a verse en problemas económicos y varios han sido echados de sus apartamentos y han tenido que dormir en sus vehículos.
Por tal razón es urgente que se implemente una campaña de información para dar a conocer, incluso en idiomas mayas, sobre estos derechos mínimos y sobre las oportunidades de ayuda que tiene un migrante en EE. UU., aunque tenga un estatus irregular, añaden los líderes.
“Nuestras comunidades necesitan información para que no tengan miedo de ir a los hospitales y para que llamen a los consulados si necesitan asistencia”, enfatiza Marlos González, integrante de la organización Misión Guatemala USA.
González concuerda con que las comunidades agrícolas por lo regular están muy alejadas de las ciudades, por lo cual como mínimo hay que hacerles llegar la información vital por escrito que incluso puede salvarles la vida.
“Los trabajadores agrícolas no tienen acceso a la información porque están a miles de millas de las carreteras y solo se dedican a su trabajo, ahí es donde deben trabajar los consulados y organizaciones”, señala.
Al respecto Del Cid afirma: “Aquí hay ayuda solo que tienen que avocarse a sus líderes comunitarios para que la busquen. Mucha de la gente que viene de Guatemala no sabe leer ni escribir y ni siquiera hablan español, ahí hay que ayudar”.
Morales es más crítico y lamenta que las actuales autoridades de Guatemala, según él, no se han preocupado por los migrantes.
“Yo pensé que iba a ser diferente, pero estamos viendo la misma situación que gobierno pasados que no dan prioridad a los connacionales. Los mexicanos sí atienden a su gente de manera muy diferente”, señaló.
En respuesta, la oficina de Comunicación del Minex informó que los consulados envían a las comunidades de guatemaltecos material informativo de acuerdo a su idioma maya, para lo cual elaboraron un mapa que tiene información de la cantidad de connacionales y a qué etnia pertenecen en cada estado.
El objetivo es “hacer conciencia en la población guatemalteca residente en el extranjeros, respecto a la importancia de tomar medidas sanitarias preventivas para mitigar la posibilidad de contagio por covid-19”, añadió.