Guatemala

“Papá, te separaste de mí, ¿ya no me amas?”: El emotivo reencuentro de un padre migrante con su hijo de 6 años

Un padre guatemalteco y su hijo de 6 años se reencontraron en Los Ángeles después de dos meses separados por las políticas migratorias de tolerancia cero de Donald Trump.  

Jefferson, de 6 años, mira incrédulo y confundido a su padre después de dos meses separados. (Foto: captura de Twitter)

Jefferson, de 6 años, mira incrédulo y confundido a su padre después de dos meses separados. (Foto: captura de Twitter)

“Papá, pensé que te habían matado porque te separaste de mí, ¿ya no me amas?”, le había reclamado entre llanto Jefferson, de 6 años, a su padre casi un mes después de que lograron hablar por teléfono por primera vez tras su separación en la frontera, según una publicación de Los Angeles Times. 


Dos meses más tarde, Hermelindo Che Coc se logró reencontrar el sábado último con su hijo en el Aeropuerto Internacional de Los Ángeles, como resultado de un fallo judicial que le ordena al gobierno de Donald Trump reunificar a más de tres mil niños con sus familias después de haber sido separados en las fronteras. 

“Estoy aquí, estoy aquí”, le dice Hermelindo a su hijo, quien desconcertado y con la mirada perdida apenas corresponde al emotivo abrazo de su padre. 

“Este no es el niño que les di”, dirá más tarde el guatemalteco al Times. “Jefferson era un niño alegre y juguetón y ahora pasa con la mirada perdida como si no me conociera… me dieron un hijo enfermo”, agrega. 


De hecho, el relato de líderes migrantes y oenegés en momentos de reencuentros familiares es el mismo: niños desorientados y perdidos, tal y como lo advierten organizaciones pediátricas, quienes señalan que las separaciones tendrán consecuencias psicológicas serias en los niños que los marcarán para toda su vida. 

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Hermelindo tomó la decisión de abandonar su casa, su mujer y dos de sus hijos ante el asedio de las pandillas en Guatemala para pedir asilo junto a Jefferson en Estados Unidos, pero fueron detenidos el 28 de mayo en El Paso, Texas, y separados al siguiente día. 

La angustia del padre no era para menos. Jefferson sólo hablaba queqchí, y la primera vez que conversaron por videoconferencia tenía un gran moretón en la frente ya que se había caído de la cama. 

“En el reencuentro, cuando el niño levantó la vista para encontrar a Che Coc, sus ojos estaban vacíos, perdidos. No buscó a su padre, no levantó sus pequeños brazos para abrazarlo. Estaba desconcertado, rígido e inexpresivo”, cuenta el diario. 

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Hermelindo pudo comprobar los efectos del encierro de su hijo: sus brazos, estómago y espalda estaban cubiertos de erupciones en la piel, su ojo derecho estaba amoratado, tenía tos, secreción nasal y estaba mucho más delgado que cuando los separaron. 

Che Coc lo besó entre lágrimas y lo abrazó fuerte; su odisea había terminado, y aunque ahora su futuro migratorio en EE. UU. es incierto, promete que nunca más se separarán. 

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