“Estoy aquí, estoy aquí”, le dice Hermelindo a su hijo, quien desconcertado y con la mirada perdida apenas corresponde al emotivo abrazo de su padre.
“Este no es el niño que les di”, dirá más tarde el guatemalteco al Times. “Jefferson era un niño alegre y juguetón y ahora pasa con la mirada perdida como si no me conociera… me dieron un hijo enfermo”, agrega.
De hecho, el relato de líderes migrantes y oenegés en momentos de reencuentros familiares es el mismo: niños desorientados y perdidos, tal y como lo advierten organizaciones pediátricas, quienes señalan que las separaciones tendrán consecuencias psicológicas serias en los niños que los marcarán para toda su vida.
Hermelindo tomó la decisión de abandonar su casa, su mujer y dos de sus hijos ante el asedio de las pandillas en Guatemala para pedir asilo junto a Jefferson en Estados Unidos, pero fueron detenidos el 28 de mayo en El Paso, Texas, y separados al siguiente día.
La angustia del padre no era para menos. Jefferson sólo hablaba queqchí, y la primera vez que conversaron por videoconferencia tenía un gran moretón en la frente ya que se había caído de la cama.
Tonight, Guatemalan asylum seeker Hermelindo Che Coc was reunited w/ his 6-yr-old son, Jefferson at LAX. The two were separated at the border, didn’t see each other nearly 2 months. The boy had a vacant look in his eyes. Also a cough, bruise on his eye & rashes all over his body. pic.twitter.com/231bn1wlsN
— Esmeralda Bermudez 🦅 (@LATbermudez) July 15, 2018
“En el reencuentro, cuando el niño levantó la vista para encontrar a Che Coc, sus ojos estaban vacíos, perdidos. No buscó a su padre, no levantó sus pequeños brazos para abrazarlo. Estaba desconcertado, rígido e inexpresivo”, cuenta el diario.
Hermelindo pudo comprobar los efectos del encierro de su hijo: sus brazos, estómago y espalda estaban cubiertos de erupciones en la piel, su ojo derecho estaba amoratado, tenía tos, secreción nasal y estaba mucho más delgado que cuando los separaron.
Che Coc lo besó entre lágrimas y lo abrazó fuerte; su odisea había terminado, y aunque ahora su futuro migratorio en EE. UU. es incierto, promete que nunca más se separarán.
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