Abello visitó Guatemala, y concedió una entrevista a Prensa Libre, donde reflexionó, desde la experiencia de convivir durante más de dos décadas con maestros del periodismo iberoamericano, cuál debe ser el papel de los medios de comunicación ante un mundo cambiante y una audiencia que no quiere más periodismo, sino mejor.
Hay quienes aseguran que el periodismo está en agonía, por las crisis económicas que lo azotan en todo el mundo. ¿Esto es así de dramático?
Hay una ruptura, y básicamente no hay que perder tiempo en adaptarse a las nuevas realidades, y esa adaptación pasa por un concepto fundamental que es cómo vamos a servirle a la audiencia de manera que no quiera que nos apartemos de ella y contribuya con el financiamiento del buen periodismo que está demandando.
Hay ejemplos de cómo hacerlo, pero todos pasan por un respeto fundamental al papel del periodista. El periodista es un trabajador intelectual, no es solo una pieza de una maquinaria industrial. Aun cuando hay ciertos aspectos que se pueden robotizar, el que quiera contar con el valor que un periodista da, que se llama ética, agudeza, capacidad de investigar y originalidad, pues debe valorar y respetar al periodista.
En la región también hay ataques directos a la prensa independiente desde los gobiernos. ¿Cómo entender estas prácticas?
Con los gobiernos estamos destinados a tener problemas. De los gobiernos no podemos esperar, sino exigir que cumplan la Constitución y las leyes, y los tratados de derechos humanos que dicen que la condición civilizada de los seres humanos exige un respeto a la libertad de opinión, de expresión e información.
Esa es la lucha civilizatoria, porque los gobiernos quieren acomodar la percepción de la realidad a sus intereses, y recordemos que los gobiernos solo son una fuerza que tiene a su favor el poder oficial, los recursos públicos, pero hay otras fuerzas en general. Llegó el momento de deslindarse de la adscripción de los partidos e intereses políticos. La gente reclama un periodismo de servicio a la audiencia y que sea imparcial.
El internet domina. ¿Realmente desaparecerán los periódicos de papel junto a la forma tradicional de hacer periodismo?
Ya quedó claro que el papel es apenas un aspecto secundario de esta cosa —negocio—. Que lo que cuenta es la manera como un medio, una organización empresarial, se dedicada al trabajo periodístico; logra, por un lado, mantener y cultivar sus audiencias que migran de la lectura del papel a lo digital progresivamente.
En segundo lugar, logra plantear unos modelos de negocios que reconozcan realidades. La publicidad ya no necesariamente pasa por los medios; al contrario, ha crecido la publicidad en los últimos años, —pero— la publicidad en internet, pero sabemos que es un tipo de publicidad en el cual hay unos operadores globales que se llevan buena parte de ese ingreso, como Google y Facebook.
Entonces, se trata de reconocer esos cambios, replantear el modelo de financiamiento. Nosotros, en la Fundación, hemos encontrado que cada vez más ese financiamiento tiene que depender de las propias audiencias, lo que significa que tenemos que convertirnos en indispensables para las audiencias. Si no logramos que las audiencias consideren que somos necesarios, absolutamente necesarios, pues no nos van a pagar, y si no nos pagan, llámese suscripciones, llámese sistema de socios o apoyos o donaciones, pues no va a haber recursos.
Entonces, sí hay un enorme reto al liderazgo gerencial de las organizaciones periodísticas, pero ya no se trata —de que— el papel dure mucho o poco, eso no es lo principal, lo principal es cómo nos adaptamos a una nueva manera de relacionarnos con la audiencia, de entender la organización del trabajo periodístico, pero sobre todo una nueva manera de plantear la economía y el financiamiento de los medios, y tratar de salvar y recuperar y poner en valor todo lo que representan las marcas y la trayectoria de relación de la audiencia que específicamente tiene un medio, porque tiene una tradición, tiene sus lectores y no —debe— perderlos, sino amplificarlos.
¿Cómo competir con esas nuevas audiencias hundidas en el internet?
Es un reto grande, pero claramente tenemos que dar valores agregados a la información, porque para informarnos en lo básico la información está ahí, está circulando por cualquier canal. ¿Cuál es la diferencia? Ese es el reto, el valor diferencial. Aquí en Guatemala estamos explorando una de las alternativas, que es plantear un modelo que llamamos “periodismo de soluciones”, un periodismo que es investigativo, pero que no se limita a denunciar o tratar de entender los problemas, sino a investigar caminos de solución comparativamente.
Otro punto que queda claro es que tenemos que tener presente que la gente está demandando del periodismo unos valores, unas aptitudes, y necesitamos, digamos, corresponder a esas expectativas de la sociedad y la audiencia, y el ¿qué espera del periodismo? La gente espera del periodismo rigor, cada vez más, que no se cometan errores, y cuando se cometan inmediatamente se reconozcan y se aclaren. Que haya transparencia entre las fuentes de financiamiento y las líneas editoriales. Que haya coherencia entre esos aspectos y los contenidos informativos. Que la gente sienta que se le respeta. En fin, estamos ante una audiencia mucho más exigente que hace 40, 50 o 60 años, y los millenials son muestra de esa exigencia, y sí, el reto es grande.
Creo que medios tradicionales, importantes de una capital de un país de América Latina, como es el caso de Prensa Libre, tienen una marca históricamente representativa, que está en la memoria cultural, pues es el momento de adaptar esa marca a las nuevas realidades sociales y económicas.
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García Márquez ya traía una experiencia enraizada en el periodismo tradicional. ¿Cómo ha cambiado esa visión frente a los nuevos desafíos y en la misma Fundación para mantener esa rigurosidad periodística en tiempos del internet?
García Márquez era un hombre que se anticipaba a su tiempo y que sabía que el periodismo ya estaba en problemas en el momento en que crea la Fundación, a mediados de los noventa, cuando ya estaba surgiendo internet.
A él le tocó ver cómo el internet se extendía, y se debatió sobre la manera de enfocar estas nuevas realidades. Entonces, no son temas ajenos a él. Él hizo varios énfasis a los que nos mantenemos fieles: hizo énfasis en la ética periodística y recordando que ética y técnica son inseparables, como el zumbido del moscardón. Hizo énfasis en que todo periodismo es investigativo por naturaleza. Hizo énfasis en el ideal de servicio público del periodismo. Hizo énfasis en que realmente el papel del periodismo es esclarecer la verdad en medio de un océano de mentiras. Y esas palabras, que son de 1995, se podrían repetir perfectamente en el año 2019, sobre todo cuando pensamos en las fake news —noticias falsas. García Márquez sabía que las mentiras han existido siempre, siempre hubo fake news, pero ahora tenemos un poder tecnológico para visibilizarlas, para bien y para mal. Para bien, en la medida en que las desenmascaramos, y para mal, para promoverlas y hacerlas creer como verdad.
En lo fundamental no ha cambiado —el periodismo—, pero sí ha variado. Antes, el modelo natural de la organización del trabajo periodístico lo daban los medios, ahora es mucho más flexible y plural. Al lado de los medios tradicionales también hay nuevos emprendimientos, las famosas startup —negocios emergentes— periodísticas. Vemos cómo se está extendiendo el periodismo colaborativo en redes de periodistas, hay un periodismo de autor y que hoy en día ha adquirido gran importancia la investigación de agenda propia y largo aliento. Vemos que hay un periodismo que no necesariamente es de autor, pero se hace individualmente. Ha surgido el periodismo de datos y se visualiza gráficamente y es otra estrategia el periodismo de verificación o chequeo del discurso público como otra manera de abordarlos, —ahora— sentimos el periodismo muy vivo.
Nosotros tenemos un escenario privilegiado en el premio Gabriel García Márquez y el Festival Gabo, en Medellín, y hemos encontrado muchos medios tradicionales que han sabido adaptarse a las nuevas realidades; entonces, son muchas maneras de hacer periodismo y estamos promoviendo la innovación, pero los otros aspectos se mantienen: la ética, la investigación, apego a la verdad, el servicio público, el periodismo explicativo y de análisis.
Otra cosa es que el periodismo dialoga mucho más con otros sectores, hay que juntar a periodistas, tecnología, artistas, y todos estos encuentros generan nuevas iniciativas.
Acá estamos viviendo el mejor momento de la Fundación, porque estamos descubriendo nuevas formas —de periodismo—, pero los valores se mantienen, no hemos variado ni un ápice. Ahora que lo pienso, me acuerdo de una frase de él —García Márquez— que era muy simpática: decía que era más difícil atrapar a un lector que a un conejo.
Hoy en día, la audiencia digital es como conejos corriendo, y una de las nuevas maneras de entender el trabajo periodístico es a través de las audiencias, cómo enganchar a la gente y hacerle llegar una información con mucho cuidado, pero si no hay manera de promoverlas a través de redes y otras estrategias, nunca se van a enterar. Creo que lo fundamental se ha mantenido.
“El mejor oficio del mundo”
Jaime Abello Banfi lee el fragmento de una entrevista concedida por Gabriel García Márquez poco tiempo después de haber ganado el premio Nobel, en el que anuncia su regreso al periodismo, al cual siempre calificó de “el mejor oficio del mundo”.
“Gabriel García Márquez toda la vida quiso hacer un periódico, y hay un momento muy bello, cuando dice que no quiere que se le recuerde por el premio Nobel, sino por el periódico”, dice Abello Banfi, mientras busca en su teléfono móvil el archivo donde guarda la entrevista.
“Desde que me inicié —estoy leyendo, esto es una entrevista que dio en 1982 a Darío Arizmendi— como reportero, con una terquedad enfermiza, he soñado con hacer un periódico. Cuando llegué a México —en ese momento era un exilio—, advertí que el ahora podría estar próximo, y debía aprovechar mi exilio para darle rienda suelta a la idea. Entonces —encontró el modelo del diario El Mundo, de Medellín—, me gustaba su aire, su amplitud. Vi que en sus páginas había búsqueda, creatividad, originalidad. Deduje que era un periódico de gente joven, con empresarios nuevos y mentalidad progresista y actualizada que merecía mayor dimensión y éxito nacional. Puede que les interese una propuesta de García Márquez, pensé.
Entonces, el entrevistador le pregunta: Gabo, excusame mi impertinencia. ¿Insistes en cambiar todo lo que tienes por irte a joder en un periódico? Él le contesta: Entonces, ¿qué quieres? Que me convierta en un viejito de pantuflas y me encierre en un cuarto para que no se me escape el aroma de la fama. No, voy a regresar a Colombia a trabajar y estudiar la fecha de salida. Quiero vivir, y donde más se vive es en la redacción de un diario. Quiero volver a empezar, trabajar sin sabelotodos de 45 años, con muchachos sin vicios, que no destilen hiel permanentemente. No quiero que se me recuerde por Cien años de soledad, ni por el premio Nobel, sino por el periódico. Nací periodista, y hoy me siento más reportero que nunca. Además, quiero que hagamos el mejor diario de América Latina, el mejor informado, el más veraz, el más exacto, que nunca nos rectifiquen”.
Abello Banfi detiene la lectura y agrega: “Esos son los valores que la Fundación promueve. Son los valores que sirven tanto para la internet como para el papel; es decir, hacer un periódico exacto, veraz, que explique, que tenga credibilidad, que cuente historias, que enganche a su público”.
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