En las elecciones del 2003, su aura se había desvanecido a la sombra de los escándalos de corrupción del gobierno eferregista, entre ellos el desfalco de Q100 millones al Crédito Hipotecario Nacional, el saqueo de Q350 millones del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social y el dudoso rescate de los llamados “bancos gemelos”, en el cual el Estado perdió Q1 mil 200 millones.
Historia
“Todos los sectores populares del país me han ofrecido su apoyo… y por eso se paralizará el país si no se respeta mi triunfo”, dijo el 6 de marzo de 1974 el candidato presidencial por la izquierdista Democracia Cristiana Guatemalteca (DCG), Ríos Montt, tras el anuncio oficial de que su rival, el general Kjell Laugerud García, había ganado con 187 mil 595 votos, contra sus 168 mil 926.
“Tenemos 295 mil votos certificados por los presidentes de las mesas”, reclamaba Ríos, quien al final claudicó en sus reclamos y aceptó un cargo diplomático en España.
Curiosamente, el tono de aquella advertencia se parecería mucho a otra, formulada 19 años después, el 21 de julio del 2003, cuando estaba por dilucidarse si podía participar como candidato, debido a una prohibición constitucional.
“Con mucha pena, queremos argumentar que va a haber momentos en que probablemente se salgan de control del comité ejecutivo general algunas acciones de nuestros simpatizantes”, expresó Ríos Montt aquella noche, en un mensaje que fue televisado.
Mito político
Ríos Montt (Huehuetenango, 16 de junio de 1926) ingresó a los 20 años en la Escuela Politécnica, donde formó parte de la promoción 47. Su ascendente carrera le ganó un perfil público prominente.
La noche del 12 de septiembre de 1973, la dirigencia de la DCG anunció que Ríos Montt era su candidato.
Lo vemos “capaz, junto con nosotros, de realizar esos cambios que necesita el país”, manifestó René de León Schlotter, candidato inicial del partido.
En la contienda, el oficialismo acusó a Ríos Montt de “comunista”, señalamiento que lo fortaleció.
Dos días después de las elecciones del 3 de marzo de 1974 se anunciaron los resultados. Ríos Montt reclamó, pero al final se fue a España, de donde regresó en 1976, invitado a la inauguración de la nueva Escuela Politécnica, en San Juan Sacatepéquez.
Su nombre volvió a sonar el 23 de marzo de 1982, cuando un golpe militar derrocó al gobierno de Romeo Lucas García. Ríos Montt presidió la junta militar que tomó el poder, aunque tres meses después la disolvió y se declaró presidente.
De ese período datan las acusaciones por genocidio y crímenes contra la humanidad que en los últimos dos años lo han mantenido en tribunales, entre la condena y la amnistía.
El 8 de agosto de 1983, su ministro de Defensa, Óscar Humberto Mejía Víctores lo derrocó.
En 1985, la Constitución sentenció en el artículo 186 que no puede ser presidente “el caudillo ni los jefes de un golpe de Estado, revolución armada o movimiento similar que haya alterado el orden constitucional, ni quienes como consecuencia de tales hechos asuman la jefatura de Gobierno”.
Pero Ríos Montt reapareció en 1990. Con el Frente Republicano Guatemalteco intentó ser candidato, pero el tribunal constitucional le dijo no.
Trece años después
¿Con quién irá usted a segunda vuelta general, con Óscar Berger —candidato presidencial de la Gran Alianza Nacional, quien resultó ganador de las elecciones presidenciales en el 2003— o con Álvaro Colom —quien un período después llegó al poder con la Unidad Nacional de la Esperanza—?, le preguntó un grupo de periodistas a Ríos Montt, en la mañana de aquel 9 de noviembre.
“Con quien quede de segundo”, respondió con sorna el aspirante a la Presidencia del entonces partido oficialista.
El líder eferregista había llegado a esa elección tras un polémico fallo de una Corte de Constitucionalidad señalada de ser afín a su partido, que había llevado a la Presidencia a Alfonso Portillo en el 2000, con mayoría en el Congreso, presidido por el propio Ríos Montt.
Su posible inscripción desató polémica y fuerte oposición. La Corte Suprema de Justicia se la denegó. Todo estaba en manos de la CC.
El 21 de julio, Ríos Montt y la plana mayor de su partido anunciaron las acciones de sus “simpatizantes”, que se concretaron el 23 y 24 de julio, cuando hordas de encapuchados protestaron en varios sitios de la capital, sin ninguna intervención de la Policía.
La CC dictaminó a favor de Ríos Montt el 31 de julio, y ordenó al Tribunal Supremo Electoral (TSE) inscribirlo como candidato presidencial.
Los magistrados que le dieron el sí fueron los designados por la Presidencia, Mario Guillermo Ruiz Wong y Manuel de Jesús Flores; además del representante de la Usac, Cipriano Soto Tobar, y del Legislativo, Juan Francisco Palomo Tejeda, quien ahora es su abogado defensor en el caso por genocidio.
Puntos encontrados
Con el fallo de la CC, el TSE debía inscribir a Ríos Montt en un plazo no mayor de 12 horas. También se obligaba a rechazar sin entrar a conocer cualquier otro recurso que fuera en contra de lo ordenado por el máximo tribunal.
Consultado Palomo, indicó que no se arrepiente del fallo. “Siempre habrá personas de acuerdo o en desacuerdo. En aquel momento los magistrados interpretamos que había dos derechos constitucionales que colisionaban, uno era la no posibilidad de participación de aquellos que hubieran formado parte de un golpe de Estado, pero ese fue un artículo hecho especialmente para el general”.
Rodolfo Rohrmoser, magistrado que votó contra la inscripción del candidato del oficialismo, recuerda que en esa coyuntura “hubo muchas presiones”, incluso amenazas de muerte.
“Yo razoné mi voto en el sentido de que ese tipo de situaciones ya habían sido resueltas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanas, que le había dado la razón a la CSJ y a la CC, que en el año 90 ya habían negado la inscripción de Ríos Montt”, puntualizó.
Campaña
Ahora sí
Con el lema “Ahora sí, el general va”, en el 2003, el Frente Republicano Guatemalteco impulsó una campaña electoral a favor de Ríos Montt. La propaganda eferregista se caracterizó por su hostilidad hacia la Prensa y el discurso confrontativo.
El general, que había sido proclamado presidenciable del oficialismo el 24 de mayo, incluso antes de su inscripción, se alejó de los debates de candidatos y se dedicó a pedir el voto en mítines.
El politólogo Hans Quevedo asegura que las violentas manifestaciones planificadas para presionar la inscripción de Ríos Montt como candidato a la primera magistratura solo terminaron de desgastar su imagen y de volcar una opinión negativa hacia su participación, principalmente en el área metropolitana.
Página oscura
Jueves negro
Una semana antes de que la Corte de Constitucionalidad (CC) ordenara inscribir al general en retiro Efraín Ríos Montt, el oficialismo organizó una masiva y violenta manifestación en la capital. La madrugada del 24 de julio de ese año, centenares de eferregistas fuera de control y con el rostro cubierto tomaron las calles de la urbe.
Los inconformes portaban piedras, palos, machetes e incluso armas de fuego. La turba fue movilizada en unos 50 buses procedentes principalmente de Totonicapán, Jalapa, Jutiapa y las Verapaces.
El fallo de la CC que autorizó la inscripción de Ríos Montt como candidato en el 2003 fue posteriormente “expulsado” del ordenamiento jurídico del país, por inconstitucional.
Las negativas
Jurisprudencia
En 1974, el militar, postulado por la coalición Frente Nacional de Oposición, perdió la Presidencia en una cuestionada y fraudulenta elección. Fue Kjell Eugenio Laugerud García quien obtuvo la silla presidencial.
Ocho años más tarde, tras el derrocamiento de Romeo Lucas García, el general ocupó a la jefatura de Estado, de marzo de 1982 a agosto de 1983.
En 1989, la Corte de Constitucionalidad resolvió negativamente una opinión consultiva planteada por Ríos Montt, quien solicitaba participar en las elecciones de 1990. El expediente 212-89 se basó en el artículo 187 de la Constitución, que prohíbe la reelección a todos aquellos que ocuparon ese cargo.
Un año más tarde, la CC denegó la apelación y no le permitió ser candidato.