Política

“Lo que tiene que hacer un buen sistema es crear reglas donde se optimice, se transparente la competencia”: Mauricio Macri

El exmandatario argentino visitará el país para participar como conferencista invitado el 5 de octubre en el Enade 2023, organizado por Fundesa.

Mauricio Macri

Mauricio Macri visita el país para participar como invitado en el Enade 2023, organizado por Fundesa. (Foto Prensa Libre: Hemeroteca PL)

Las alianzas del Gobierno con el sector empresarial podrían ser el camino más rápido para el desarrollo de un país, según la perspectiva del expresidente de Argentina y empresario Mauricio Macri.

El exmandatario argentino será el invitado principal del próximo Encuentro Nacional de Empresarios (Enade), que se llevará a cabo el próximo jueves 5 de octubre y es organizado por la Fundación para el Desarrollo de Guatemala (Fundesa).

Macri, en una entrevista telefónica con Prensa Libre, expuso cuál es la importancia de alejar gobiernos populistas de Latinoamérica a través de planes sólidos, con reglas claras y certeza jurídica, una fórmula que atraerá inversiones y a su vez generará riqueza y llevará desarrollo a países como Guatemala.

También recomienda al próximo gobierno de Guatemala buscar alianzas estratégicas de la mano de capitales privados, de manera que esto permita impulsar una agenda de país en beneficio de toda la población.

Se habla de los problemas en común de América Latina. ¿Cómo ve la situación actual en este hemisferio?

Yendo de lo global a lo particular, todos estamos sufriendo problemas con el tema del cambio climático, porque lo sufren los países centrales, que tienen infraestructuras más avanzadas.

Imagínese los nuestros, que tenemos infraestructuras todavía deficitarias a la normalidad. Imagínese a estos regímenes de sequías e inundaciones, de tormentas. Se hace muy difícil, muy difícil.

Después también compartimos un problema grave, que es el avance del crimen organizado, especialmente el narcotráfico en toda la región. En algunos porque producen y exportan, en otros

porque son de paso y otros por los consumos, y eso ataca a nuestros sistemas institucionales y pone en crisis la gobernabilidad. Ahí tenemos otro problema.

Después tenemos como un problema común, raíz, y es la diferencia en la calidad institucional en nuestros países respecto de los países centrales. Y eso, obviamente, impacta en la capacidad de desarrollo que tienen nuestros países, porque pone un límite a las inversiones, un límite con la tasa de interés al tener un riesgo país más alto. Todos penalizamos tasa de interés, ni que hablar de Argentina, de este pésimo momento que supera los 2 mil puntos de riesgo país, que la excluye del mercado de financiación, con lo cual eso excluye una gran parte de las posibilidades de inversión.

Esos, los temas centrales que nos unen, es la agenda pendiente, mejorar la calidad institucional, el crimen organizado, organizarnos mejor frente al cambio climático y buscar distintas situaciones donde hay un factor común, que es una mejor integración con el mundo.

Usted incursionó en la política de una manera muy disruptiva, sin depender de los partidos tradicionales. ¿Cómo conseguir un éxito con esta fórmula y qué beneficio le trajo a su mandato hacer esa alianza que lo llevó a la Presidencia?

Como todo, tiene sus ventajas y sus desventajas. La ventaja es que llegas al poder con menos compromisos, con menos ataduras, y las desventaja es que tienes menos volumen político, menos gobernabilidad, menos capacidad de alinear masa crítica en la política. Especialmente en nuestras democracias, con congresos donde uno tiene que requerir la voluntad de diputados, senadores, para aprobar leyes que habiliten transformaciones. Entonces, nunca nada es perfecto.

Diría que lo mejor siempre es una combinación de llegar al poder con suficiente libertad para emprender una agenda de cambios y también con algún tipo de acompañamiento político para hacerlos realidad. Ninguno de los dos extremos es bueno.

“Hoy avanzan mucho los sistemas de la fragmentación y eso hace que el ejercicio del consenso sea más necesario y más complejo que nunca”

Y en cuanto a los consensos, ¿cuán fácil es alcanzarlos y cuán abierta debe ser la mente y el escenario político para las negociaciones?

Estamos en una época en el mundo donde cada vez es más difícil conseguir consenso. No solamente hablemos de nuestras democracias más frágiles, uno ve la dificultad de conseguir consensos en España, por ejemplo, con la democracia avanzada que no logra generar gobierno, que hay una tremenda división entre un lado y el otro en las visiones.

También lo ven más cerca a ustedes en Estados Unidos, donde a la democracia más poderosa del mundo cada vez le cuesta más adquirir consensos. Yo creo que el único consenso que existe hoy entre republicanos y demócratas es el tratar de ponerle un límite al avance de China en la geopolítica mundial, en todo lo demás se oponen.

Entonces, hay un tema acerca de los consensos, creo que este aparatito que hoy nos conecta —teléfono— ha generado una enorme participación, un enorme acceso a la información y permitido generar muchísimos distintos colores en la paleta de posibilidades. Entonces, hoy avanzan mucho los sistemas de la fragmentación y eso hace que el ejercicio del consenso sea más necesario y más complejo que nunca.

Aquí ganó la Presidencia un partido no tradicional que necesitará hacer alianzas y lograr consensos con otros sectores, entre ellos el empresarial, para resolver problemas puntuales del país. ¿Qué consejo le podría dar a un gobierno que tiene que platicar con todos los sectores?

No es fácil dar consejos a la distancia, pero lo que yo le diría, y que es un factor común, es que ellos mantengan un diálogo sincero con toda la comunidad.

Hoy, más que nunca, el pararse en el lugar de lo transparente, de lo auténtico, es la mayor fortaleza que puede tener un dirigente, y eso es lo que en el tiempo te hace previsible. Y una sociedad que es previsible, volvemos al principio, es intencionalmente más sólida, atrae más inversión, más desarrollo, más empleo, atrae más felicidad y mejor nivel de vida, y eso se logra cuando uno extrema su compromiso con la verdad y con la autenticidad de sus intenciones.

Creo que todos esos outsider que están ganando por todos lados, en base a partidos chicos y en el caso de ustedes, tengo entendido que él —Bernardo Arévalo— ya tenía una experiencia, estaba en el sistema, pero viene de una expresión minoritaria dentro del sistema, con lo cual él ya conoce, ya convivió, lo cual es muy distinto a cuando uno ya los conoció adentro, ya sabe quién es quién, sabe cuáles son las fortalezas y debilidades de cada uno, quiénes son confiables y quiénes son gente con la que hay que tener cuidado. Así que creo que el presidente electo tiene ese conocimiento, que es muy distinto a otros ejemplos que uno quiere dar en Latinoamérica, que eran paracaidistas absolutos.

Al tener un conocimiento del sistema, él —Arévalo— sabe en quiénes se va a poder apoyar. Además, todo el sistema se fragmentó, no es que entró por una puertita extraña… y hay uno en primera vuelta que se quedó con la mayoría del poder a nivel parlamentario. Ahí va a haber muchas diferentes minorías y creo que él —el presidente— tendrá de la mano de la gente, porque siempre lo más importante es la gente, este sistema hoy, que está mucho más plebiscitario, mucho más participativo.

Mi consejo es que sea auténtico, que vaya siempre con la verdad y que eso, apoyado por la gente, sea el primer factor vocacional para los otros a acompañar, porque lamentablemente la naturaleza humana tiende siempre ‘si no soy yo, voy a boicotear’. Entonces creo que lo que más lo va a poner en crisis va a ser que la gente quiera ir por un camino de cambio, que es otro punto a profundizar. ¿Cuánta gente vota el cambio y después duda? Porque somos seres humanos y como tales somos muy ambivalentes.

En su mandato tuvo empresarios, gerentes de alto perfil que lo acompañaron. ¿Esta experiencia de mezclar la trayectoria empresarial, el sector privado y la gestión pública se puede aprovechar en un modelo de gobierno?

No hay duda. No hay futuro si la política no se moderniza, si no incluye las herramientas del sector privado. El costo de un productor guatemalteco, hondureño, argentino o brasileño se compone del costo de lo que hace el que lo produce.

Si nosotros no tenemos Estados eficientes desde lo primero, que es que el Estado garantice la ley y garantice la institucionalidad para que seamos competitivos, a la logística, a las relaciones laborales, si cobra impuestos por servicio, que esos servicios los preste, no que la educación pública, la salud pública y la seguridad pública sea algo valorado, no como pasa por ejemplo en mi país, que no se confía en la educación pública, y de ese escaso sueldo que tienen —los argentinos— para garantizar su futuro y para sus hijos, pagan un colegio privado, y cuando uno llega a ese extremo, inviabiliza el desarrollo del país, con lo cual creo que es muy importante que esa dinámica del sector privado a la productividad y la competitividad la tenga el Estado, y la mejor manera de lograrlo es que haya muchos actores dentro del Estado que vengan de la sociedad civil, que vengan del sector privado, que vengan con esa dinámica y que conviven con otros, que abrazan la política de por vida, esta combinación de gente del sector público histórica, con gente del sector privado que va a hacer un aporte, una experiencia que además lo nutre. Porque yo que he estado en el sector privado, he estado en el deporte, he estado en la política, he vuelto al deporte y al sector privado, es una experiencia única, enriquecedora, que se la recomiendo a todos los ciudadanos latinoamericanos, de que no se pierda en algún momento estas vidas más longevas que vamos a tener, de pasar por una oficina pública y hacer su aporte a la comunidad. Eso enriquece enormemente el sistema y la verdad que la cantidad de cosas que hicimos positivas fue mucho por este aporte de aquel que viene del otro lado del mostrador y sabe lo que aquel que fue su colega necesita, porque finalmente a veces muchas veces la política se olvida que se trata de servidores públicos, no de apropiadores públicos.

“Estados Unidos es lo que es porque existió un Henry Ford, o un Jeff Bezos, o un Bill Gates”.

En esa línea, y en países como Guatemala, ¿cuán importante es apostar por la inversión para generar riqueza?

Es todo. Si no hay inversión, no hay desarrollo, no hay crecimiento, no se genera riqueza.

El Estado no es el lugar donde se genera riqueza. El Estado, bien administrado, tiene que distribuir la riqueza que recibe a partir del impuesto a las ganancias que las empresas y los individuos tienen que pagar.

Estados Unidos es lo que es porque existió un Henry Ford, o un Jeff Bezos, o un Bill Gates. Entonces, pudieron haber tenido muy buenos presidentes, que fueron importantes, pero ellos no generan riqueza, ellos generaron las condiciones para que se genere la riqueza, que es una enorme diferencia.

¿Y esas condiciones por dónde tienen que pasar? ¿Por la voluntad política, por la voluntad empresarial, por ambas, por pactos?

Hay un libro muy interesante que se llama Why Nations Fail -Por qué fracasan los países- de Daron Acemoglu y James Robinson, que tiene esta descripción prácticamente perfecta de por qué la decadencia hasta hoy de mi país —pero que vamos a recuperarnos pronto, muy pronto—, y es por qué colisionan el poder político, la justicia y los empresarios en un modelo no competitivo y aislado del resto del mundo, y eso es lo que estanca a los países. Entonces, es un compromiso de todos, de tener una Constitución abierta, que la justicia se haga respetar en toda su magnitud, empezando por los derechos de propiedad, porque en los lugares donde se discuten los derechos de propiedad no hay inversión, y si no hay inversión no hay crecimiento, no hay desarrollo. Y después, por supuesto, aceptar abrirse, integrarse al mundo, competir de manera regular, esa es la dinámica.

En Latinoamérica se ha generado mucho y en Centroamérica lo mismo, mucho empresario de pasillo de ministerio. Siempre decía en mi gobierno a los empresarios ‘que gasten la suela del zapato caminando los pasillos de sus fábricas y no los pasillos de los ministerios para conseguir la regulación que los favorece’.

Entonces, lo que tiene que hacer un buen sistema es crear reglas donde se optimice, se transparente la competencia, y ahí vamos a tener una sociedad de productos baratos y sueldos altos.

Cuando vemos en las sociedades cerradas, son sociedades de donde las cosas son caras y los salarios son bajos, y ahí estamos complicados.

Y ese camino que usted estaba describiendo, ¿es el que se debería tomar para tener salidas o soluciones integrales a la pobreza?

La única manera de reducir la pobreza es generar dinámica de inversión, y la inversión se genera con un sistema transparente de reglas competitivas.

No hay manera en los modelos populistas que han invadido, primero Latinoamérica y ahora están invadiendo el mundo, que plantea sacarle a los ricos para darle a los pobres, ahí lo que logran es que los ricos, que pueden elegir, se vayan. Y los ricos se van, se van con su inteligencia y su capital y ahí el país se queda sin inversión, se queda sin generación de empleo, y eso es muy triste.

Ya se ha probado. La peor historia que tenemos en nuestra región es Cuba. Ahí los niveles de pobreza que arrastra y la inmigración que ha tenido es grave. Le sigue Venezuela y Argentina.

Hay otros ejemplos también en Latinoamérica, en Centroamérica. Entonces queda claro que este modelo que divide a la sociedad entre buenos y malos, entre ricos y pobres, entre supuestas víctimas y victimarios, siempre del lado de atacar, sacarles a unos para darles a otros, lo único que ha traído es más pobreza.

Lo que necesita el ciudadano de a pie es oportunidades claras, un camino claro, un sendero claro, donde si él trabaja, él se capacita, va a poder progresar sin depender de la arbitrariedad de un líder autocrático, populista, que le promete un gran presente a costa de destruirles el futuro, que es lo que hemos visto en toda la región, gente que llega al poder, toma los ahorros de la sociedad, los distribuye, cuando se le acaban los ahorros viene la impresión de billetes, imprime billetes el Banco Central, viene la inflación, le echa la culpa a los supermercadistas, a los empresarios, y al tiempo muy largo colapsa, dejando a la sociedad de rodillas.

Hay que evitar este tipo de recorridos y hay que apostar siempre a empoderar al ciudadano, y uno lo empodera dando las reglas claras y libertad, y no como un Estado que lo aplasta con regulaciones y no le permite tener claridad que su trabajo vuelve a él, porque le terminan cobrando impuestos confiscatorios también a los a los pobres.

“Yo tengo una visión optimista en un mundo donde la regla es lo inesperado, la regla es el conflicto”

¿Hay esperanzas para resolver los problemas de Latinoamérica en una agenda de mediano plazo?

Claro que hay una dinámica muy interesante que estamos viviendo en esta era que yo llamo la revolución de las expectativas, una era que tiene muchas oportunidades a través de la tecnología y nos ha llenado de información y acceso a información, a capacitación en forma virtual, y generado una generación de jóvenes impacientes, pero curiosos, que se van informando cada vez más y cada vez más no se sienten atraídos por estas ideas que generan dependencia.

Yo tengo una visión optimista en un mundo donde la regla es lo inesperado, la regla es el conflicto, pero a la vez vivimos en un mundo donde amanecimos todos los días un poco mejor, porque el desarrollo tecnológico de la revolución tecnológica es tal, que hoy accedemos a bienes y servicios en condiciones mucho más económicas de lo que pasaba hace 20 años.

Eso genera oportunidades. Hoy alguien puede emprender y empezar una actividad propia con un celular. Eso no pasaba hace 20 años, hacía falta tener una fábrica, tener máquinas, tener capital.
Hoy pasan cosas e historias que ustedes tienen que mostrar, porque ese es el mejor antídoto del populismo, mostrar cómo la gente sí puede progresar con su trabajo, con su creatividad. Así que yo tengo una visión positiva dentro de un contexto de enorme inestabilidad política.

Me parece que cuanto menos poder deleguemos sobre nuestras vidas, mejor nos va a ir.

Qué mejor que nosotros mismos para decidir qué es lo que nos conviene y no tener estos señores que de golpe se puede enfrentar a la televisión cuatro horas a decirnos qué es lo que nos conviene. Yo no creo en eso, honestamente.

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