Alejado del ojo de la prensa, Hamilton llegó ayer, después del mediodía. De momento, se desconoce cuándo presentará sus cartas credenciales a Portillo. ?Esa pregunta la debe responder la Cancillería?, excusó Kay Mayfield, vocera de la Embajada de EEUU.
La lucha contra el narcotráfico, la corrupción y la impunidad parecieran ser los puntos más importantes de la agenda del diplomático, para quien este país no le es extraño, ya que participó en las negociaciones de paz.
En su currículo, Hamilton cuenta haber sido embajador estadounidense en Perú. Según los observadores, jugó un papel de primer orden en los hechos que desencadenaron en la caída del mandatario Alberto Fujimori.
Con una hoja de servicio diplomático de 32 años, el nuevo embajador dejó clara su posición en torno a Guatemala el 9 de octubre.
Ante el senado de EEUU, Hamilton expresó: ?La corrupción y el crimen organizado son problemas significativos en Guatemala?.
Cambio de rumbo
De alguna forma, tales palabras significaron un giro importante en las relaciones entre EEUU y Guatemala, luego de la partida en junio de la anterior representante, Prudence Bushnell, quien fue menos severa con el gobierno de Portillo y consideró que algunas críticas contra éste eran injustificadas.
A partir de octubre, la situación oficial estadounidense dio un viraje radical y pareció acercarse a las posiciones críticas de diversos sectores de la sociedad civil guatemalteca. Las críticas arreciaron tras las declaraciones de Hamilton ante el senado estadounidense.
Otto Reich, en ese entonces secretario de Estado adjunto para América Latina, fue directo al afirmar que la corrupción y el crimen organizado son problemas que afectan a las altas esferas del gobierno eferregista.
Lo expresado por Reich se salió de la normalidad diplomática y demostró un claro distanciamiento entre Washington y el régimen de Portillo, el cual, por intermedio del excanciller Gabriel Orellana, intentó desestimar los señalamientos y pidió pruebas de tales denuncias.
La respuesta norteamericana fue más contundente, porque el Departamento de Estado hizo suyas las declaraciones de Reich, con lo que oficializó la visión crítica hacia un gobierno guatemalteco que le es incómodo.
Luego de los señalamientos de EEUU, el Ministerio Público, MP, afirmó que investigaría a varios militares supuestamente implicados en actividades ilícitas, entre ellos el general Francisco Ortega Menaldo, cercano a Portillo.
Asimismo, el Gobierno guatemalteco constituyó una comisión que buscaría la transparencia en el uso de los fondos del Estado, la cual tomó posesión la semana pasada, a pocos días del arribo de Hamilton. Aparentemente, esas medidas pretenderían mostrar una nueva imagen ante el nuevo embajador.
Amigos distanciados
En el Gobierno guatemalteco hay posiciones encontradas en torno al distanciamiento con EEUU.
Antes de ser designado canciller, Edgar Gutiérrez reconoció que las relaciones entre ambas naciones son ?un tanto frías?, pero ?no tan distanciadas como parecen?. Estimó que la visita de Hamilton es una buena oportunidad para mejorar esos vínculos.
En cambio, Orellana fue menos directo. ?Hay amistad entre ambos gobiernos, y hablar de distanciamiento no es correcto?, enfatizó.
Agregó: ?Hemos demostrado nuestra solidaridad con el Gobierno de EEUU en su lucha contra el terrorismo y estamos seguros de que ellos nos seguirán apoyando?.
La misma actitud adoptó el Fiscal General de la República, Carlos de León Argueta, quien aseguró que hace esfuerzos para cumplir con las exigencias de EEUU.
Argueta estuvo en Washington los primeros días de noviembre, y pidió ayuda para extender la cobertura del MP.
Su visita coincidió con nuevas declaraciones de Reich, en la cuales el funcionario estadounidense elogió las acciones emprendidas por el gobierno de Portillo, entre ellas la disolución del Departamento de Operaciones Antinarcóticas y el haber iniciado proceso en contra de cinco exoficiales del Ejército.
Situación actual
A pesar de los hechos anteriores, EEUU no parece estar satisfecho. El encargado de Negocios de la Embajada estadounidense, Stephen McFarland, afirmó que Hamilton trae como objetivos básicos luchar contra el tráfico de drogas y la impunidad, y velar por el respeto de los derechos humanos.
Representantes de la sociedad civil coincidieron con el diplomático. ?La selección de Hamilton no es buena, porque puede ejercer presión para evitar que Guatemala se convierta en un país ingobernable?, manifestó Carmen Rosa de León Escribano, del Instituto de Enseñanza para el Desarrollo Sostenible.
Añadió que el diplomático llega a cumplir un papel fundamental en el combate del crimen organizado.
Para Frank La Rue, del Centro de Acción Legal de Derechos Humanos, los avances de los que habla el Gobierno guatemalteco no son suficientes.
?Existen violaciones constantes de los derechos humanos, y altos oficiales del Ejército siguen en la impunidad?, enfatizó el activista.
Desmilitarización
Otro tema candente en las relaciones EEUU-Guatemala es el involucramiento de militares en negocios ilícitos.
Reich, al igual que Hamilton, solicitó al mandatario guatemalteco el procesamiento de los militares involucrados en violación de los derechos humanos y corrupción.
Nineth Montenegro, diputada de la Alianza Nueva Nación, dijo que ve con buenos ojos las presiones de EEUU para terminar con los privilegios militares.
La parlamentaria indicó que sería importante que Hamilton pidiera a Portillo que cesen las transferencias de fondos al Estado Mayor Presidencial, institución que debería haber sido desmantelada desde 1997.
?Esperamos que la llegada del nuevo embajador cambie la posición del Ministerio de Finanzas y que el dinero que le trasladan a los militares se destine a inversión social?, puntualizó Montenegro.