Guatemala

Vendedora ambulante busca el éxito en la ciudad

Juana Velásquez, de 28, hace cinco años migró de Agucatán, Huehuetenango, a la capital en busca de trabajo. En la gran urbe  ha sobrevivido gracias a que se integró a la economía informal.

Juana Velásquez carga un maniquí para exhibir los trajes para dama que vende en la zona 1 capitalina. (Foto Prensa Libre: Edwin Pitán)

Juana Velásquez carga un maniquí para exhibir los trajes para dama que vende en la zona 1 capitalina. (Foto Prensa Libre: Edwin Pitán)

Pese a las prohibiciones de la Municipalidad de Guatemala para los vendedores ambulantes en el Centro Histórico, Velásquez cada día desafía a los agentes de la Policía Municipal para ofrecer sus productos y ganar entre Q50 y Q100.

“Empiezo a caminar desde el parque central (Plaza de la Constitución) desde las 8 horas. A veces me voy a las 17 horas, o más noche. Camino mucho. Me canso y me arriesgo por mi hijo”, relató Velásquez mientras daba de amamantar a su bebé de 1 año y 6 meses, en la 14 calle y 5a. avenida de la zona 1.

Periódicamente, en las calles y avenidas del Centro Histórico,  Velásquez ofrece trajes para dama. Sus anuncios los hace con mucha cautela para no ser descubierta por los agentes. Siempre carga a su bebé en la espalda. Con los brazos sujeta un maniquí y un maletín con prendas.

“Llevo cinco años de vender ropa en la calle. Comencé vendiendo seis blusas y logré ganar dinero para invertir más. Ha sido el único trabajo que he encontrado desde que llegué a la capital”, recuerda.

El trabajo

Velásquez puede llegar a caminar 11 horas diarias en la zona 1 capitalina ofreciendo sus productos, para llegar a ganar unos  Q75 en promedio.

“Hay días en que apenas junto Q30, pero también puedo llegar a ganar Q100. La 6a. avenida de las zona 1 ya no es tan rentable. Busco lugares como La Terminal y la 18 calle de la zona 1”, señaló.

Durante sus caminatas la mujer debe hacer paradas porque su bebé pide alimento. “Él ya come otras cosas que no sean leche, eso me ayuda porque a veces no me sale mucha. Mi bebé a veces sufre los calores o el frío por estar caminando, pero se acostumbra”.

Pero los fines de semana Velásquez se ausenta del Centro Histórico y busca otros mercados para poder ofrecer las prendas.

“Como aquí en la Sexta me andan sacando, entonces los sábados y domingos me voy a Chimaltenango, Jalapa, Jutiapa o Escuintla a vender. También hay riesgos con los policías y otros vendedores, pero hago la lucha de conseguir para la leche y los pañales del bebé”, relató.

La comerciante es madre soltera y alquila una habitación por Q500 mensual en la zona 1 capitalina. Aseguró que cada día es vital para recaudar el dinero del arrendamiento de la vivienda.

“El objetivo de vender es para la comida y el cuarto. Aquí en la capital me encuentro solo con mi bebé y si no salgo a vender no como o me pueden cechar del cuarto. Mi familia está en Aguacatán, y hace tres años que no los veo”, indicó mientras ordenaba las prendas que exhibe en el maniquí.

La otra vida

En uno de sus descansos, Velásquez se toma unos minutos para relatar más de su vida. “No crean que ando vendiendo feliz y satisfecha como me ven; tengo muchos problemas. Yo antes tuve otra vida. Soy madre de cinco niñas, pero me las arrebataron”, resaltó.

Velásquez aseguró que cuando migró a la capital lo hizo con sus cinco hijas para “encontrar un mejor futuro”. Relató que el 12 de mayo del 2015 la separaron de sus hijas,pues  luego de una jornada de trabajo regresó por la noche a su habitación y sus hijas ya no estaban.

“Me robaron a mis hijas, y fueron mis familiares. Uno de mis hermanos me criticaba porque no podía mantenerlas, pero no era cierto; aunque sea con frijoles la pasábamos, pero mis hijas estaban conmigo. Cuando se las llevaron solo me dejaron el número de teléfono y era el de mi hermano. Todo eso lo guardo tristemente en mi corazón”, manifestó entre sollozos.

La comerciante señaló que no denunció el secuestro de sus hijas por temor a ser denunciada por sus familiares. “Ellos me amenazaron y yo estaba embarazada de mi sexto hijo y temía porque también me lo quitaran, por eso callé y no denuncié”, aseguró.

Pese a la adversidad, Velásquez no descarta recuperar a sus hijas de entre 5 y 12 años. “Sé que es difícil pero seguiré trabajando aquí en la capital vendiendo ropa para mujer. Esto me sirve para mantener a mi bebé y recuperar a mis hijas. No desmayo por encontrar el éxito”, dijo esperanzada.

Velásquez es de los pocos vendedores ambulantes que aún llegan cerca del Paseo de la Sexta a vender productos, debido a la prohibición de la comuna capitalina sobre la  economía informal.

El 10 de noviembre último, comerciantes informales se enfrentaron a agentes municipales y causaron destrozos en el  la 6a. avenida. Desde ese enfrentamiento las restricciones se incrementaron para los vendedores ambulantes.

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