"Un proceso caótico", "una locura": sobrecargados de trabajo por la separación de más de 2.300 niños inmigrantes de sus padres en la frontera con México, abogados migratorios trabajan como "detectives privados" para reunirlos y denuncian la falta de planes del gobierno Trump al respecto.
Varias organizaciones que defienden en las cortes gratuitamente a menores que ingresan solos a Estados Unidos, sin papeles por la frontera sur, se confiesan desbordados por la política de separación familiar implementada por el gobierno estadounidense, y cuyo fin decretó el jueves el presidente Donald Trump.
“Estamos luchando muy duro para atender las necesidades de estos niños y ahora tenemos 2.300 niños”, además de los menores que llegan realmente solos a Estados Unidos “con necesidades tremendamente complejas”, denunció Wendy Young, presidenta de KIND, una organización que otorga ayuda legal gratuita a menores inmigrantes.
Los miles de menores de edad que llegan a Estados Unidos sin papeles cada año no tienen derecho a un defensor público. Si no encuentran ayuda legal gratuita o no pueden pagarla, deben representarse a sí mismos en los tribunales.
La situación de los niños separados de sus padres “está poniendo presión en un sistema ya presionado, y esto fue hecho de manera intencional por el gobierno”, dijo Young en una teleconferencia.
Y aseguró que el gobierno no tiene un plan para asegurarse de que las familias separadas puedan comunicarse o reunirse luego.
“Siento que mis servicios legales se han convertido en detectives privados, tratando de conectar los puntos con la poca información que tenemos, puede ser los nombres de los niños, la fecha de nacimiento (…) pero a veces los datos están incorrectos”.
Michelle Brané, directora de derechos de los inmigrantes en la Comisión de Mujeres Refugiadas, calificó la falta de planes de reunificación como una “locura” y relató las dificultades para conectar padres e hijos cuando éstos son pequeños.
A veces no saben su nombre completo, y solo son registrados con su apodo, contó, y relató el caso de una niña registrada como una menor de dos años, que usaba pañales. Hablabla quiché, una lengua maya, y nadie le comprendía.
Tras mucho trabajo, Brané halló que tenía en realidad cuatro años, no dos, su nombre era otro y su tía estaba detenida “en el mismo centro, encerrada en otra jaula”.
Alan Shapiro, médico de la Academia Estadounidense de Pediatría, dijo que ha visto en centros de detención niños con atrasos de desarrollo, que hablaban y ya no hablan, que controlaban esfínteres y ya no controlan, que están ansiosos y retraídos.
Dijo que el peor caso que vio fue el de un niño “mordiéndose el brazo, con una conducta de automutilación”, y describió las condiciones “realmente duras” con niños en jaulas, que pasan frío y con comida de pobre calidad y atención médica casi inexistente.
Trump advirtió que la “tolerancia cero” contra la inmigración ilegal continúa.
Con información de: © Agence France-Presse