Pasaron casi tres décadas. Pero Roger Zapata, un pediatra peruano, recuerda vívidamente cómo arriesgaba su vida recorriendo el país en busca de casos de polio. Zapata tiene ahora 72 años y aún trabaja como médico especializado en niños en Lima.
“Cada vez que salíamos a la carretera sentíamos temor”. “Había muchos movimientos subversivos. Colocaban los cadáveres a la orilla de la carretera, los apilaban y les ponían estacas y un cartelito que decía que los habían matado por soplones”.
Él es el doctor que aparece en una célebre foto llevando de la mano a un niño, Luis Fermín Tenorio Cortez, que camina con grandes dificultades.
La imagen, en la que también aparece la abuela adoptiva del niño, fue tomada en 1991 en Pichanaki, un pueblo del departamento de Junín, en la región de la Selva Central peruana.
La foto registra un hito: Tenorio Cortez, hoy con 32 años, fue la última víctima de poliovirus salvaje en todo el continente americano.
BBC Mundo habló con él y con Zapata sobre la historia detrás de la famosa foto y de cómo, incluso estando en medio de conflictos armados, fue posible vencer una enfermedad que sólo en 1975 causó la parálisis en casi 6.000 niños en la región.
En 1988 la poliomielitis, también conocida como polio, una enfermedad infecciosa causada por el poliovirus, que se transmite de persona a persona a través de secreciones respiratorias o por la ruta fecal-oral y que afecta principalmente al sistema nervioso, paralizaba en el mundo a unos 1.000 niños cada día.
Es por eso que se le decía poliomielitis infantil, porque eran los menores quienes más lo contraían.
En esa década el Club Rotary, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), gobiernos y otras entidades impulsaron campañas masivas de vacunación en territorio americano.
En Perú, el Rotary, liderado por Gustavo Gross, recaudó millones de dólares y movilizó unos 4.000 voluntarios para el programa de inmunización.
En la primera mitad de 1991 no se habían confirmado casos.
Zapata trabajaba entonces en el Ministerio de Salud del Perú e integraba uno de los equipos contratados por la OPS con un objetivo clave.
“Nosotros teníamos la misión de investigar todo aquel caso que olía a polio. Teníamos que ir a sitios muy difíciles, encontrar al niño, examinarlo y ver si era o no” la enfermedad, relató.
“Si era polio, eso nos decía que el virus circulaba en la zona. Pero encontrábamos muchos casos que no eran, como algunos casos de retardo mental”.
Seguir la pista al virus en pleno conflicto con Sendero Luminoso, uno de los grupos subversivos más violentos de Sudamérica, requirió inmensa determinación y coraje.
“Los movimientos subversivos atacaban los centros de salud, hacían volar puentes… Nunca supimos qué pasó con algunos trabajadores de la salud”, relató Zapata.
“Hubo muchos peligros que compartí con compañeros que también tuvieron su alta cuota de sacrificio en otros departamentos del país. No fui yo solo”.
“Teníamos la convicción de que sí se podía hacer esto”.
“Sabíamos que teníamos que remontar esas situaciones difíciles; sobreponernos a nuestros temores, a nosotros mismos”.
El encuentro con Tenorio Cortez
Zapata viajó a Pichanaki en agosto de 1991 para confirmar un posible caso de polio.
“Cuando lo vimos, Luis Fermín tenía aproximadamente dos años y cuatro meses. Tenía dificultades motoras en ambos miembros”.
“Según nos contó su mamá adoptiva, el niño había sido abandonado cuando era bebé”.
Fue uno de los fotógrafos que cubría la campaña de erradicación para la OPS, Armando Waak, quien captó la famosa imagen.
El pediatra recuerda el encuentro con el niño como “emotivo”.
“Tenía un poco más de apego a este niño, no lástima. Era un sentimiento de que este niño necesitaba apoyo”.
Hay varias versiones sobre por qué se enfermó.
En 2018, para un reportaje de la Fundación de Naciones Unidas, la periodista canadiense Christine McNab organizó un reencuentro entre médico y paciente en Pichanaki.
En esa ocasión ambos visitaron a Joaquín Delgado, uno de los enfermeros que hace tres décadas estuvo a cargo de la vacunación en el pueblo.
Delgado, quien aún trabaja como enfermero en Pichanaki, recuerda que Tenorio Cortez recibió la primera de las tres dosis necesarias de la vacuna oral.
Pero cuando los vacunadores volvieron a la vivienda para la segunda dosis, su mamá adoptiva tuvo miedo y no permitió que entraran.
En medio del conflicto armado, recordó Delgado, “había mucha desconfianza”.
Tras el diagnóstico, el niño recibió ayuda de miembros del Rotary y en especial Gustavo Gross, quienes lo llevaron a Lima y se hicieron cargo de su educación.
Así, Tenorio Cortez pasó unos 15 años en la capital antes de regresar a Pichanaki, y sigue contando con el amparo y el cariño de Gross y los rotarios.
“Al Sr. Gross lo quiero como un padre, como el padre que nunca tuve“, le dijo a BBC Mundo.
Su madre adoptiva falleció hace cuatro años. El hombre trabaja ahora en una tienda local y sueña con tener algún día “un pequeño negocio de gaseosas y comida”.
“A mí lo que me gusta es cocinar. La comida peruana es la más rica a nivel mundial”.
Luis Fermín recuerda con nostalgia su niñez, cuando no sentía como ahora el peso de la polio.
“Cuando uno es niño no le da tanta importancia, piensa en jugar. De adulto es diferente”.
“Desde hace unos años me duele el pie cuando camino. Me canso, no puedo caminar correctamente ni correr, y eso me incomoda”.
“Me fastidia no poder hacer lo que hacen otras personas”.
Antes de que el niño fuera diagnosticado, no había habido indicios de la circulación del virus en Pichanaki. ¿Cómo había llegado, entonces, el virus hasta allí?
El caso de Tenorio Cortez llevó a los investigadores a poner el foco en la zona central del país.
Y eso permitió hallar la respuesta al enigma: hasta allí llegaban familias enteras desde el norte para la cosecha de café.
“En una oportunidad estábamos en la provincia de Chanchamayo (en el departamento de Junín) y llegó a nuestros oídos que en la madrugada llegaban muchos camiones con gente. Fuimos (a comprobarlo) entre las dos y las tres de la mañana y, efectivamente, llegaron camiones”, relató el Dr. Zapata.
Una encuesta improvisada por Zapata y sus colegas reveló que la mayor parte de la gente venía de zonas cafetaleras del norte del país.
“Venían familias completas con niños y el asunto era económico, porque a cada uno le pagaban por lata llena de cosecha del café y los niños participaban ayudando. Les pagaban un cuarto o media lata según su capacidad”.
“Tenían una modalidad de trabajo que hacía que no fuera fácil captarlos para la vacunación, porque llegaban en horas de la madrugada y se dispersaban inmediatamente al interior de los cafetales“.
“Se decidió entonces hacer una vacunación que se llamó barrido sanitario, que comprendió a todos los distritos de la zona norte y centro del país. Ya después de eso nunca más tuvimos casos. Creo que dimos en el clavo”.
El barrido sanitario requirió un tremendo esfuerzo de trabajadores de la salud, maestras y voluntarios.
Joaquín Delgado relató a Christine McNab que había que caminar todo un día para llegar a algunas comunidades. “A veces perdíamos los zapatos en el barro y seguíamos descalzos“, recordó el enfermero.
Para Zapata, el diagnóstico de Tenorio Cortez fue clave para erradicar la polio en Perú.
“Creo que al final Luis Fermín, lamentablemente con un costo muy alto para su persona, nos permitió terminar con las vacunaciones, nos hizo reflexionar más sobre el comportamiento del virus y darnos cuenta de qué estaba ocurriendo”.
En 1994 América fue la primera región en el mundo en ser certificada libre de polio.
Pero la enfermedad sigue paralizando niños.
El poliovirus salvaje (el que circula en el medio ambiente en forma natural) tiene tres cepas. La tipo 2 fue declarada erradicada a nivel global en 2015 y la tipo 3 en octubre de 2019.
La tipo 1, sin embargo, sigue circulando en dos países: Afganistán y Pakistán.
“La situación de la polio en el mundo es todavía un desafío“, le señaló a BBC Mundo Angela Gentile, infectóloga pediatra, directora del Departamento de Epidemiología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez en Buenos Aires y miembro de la Comisión Regional de Certificación de Erradicación de la Polio de la OPS.
“Todavía estamos con el desafío de la erradicación del poliovirus salvaje 1. Pero aparte de esto, lo más desafiante es la aparición de los poliovirus derivados de la vacuna“.
Hay dos tipos de vacuna contra la polio: la oral, que usa un virus atenuado, y la inyectable, que usa un virus inactivado.
En casos muy poco frecuentes y bajo ciertas condiciones, el virus de la vacuna oral puede mutar, adquirir virulencia y causar parálisis.
“Nosotros decimos que la vacuna oral, que es muy fácil de administrar, nos permitió llegar hasta acá”, afirmó Gentile.
“Pero lentamente se vio que para lograr el objetivo de la erradicación había que también poner en el horizonte el cambio de vacuna y reemplazar la vacuna oral por la vacuna inactivada”.
La Iniciativa Global para la Erradicación de la Polio actualiza cada semana en su sitio el número de casos a nivel global.
El desafío continuo de la polio hace que la foto de 1991 en Pichanaki trascienda su propia historia y adquiera un significado aún más profundo.
Para Gentile, la imagen despierta ante todo una reflexión.
“Es una imagen que con el tiempo quedó como un símbolo de todo lo que estamos evitando, eso es lo que me genera a mí”, le dijo la doctora a BBC Mundo.
“Da alegría pensar que, con una vacuna de tan bajo costo, tan fácil de administrar, hemos evitado millones y millones de chiquitos como él. Esta foto tiene que hacer recordar todo lo que podemos prevenir“.
¿Qué siente hoy Tenorio Cortez al verse a sí mismo en aquella imagen?
“Hay que erradicarla para que nunca más haya polio en el mundo. Hay que vacunar a todos los niños”, le afirmó a BBC Mundo.
“Es una enfermedad horrible que no se la deseo a nadie“.
A Zapata se le vienen “muchas cosas” a la mente al ver la foto.
“Veo el gran espíritu de sacrificio de nuestros talentos humanos que en aquel entonces demostraron realmente su valía“, afirmó.
“Llegaron a sitios increíbles, pasaban los ríos, caminándose las trochas o senderos de los cerros que cuando llovía se volvían muy, muy resbalosos”.
“Además, hubo una comunión de ideas. Todos participamos, el gobierno, la OPS, Unicef, el Rotary”.
La lucha contra la polio permitió crear estrategias de vacunación que ayudaron a combatir otras enfermedades, como el tétanos, la tos ferina, la fiebre amarilla o el sarampión.
Para el pediatra, la foto de 1991 simboliza una lección que debe comunicarse a jóvenes en escuelas de salud pública en toda América Latina.
“A pesar de las circunstancias tan difíciles, es posible hacer las cosas cuando hay convicción de hacerlas“.
“Es la mayor satisfacción de mi vida profesional, haber sido parte de un equipo que realmente mostró muchas cosas buenas para lograr todo esto”, le subrayó Zapata a BBC Mundo.
“Yo le digo a mi familia: hoy en día ya no veo tantas muletas por ahí, veo menos niños con ese tipo de problemas. Valió la pena el esfuerzo”.