Toda la locura de las dietas libres de grasas ha arruinado la forma en que la gente se imagina una alimentación saludable.
Pero la verdad es que la grasa que deberías consumir no es la misma que hace que tus pantalones se sientan ajustados, claro que no. Tu cuerpo necesita de ese tipo de grasa “buena” para funcionar correctamente.
Mientras que la cantidad de grasa que debes consumir depende de tu nivel de actividad, edad y estado de salud, los nutricionistas recomiendan para la mujer el consumo de cinco o seis cucharadas de aceite proveniente de alimentos como la palta, el maní, la nueces, semillas, margarina, mayonesa y aderezos de ensalada.
Si no te gusta andar midiendo las cantidades de alimentos que consumes al día, en Viví Saludable te traemos algunas señales que pueden significar que no estás ingiriendo la suficiente.
Debido a que tu cuerpo tarda más tiempo en procesar la grasa que en digerir los carbohidratos, las comidas que incluyen grasa te ayudan a sentirte llena por más tiempo.
Si se encuentra seca, escamosa, apagada o se ve avejentada, la falta de grasa del tipo saludable en tu dieta podrías ser la causa.
Quizás hayas escuchado que la comida grasosa podía perjudicar a tu piel. Pero esto este tipo de grasa es la que no quieres consumir, la que se encuentra en alimentoscomo hamburguesas o papas fritas.
En realidad, las grasas buenas ayudan a nuestra piel a absorber las vitaminas que se encuentran en otros alimentos, lo que ayudan a tu piel a mantenerse húmeda y con un aspecto saludable.
Tu cuerpo utiliza la grasa dietaría para regular tus hormonas, así que la escasez de estas en tu organismo pueden afectar tu ciclo.
Un gramo de grasa contiene el doble de calorías que un gramo de carbohidratos o proteínas (es por esto que las comidas que contienen más grasa también tienen una mayor cantidad de calorías).
Mientras que es totalmente posible consumir la cantidad necesaria de calorías a partir de los carbohidratos y proteínas, muchas de las personas que intentan evitar a toda costa las grasa no suelen alcanzar el mínimo recomendado.
Esto provoca serios problemas de falta de concentración en el cerebro. A todos nos ha pasado alguna vez y sabemos lo difícil que es pensar con el estomago vacio.
Mientras que puede haber otros factores que estén influyendo en esta situación, la falta de ácidos grasos esenciales como el omega-3 y el omega-6 pueden hacerte sentir desesperanzada.
Pescado, semillas de lino o chia son algunas soluciones que puedes probar para este problema. Si la ansiedad aparece de la nada o no puedes sacarte el mal humor, prueba comiendo un pescado graso como el salmón, atún o sardinas dos veces por semana.
En el 2009, en un estudio conducido por la “American Psychological Association”, los investigadores alimentaron a un grupo de ratones con diferentes cantidades de omega-3. Luego se coloco a estos ratones en lugares con un alto nivel de información sensorial (sonidos fuertes, luces, etc.).
El estudio demostró que los ratones que habían consumido una cantidad suficiente de omega-3 pudieron controlarse, mientras que los que tenían un déficit de este ácido se asustaron y vieron muy afectados.
Si te ejercitas en forma regular y pierdes fuerzas más rápido de lo usual, tu dieta podría estar siendo la razón.
Durante el ejercicio, tu cuerpo quema los carbohidratos primero, luego necesita de las calorías de las grasas para poder seguir adelante.
Estudios a gran escala sobre poblaciones mayores sugieren que dietas que contienen gran cantidad de grasas provenientes de aceites de oliva, nueces, pescados y otras comidas mediterráneas clásicas ayudan a preservar la memoria.