"¡Qué ganas de comer algo dulce..!". Muchas personas suelen tener este impulso a diario, a veces incluso varias veces en el día. Sin embargo, comer algo dulce sólo suele ofrecer una gratificación breve y no genera saciedad. Es más, muchas veces aumenta el apetito. Esto es culpa del azúcar que se encuentra en las cosas dulces.
Por otra parte, quien come muchas cosas con azúcar y se mueve poco corre el riesgo de sufrir sobrepeso u obesidad. De acuerdo con los expertos, el alto consumo de azúcar puede generar incluso otras enfermedades.
“El azúcar asociado a la falta de movimiento y un alto nivel de insulina puede llevar a depósitos en los vasos sanguíneos, lo que aumenta el riesgo de infartos de corazón o derrames cerebrales”, afirma el profesor Johannes Georg Wechsler, especialista en Medicina Interna y presidente de la Asociación de Nutricionistas Alemanes (BDEM, por sus siglas en alemán).
Esto no significa, sin embargo, que el azúcar sea malo per se. “El azúcar es un importante proveedor de energía”, dice Wechsler. Por otra parte, comer también es un placer. Y gran parte de este placer proviene para muchas personas de lo dulce. Es por eso que, como en tantas otras cosas, todo depende de la justa medida.
¿Pero cuál es la dosis correcta? La Organización Mundial de la Salud (OMS) brinda una respuesta. De acuerdo con esta, la ingesta de azúcar diaria no debería representar más del diez por ciento de la ingesta total. En el caso de 2 mil calorías al día, serían unos 50 gramos de azúcar, es decir, entre diez y 12 cucharaditas.
Esta cantidad se refiere al llamado azúcar libre. Es decir, a los azúcares añadidos a los alimentos por los fabricantes, los cocineros o los consumidores y al presente de forma natural en la miel, los jarabes y jugos de fruta.
Sin embargo, el azúcar no siempre es fácil de encontrar. “Más allá de las bebidas con azúcar como limonadas, donde el azúcar es visible, muchas veces hay mucho azúcar en alimentos donde uno no se lo imaginaría”, afirma la portavoz de la Sociedad Alemana para la Alimentación (DGE, por sus siglas en alemán), Antje Gahl. Estos alimentos son, por ejemplo, salsas para barbacoa, aderezos para ensaladas, ensaladas envasadas, platos precocinados o dips.
Pero incluso quien sale a hacer las compras con el objetivo de consumir menos azúcar suele caer en la trampa, ya que muchos productos supuestamente saludables pueden terminar siendo bombas de azúcar, como por ejemplo los yogures con frutas.
A esto se suma que el azúcar suele tener distintos nombres. Por eso es importante leer bien la lista de ingredientes. Los ingredientes que terminan en “osa” son una señal de atención. Y es que detrás de este tipo de nombres suele esconderse el azúcar.
Por otro lado, muchas personas quieren comer menos azúcar, pero no pueden porque las ganas de comerla son tantas que, al no hacerlo, terminan sintiéndose mal o irritadas. Este tipo de reacciones pueden tener características adictivas.
Lo bueno es que se puede influir en el propio gusto, entrenándolo. Con mucha voluntad y disciplina, es posible acostumbrarse a comer menos dulce. Un buen inicio puede consistir en añadirle una cucharadita de azúcar en lugar de dos al café. En algún momento, una cantidad mayor de azúcar será percibida como demasiado dulce y se la evitará.
Otros consejos para reducir la cantidad de azúcar: si se quiere comer sí o sí yogur con frutas, se lo puede rebajar un poco con yogur natural, lo que permite comer porciones con menos azúcar. También a la hora de preparar tortas se suele poder emplear menos azúcar que el que indica la receta. Es decir que muchas tortas salen bien y siguen teniendo buen gusto incluso con menos azúcar.
Con información de DPA