La festividad de la Virgen del Rosario de Amatitlán comienza nueve días antes del primer lunes de Enero, cuando las fiestas son cercanas a este día se celebra el segundo lunes.
En los días previos a esta manifestación de fe se realizan procesiones que llevan por nombre “Albas”, que consistían originalmente en que una réplica de la Virgen era llevada por las calles del pueblo al amanecer.
En el 1906 hubo un intento por derrocar al presidente Manuel Estrada Cabrera e invadir al país por parte del ejército salvadoreño, por lo que fueron reclutados los diferentes cuerpos militares del país para defender la soberanía.
El batallón de Amatitlán formó parte de las milicias que participaron en la batalla denominada “de Regalado” o “de Totopostes”, en referencia al general salvadoreño que encabezó la invasión.
Cuenta la tradición oral, que soldados divisaron entre el humo de la pólvora en plena batalla la figura de la Virgen quien agitaba una bandera. Al mismo tiempo en el pueblo de Amatitlán era bajada de su camerín la imagen de la Virgen para que estuviera cerca de las esposas y familiares de los combatientes y poder rezar rogativas.
Era el 10 de junio de 1906 cuando la imagen de la Virgen del Rosario fue víctima de las llamas accidentalmente. El incendio amenazaba también con destruir la iglesia parroquial, pero la escultura quedó seriamente dañada. Esto fue interpretado como un mal augurio para los soldados que se encontraban en la guerra.
Los pobladores encargaron de inmediato al afamado escultor Julio Dubois para que restaurara la imagen de la Virgen y recuperara su esplendor primitivo.
Cuando los soldados de Amatitlán regresaron al pueblo encontraron restaurada a su Patrona, por lo que el 29 de julio de 1906 le fue colocado en la mano derecha un banderín de plata, parte importante de su legado histórico.
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