En un mundo donde dominan los teclados, investigaciones que analizan el impacto cerebral de escribir a mano. ¿Los niños en un mundo de teclados necesitan aprender a escribir como antes?
Hay una tendencia a restar importancia a la escritura manuscrita como una habilidad no esencial, aun cuando investigadores han advertido que aprender a escribir quizá sea clave para, bueno, aprender a escribir.
Y más allá de la conexión emocional que los adultos podrían sentir por la forma en que aprendieron a escribir, hay un creciente cuerpo de investigación sobre lo que el cerebro que se desarrolla normalmente aprende al formar letras en la página, en formato de imprenta o manuscrito así como en cursiva.
En un estudio, investigadores analizaron cómo el lenguaje oral y escrito se relacionaba con la atención y lo que se llaman habilidades de “función ejecutiva” (como la planeación) en niños de cuarto a noveno grado, con y sin discapacidades de aprendizaje. El estudio sugiere que “escribir a mano – formando letras- involucra a la mente, y eso puede ayudar a los niños a poner atención al lenguaje escrito”.
Otro estudio discutió varias posibles asociaciones entre la buena escritura a mano y el logro académico: los niños con buena letra podrían recibir mejores calificaciones porque su trabajo es más placentero para que lo lean los maestros; los niños que batalla con la escritura quizá encuentren que demasiada de su atención se consume en producir las letras, y el contenido se ve afectado.
En una población de niños de bajos ingresos, a quienes tienen buenas habilidades tempranas de escritura de motricidad fina antes del jardín de niños les va mejor posteriormente en la escuela.
Los escaneos cerebrales funcionales de adultos muestran una característica red cerebral que se activa cuando leen, e incluye áreas que se relacionan con los procesos motrices. Esto sugirió a los científicos que el proceso cognitivo de leer podría estar conectado con el proceso cognitivo de formar letras.
Expertos en escritura manuscrita han pasado apuros con la cuestión de si la letra cursiva confiere habilidades y beneficios especiales, más allá de los beneficios que podría ofrecer la letra impresa. A partir de cuarto grado, las habilidades cursivas conferían ventajas en la ortografía y la composición, quizá porque conectar trazos ayudaba a los niños a conectar letras para formar palabras.
Para los niños pequeños típicamente en desarrollo, teclear las letras no parece generar la misma activación cerebral. Conforme crecemos, por supuesto, la mayoría de nosotros hacemos la transición a escribir en un teclado.
Usar un teclado, y especialmente aprender las posiciones de las letras sin mirar las teclas, dijo, bien podría aprovechar las fibras que comunican de manera cruzada al cerebro, ya que a diferencia de la escritura manuscrita, los niños usarán ambas manos al teclear.
Como pediatra, pienso que este podría ser otro caso en que deberíamos ser cuidadosos de que el atractivo del mundo digital no elimine experiencias que pueden tener verdadero impacto en los cerebros rápidamente en desarrollo de los niños. Dominar la escritura manuscrita, con letras confusas y todo, es una forma de hacer propio el lenguaje escrito, en algunas formas profundas.