Un nuevo motivo para gozar del chocolate: previene las piedras en el riñón
Los cálculos renales, llamados comúnmente “piedras” de riñón, son masas sólidas compuestas de pequeños cristales que se forman en los riñones.
Entre un 10-12% de todas las piedras renales son de ácido úrico y se suelen desarrollar en personas que siguen una dieta rica en carnes rojas, vísceras y marisco. Beber grandes cantidades de alcohol también lo favorece, ya que aumenta la eliminación del ácido úrico en la orina.
Hace algún tiempo, en el grupo de investigación de Litiasis renal de la Universidad de las Islas Baleares llevamos a cabo experimentos con orina artificial para identificar maneras de retrasar la formación de cristales de ácido úrico. Y demostramos que este era el caso la teobromina, un compuesto que se encuentra en elevadas cantidades en el cacao y derivados como el chocolate al que se le conocen múltiples propiedades beneficiosas para la salud.
Chocolate negro contra las piedras
Claro que no todos los chocolates son iguales. En 40 g de chocolate con leche hay 70 mg de teobromina, bastante por debajo de los 250 mg de teobromina presentes en 40 g de chocolate negro y en polvo.
Con este dato sobre la mesa, pusimos en marcha un nuevo estudio, esta vez en orina real, en el que participaron 20 voluntarios sanos. De cada uno de los 20 voluntarios se obtuvieron 4 muestras de orina: la orina después de no haber tomado chocolate –llamada orina “basal”–, la orina tras ingerir 40 g de chocolate negro, la orina después de tomar 40 g de chocolate en polvo y, finalmente, la orina después de consumir 40 g de chocolate con leche, en todos los casos sin variar el resto de su dieta, que era idéntica cada día que se llevaba a cabo la recogida de orina.
A los participantes se les dejó decidir libremente su dieta con algunas restricciones. Por un lado no podían consumir ningún derivado del cacao, excepto los incluidos en el estudio en el día que correspondiera. También les estaban vetados el café y cualquier bebida que contuviera cafeína, que en parte se elimina a través de la orina en forma de teobromina. Así teníamos la certeza de que los resultados obtenidos se debían al consumo de los distintos tipos chocolates y no a otros factores.
Los resultados obtenidos revelaron que se producía una menor cantidad de cristales de ácido úrico en la orina después de tomar chocolate negro y chocolate soluble en comparación con la orina sin ingesta previa de chocolate y la orina después de consumir chocolate con leche. Es más, la orina después de tomar chocolate negro fue la que presentó el mayor valor de teobromina, seguida por el cacao en polvo.
En conclusión, tanto el consumo de cacao en polvo como el de chocolate negro frenan la cristalización del ácido úrico por su contenido en teobromina y podría prevenir los cálculos renales en pacientes con alto riesgo. Sin embargo, el consumo de chocolate con leche no evita la formación de cristales de ácido úrico en orina.
Prevenir mejor que curar (y sufrir)
El hallazgo es importante si tenemos en cuenta que, hoy en día, las opciones para el tratamiento de las piedras de riñón se basan en eliminarlas una vez están formadas. Unas veces simplemente se espera a que el paciente la elimine de manera natural a través de la orina. En otras se fragmenta la piedra y se espera a que el paciente expulse los fragmentos. Ambos procesos son, todo hay que decirlo, extremadamente dolorosos.
Identificar tratamientos, ya sea con teobromina o con otras alternativas, que eviten la formación de cálculos desde el inicio es un objetivo fundamental del Laboratorio de Litiasis Renal de la Universidad de las Islas Baleares. Así se evitará el sufrimiento que conlleva la extracción y eliminación de la piedra una vez ya está formada, además de mantener los riñones sanos el mayor tiempo posible.
Antonia Costa Bauzá, Catedrática de Toxicología, Universitat de les Illes Balears; Feliciano Grases Freixedas, Director del Laboratorio de Investigación en Litiasis Renal y del Instituto Universitario de Investigación en Ciencias de la Salud (IUNICS), Universitat de les Illes Balears y Paula Calvó García, Estudiante de doctorado, Universitat de les Illes Balears
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.