La "economía naranja" podría ser una vía para fortalecer la industria creativa, la cual genera millones de dólares al PIB colombiano.
Gabriel García Márquez, Cartagena de Indias, Shakira o el vallenato, forman parte de una industria cultural colombiana que se ha internacionalizado en las últimas décadas.
“Estamos comprometidos con el impulso a la economía naranja para que nuestros actores, artistas, productores, músicos, diseñadores, publicistas, joyeros, dramaturgos, fotógrafos y animadores digitales conquisten mercados, mejoren sus ingresos, emprendan con éxito”, dijo el presidente de Colombia Iván Duque, cuando tomó posesión del cargo.
¿Pero a qué se refiere exactamente Duque cuando habla de “economía naranja“y qué tan efectiva puede ser para generar riqueza en un país?
Aunque los expertos no se ponen de acuerdo, al menos en el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), donde Duque trabajó y escribió sobre el tema, hablan de la economía creativa o “economía naranja”, como la producción de bienes y servicios culturales que están protegidos -o pueden estar protegidos- por derechos de propiedad intelectual.
¿Y qué peso económico tienen estas empresas creativas?
“Es muy grande. En el mundo -mirando el tamaño- son comparables a la economía italiana“, le dice a BBC Mundo, José Miguel Benavente, economista y coautor del estudio “Políticas públicas para la creatividad e innovación” del BID.
“En América Latina la economía naranja representa cerca del 4% del Producto Interno Bruto“.
Y las industrias creativas van mucho más allá del cine, la televisión, la música o los libros. Suelen incluir la moda, el diseño, las artesanías, la arquitectura, la publicidad y el desarrollo de software.
Incluso algunos incluyen hasta el turismo y el deporte, aunque en esto hay divergencias.
El problema es justamente que son demasiadas las actividades que pueden ser consideradas “culturales” y no todas están sujetas al derecho de autor.
“En general hablamos de plantas productivas o empresas cuyo negocio fundamental es la producción de bienes o servicios basados en la creatividad”, explica Benavente.
Y el color naranja… lleva ese nombre por razones difíciles de explicar.
En el libro de Iván Duque y Felipe Buitrago “La economía naranja, una oportunidad infinita”, los autores dicen que ese color “suele estar asociado con la cultura, la creatividad y la identidad”.
A otra persona le podría parecer que esa misma función la cumple el amarillo, el rojo o el azul, todo depende de la forma en que se argumente la elección y la carga simbólica e histórica asociada a un determinado color.
A nivel mundial, el Reino Unido ha llevado la delantera en el desarrollo de la economía creativa, mientras que en América Latina “el liderazgo ha estado en países como Colombia y Argentina”, según Benavente.
“El problema es que en nuestros países los temas de propiedad intelectual son bastante laxos y eso es un gran desafío”.
Por otro lado, en las industrias creativas hay muchas firmas pequeñas, que emplean a pocas personas y son muy volátiles. Es decir, así como se crean, desaparecen.
Y en muchas ocasiones los artistas no tienen necesariamente las competencias para gestionar un negocio. Pero los que logran sobrevivir, hacen crecer una compañía que no carga el riesgo de endeudarse demasiado.
“La ventaja es que el costo de instalarse es bajo y se requiere poco financiamiento”, dice el experto.
“Duque se refiere a este tema, porque es atractivo plantearlo así desde el punto de vista del discurso político”.
¿Qué importancia tiene la economía naranja en Colombia?
“El año pasado la economía naranja representó el 6% del PIB“, le dice a BBC Mundo el economista y consultor Camilo Herrera, fundador del centro de pensamiento Raddar, equivalente a unos US$18.860 millones.
Pero claro, esta cifra es debatible, según los sectores que se consideren como industrias creativas con derechos de propiedad intelectual.
El 6% de la producción naranja colombiana que plantea Herrera incluye a la industria del turismo, por ejemplo, que por sí sola genera el 3% del PIB. Y en ese rubro se suman los paquetes vacacionales, la hotelería y muchas actividades que no están directamente relacionadas con la producción creativa ni la propiedad intelectual.
“Es que el problema de las definiciones es horroroso. Siempre habrá alguien que use un concepto distinto”, dice Herrera.
“Definitivamente, la economía naranja es muy importante, si pensamos que el petróleo en Colombia genera el 7,5% del PIB”.
“Hay que apostarle a eso porque genera riqueza aquí y en el mundo entero”, agrega.
Algunos analistas dicen que el concepto está sobrevalorado porque el turismo no debería estar considerado en la medición, mientras que otros hablan de la existencia de un “turismo cultural” que es parte del patrimonio inmaterial de un país.
En lo que coinciden los que han estudiado este fenómeno, es que la nuevas tecnologías están abriendo oportunidades para el desarrollo de contenidos creativos y nuevos mercados para vender la producción cultural de la región en el resto del mundo.