Cuerpos de seguridad estadounidenses realizaron simulacros, en preparación para el arribo de la caravana de migrantes que avanza por el sur de México hacia su territorio.
Los ejercicios tuvieron lugar en el puente fronterizo entre la ciudad estadounidense de El Paso y la mexicana Ciudad Juárez, en momentos en que el Pentágono anunció un despliegue adicional de 5.200 efectivos, un considerable incremento a la presencia militar en la frontera, donde 2.100 efectivos de la Guardia Nacional trabajan desde abril para dar asistencia logística.
Por su parte, el presidente estadounidense Donald Trump reiteró sus amenazas a los miles de migrantes centroamericanos y advirtió que los militares los están esperando y calificó la caravana como “invasión”
En plena campaña para las elecciones de mitad de mandato que se celebran el 6 de noviembre, el mandatario ha advertido que se necesitan más tropas para reforzar la seguridad en la frontera.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos estimó que hay un primer grupo de cerca de 3.500 personas que está entre Oaxaca y Chiapas, en el sur de México, y otro de cerca de 3.000 en la frontera entre Guatemala y México.
La organización de defensa de los derechos humanos ACLU recordó que está prohibido por la ley que el personal militar se encargue de las leyes migratorias, y que no hay una emergencia que justifique este despliegue.
Donald Trump advirtió a la caravana de migrantes centroamericanos que buscan llegar a Estados Unidos que los militares los están “esperando”, en un momento en que el Pentágono anunció un despliegue adicional de 5.200 efectivos a medida que la marcha que partió de Honduras avanza por México.
Este despliegue representa un considerable incremento a la presencia militar en la frontera, donde 2.100 efectivos de la Guardia Nacional trabajan desde abril para dar asistencia logística.
“De aquí al final de la semana vamos a desplegar cerca de 5.000 soldados en la frontera suroeste”, dijo a la prensa el general de aviación Terrence O’Shaughnessy.
El anuncio se produce cuando un grupo de miles de migrantes, que lleva más de dos semanas avanzando desde la hondureña San Pedro Sula con el objetivo de llegar a Estados Unidos, ya se encuentra en el estado mexicano de Oaxaca, en el sur del país.
Marisol Hernández, una joven de 23 años que se unió a la caravana pese a que está embarazada, contó a la AFP que huyó de su país después de que los miembros de una mara mataran a su marido de un “balazo en la sien” hace dos meses.
“Por momentos quiero regresarme (a Honduras) porque creo que ni yo ni el niño (que espera) vamos a soportar” el trayecto hasta Estados Unidos, dice casi murmurando por el agotamiento.
Pero paulatinamente recobra las fuerzas, pensando en el sueño de que su hijo sea “norteamericano”.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos (CBP) estimó que hay un primer grupo de cerca de 3.500 personas que está entre Oaxaca y Chiapas, en el sur de México, y otro de cerca de 3.000 que se ha congregado en la frontera entre Guatemala y México.
En plena campaña para las elecciones de mitad de mandato que se celebran el 6 de noviembre, Trump ha advertido que se necesitan más tropas para reforzar la seguridad en la frontera.
Trump volvió a arremeter contra la caravana de migrantes. “Por favor, regresen, no serán admitidos en Estados Unidos a menos que pasen por el proceso legal. ¡Esto es una invasión de nuestro país y nuestros militares los están esperando!”, dijo.
La organización de defensa de los derechos humanos ACLU recordó que está prohibido por la ley que el personal militar se encargue de las leyes migratorias, y que no hay una emergencia que justifique este despliegue.
“El presidente Trump eligió justo antes de las elecciones de medio mandato obligar a los militares a impulsar su agenda de miedo y división contra la inmigración”, dijo Shaw Drake, consejero de ACLU en la localidad fronteriza de El Paso, en Texas.