Este bebé aún no puede caminar o hablar y ya todo un país está hablando de él, su popularidad es mundial y no es para menos: se llama Donald Trump.
Donald Trump se agarra a su tacatá blanco y rosa y recorre la modesta vivienda de sus padres en Kabul, felizmente ajeno al escándalo que su “nombre infiel” está causando en un país musulmán profundamente conservador.
Los padres de este pequeño de mejillas rosadas le dieron el nombre del multimillonario presidente de Estados Unidos con la esperanza de que tuviera tanto éxito como él. Pero ahora es el centro de una tormenta que sacude las redes sociales en Afganistán desde que su foto y su documento de identidad fueron divulgados en Facebook.
Sayed Asadulá Pooya, que confiesa ser fan del magnate convertido en líder del mundo libre, afirma que él y su esposa recibieron un alud de comentarios “vulgares e insultantes” por la elección de este nombre para su tercer hijo.
Algunos usuarios de Facebook llegaron a amenazar con matar a Sayed por ponerle a su niño un “nombre infiel”, mientras otros lo acusan de hipotecar la vida del pequeño.
Incluso se sugirió que Sayed está utilizando el nombre para pedir asilo en Estados Unidos, una acusación que este profesor de 28 años niega con vehemencia.
“No sabía al principio que los afganos serían tan sensibles a un nombre”, dice a la AFP, mientras Donald Trump juega con una aplicación musical en el teléfono de su padre.
Sayed afirma que alguien divulgó la foto, desatando la controversia que le llevó a tener que cerrar su cuenta de Facebook.
Incluso los vecinos de la familia, en una zona de gran mayoría chiita de Kabul, los amenazaron y les dijeron que se fueran.
“Cuando salgo de casa me siento intimidado”, asegura.
Donald nació en la provincia de Daikundi (centro), pocos meses antes de las elecciones presidenciales de 2016 en Estados Unidos, en la granja en que los padres y abuelos de Sayed cultivaban almendras, trigo y maíz.
Sayed halló la inspiración para llamar a su hijo Donald Trump tras leer las traducciones de los libros del magnate, entre ellos “How to get rich” (“Como hacerse rico”, 2004), que tomó de la biblioteca local.
“Busqué mucha información sobre él y eso me motivó a elegir su nombre”, explica.
Espera que su hijo pronto tenga “tanto éxito”, afirma asegurando que las fotos del presidente estadounidense ya arrancan una sonrisa a su joven tocayo.
Las bromas se transformaron en ira cuando los padres de Sayed comprendieron que la pareja decía en serio lo del nombre. Las relaciones se rompieron y la joven familia se mudó a Kabul.
Su vida no puede ser más diferente de la que disfruta el homónimo de su hijo, que pasa su tiempo entre la Casa Blanca y su lujosa residencia en Florida.
Los cinco miembros de la familia viven hacinados en un austero cuarto que da a un pequeño patio con un baño exterior y que alquilan por 2.000 afganis (30 dólares) al mes.
Frente a su verja metálica discurre un laberinto de calles de tierra apenas suficientemente amplias para que pase un coche, casas de ladrillos de barro y pútridos desagües abiertos.
Durante la entrevista, la madre de Donald Trump, Jamila, lava la ropa de la familia en una pequeña máquina exterior mientras vigila a la hija de la pareja, Fátima, de nueve años, y a su hermano mayor, Karim, de ocho.
Pese a la controversia, estos padres no han infringido ninguna ley al darle a su hijo un nombre no islámico, afirma Rohulá Ahmadzai, un alto responsable de la Oficina de Registro Civil de Kabul.
Asegura que tienen el derecho legal “de llamar a su hijo como quieran”.
A Sayed le preocupa la seguridad de su familia, y especialmente de Donald Trump, pero se mantiene tozudo en sus convicciones.
“Es probable… que sus compañeros de clase lo acosen o le peguen”, afirma. Pero “no voy a reconsiderar” su nombre. “Que se vayan todos al infierno”.
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