El desborde en la demanda de atención en nosocomios nacionales contrasta con las limitaciones de espacio y mobiliario.
A pesar de que el Ministerio de Salud es la cartera que más empleados nuevos ha sumado en los últimos tres años, con 40 mil 312, la población continúa sufriendo por falta de atención.
El colapso no es exclusivo de los hospitales nacionales. El calvario, según un recorrido efectuado por Prensa Libre, también lo viven quienes asisten a los centros de Salud.
Las filas, que comienzan desde las 5 de la mañana, son parte de la evidencia.
En el Hospital General San Juan de Dios, las personas deben esperar hasta ocho días para obtener una cama, de acuerdo con la Procuraduría de Derechos Humanos (PDH), que el fin de semana último recorrió el lugar para evidenciar el hacinamiento y la falta de personal.
El estudio Análisis del sistema de salud 2015, de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo (Usaid, en inglés), identificó que la crisis está relacionada con la culminación del Programa de Extensión de Cobertura (PEC), bajo la ejecución de oenegés, que ponía al alcance de la población la salud preventiva, y ahora debe acudir a los centros y hospitales, que se ven hacinados.
Esa saturación supera el 110%, de acuerdo con Edwin Bravo, director del San Juan de Dios.
“Todos los hospitales de la red ya no aguantamos con la carga de enfermos”, indicó.
El ministro de Salud, Carlos Soto, mencionó el fin de semana recién pasado que la cantidad de pacientes que hay en el país rebasa la capacidad que tienen de siete mil 500 camas para atender a unos 17 millones de guatemaltecos.
El aumento en la demanda es un problema que se ve reflejado en una atención médica deficiente, señaló el analista independiente Arturo Sánchez López.
“Eso también implica que mucho del presupuesto que se le otorga al hospital para su función tenga un desmérito, porque comienzan a atender patologías que no deberían de llegar a ese nivel de atención”, agregó.
Julio del Cid, que ronda los 70 años, es una de las personas que madruga para ser atendido en un centro de Salud de la zona 1.
El martes recién pasado, llegó a consulta médica para ser tratado por diabetes, presión alta y complicaciones en el colon.
Aunque pasadas las 10 horas no había sido chequeado por un médico, la necesidad de medicamento lo obligó a esperar.
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Como él, Marcelina Mus llegó a las 6 de la mañana, porque tenía vómitos y fiebre. Fue atendida varias horas después.
La situación no cambia en los departamentos. En Huehuetenango, por ejemplo, en el Centro de Atención Permanente de La Democracia, diariamente se recibe a unos 200 pacientes. Algunos días son más, según el médico Fredy Rodas.
La atención materno infantil es la más solicitada, y el área de encamamiento es insuficiente.
La semana pasada, comentó que se atendieron cinco partos, y dos mujeres fueron ubicadas en camas; las otras tres, en camillas, por la falta de espacio.
Rodas indicó que el poco personal operativo también dificulta la atención a los pacientes. Solo tienen tres médicos y dos enfermeros profesionales.
“Cuando llega mucha gente, hay momentos en que el enfermero tiene que apoyar en la consulta”, indicó.
Incluso, por la noche, cuando se dan emergencias simultáneas y el piloto de la ambulancia está cubriendo alguna, el facultativo de turno se ha visto en la necesidad de convertirse en piloto, para trasladar a los enfermos.
En junio pasado, la PDH hizo un monitoreo en varios centros de Salud de la capital, y el hacinamiento era una de las constantes en el servicio.
En esa ocasión se evidenció que hay entre dos y cuatro médicos para atender a los pacientes, que diariamente son entre 150 y 200. Además, hay déficit en el personal de enfermería.
“Tenemos años de estar denunciando la saturación”, indicó Zulma Calderón, supervisora de hospitales de la PDH.
En el San Juan de Dios, la PDH también señaló el hacinamiento en varias áreas, e inclusive presentó un amparo en la Corte Suprema de Justicia para que el Ministerio de Salud atienda la situación cuanto antes.
En ese nosocomio, el mayor hacinamiento se da en las emergencias, y ronda entre el 25 y 35 por ciento, según Bravo. El intensivo de pediatría, por ejemplo, está diseñado para 12 pacientes, y ayer había 56; es decir, 44 menores más de la capacidad.
“Los pacientes están hacinados, porque humanamente ya no tenemos dónde colocar a los niños”, reconoció el director.
La sala de urgencias de adultos también está colmada. Ayer por la mañana se contaban 154 pacientes, cuando la capacidad es de 60.
Al recorrer el área se evidenció la saturación. Camillas en los corredores con personas entubadas, mientras que otras se encontraban sentadas en sillones, algunas con oxígeno y otras con suero.
La PDH denunció que esos espacios se habilitaron mientras las personas esperan a ser trasladadas a una cama.
“Cuando hacemos un ingreso, es nuestra responsabilidad. Sería incorrecto hacerlo si no tenemos medicamento, pero lo tenemos, con lo que no contamos es con espacio físico”, expresó Bravo, quien señaló que hacen un esfuerzo sobrehumano para atender a la población que llega buscando el servicio de salud al hospital más grande del país.
A criterio del médico Omar de León, la saturación en los nosocomios es un tema recurrente, pues la mayoría de los edificios fueron construidos cuando la población era menor.
En el caso de Chimaltenango, donde él labora, la edificación tiene 40 años, cuando los habitantes eran 300 mil, y ahora hay 700 mil.
“Seguimos con el mismo número de camas. Entonces, tenemos cien o 120 camas para cubrir a toda esa población”, agregó.
En Antigua Guatemala, el panorama es similar. La ciudad tiene unos 45 mil habitantes, y el nosocomio cuenta con 230 camas.
Luis Cuyún, subdirector médico del hospital del municipio, no solo evidencia la congestión en el servicio, sino también la falta de personal.
Indicó que por las noches es usual que un auxiliar de enfermería atienda no menos de 30 camas, por lo que han dado permiso a los familiares para que ingresen a cuidar a sus enfermos.
Según Cuyún, quien es miembro del Sindicato de Médicos y Cirujanos de Salud Pública, la contratación de personal en la cartera de Salud ha sido en renglones temporales, lo que no ha aliviado la carga de pacientes que deben atender, pues los profesionales únicamente se limitan a trabajar las horas por las que han sido contratados.
Los problemas por hacinamiento distan de la cantidad de medicamentos, la cual registra abastecimiento de hasta 80 por ciento.
Por si la alta demanda de servicios médicos y la poca capacidad de la red de salud pública no bastara, el próximo lunes se espera un problema más grave: los médicos han decidido suspender labores.
Luego de manifestaciones públicas y una audiencia con el presidente Jimmy Morales, los médicos no están satisfechos con las condiciones de trabajo y han anunciado la suspensión de la consulta externa en la red hospitalaria y centros de Salud en todo el país.
Las demandas contemplan un salario digno y que todos los renglones temporales, como el 182, 189 y 029, pasen al renglón 011, pues cada año los médicos tienen la incertidumbre de si los contratarán o no.
Otra petición del gremio es la aprobación de la ley de la carrera administrativa, para promover el escalafón de sueldo con base en el desempeño profesional.
Las peticiones fueron entregadas a Morales, quien se comprometió a analizarlo con el Ministerio de Finanzas.