El historiador Celso Lara señala que empezó como una escuela de primeras letras para la educación de la gente criolla de la ciudad, consagrada a la protección de San José de Calasanz, un santo del siglo XVI que desde su juventud se trazó la meta de llegar a ser un religioso, pese a la oposición de su padre, que deseaba que fuera militar.
A partir de 1790, el plantel se convierte en un colegio de letras y a finales del siglo XVIII se nombra San José de los Infantes en honor al padre adoptivo de Jesucristo.
El Colegio nació en un primer momento para quienes no tenían espacio de estudio, pero al pasar el tiempo se convirtió en un lugar de élite, a donde solo los hijos de familias privilegiadas podían acceder. Esto cambió con los años; en la actualidad, un 70 por ciento de su población estudiantil es de clase media o media-baja.
El colegio de la Iglesia
El Infantes fue creado para servir de una forma directa a la Catedral a través de los “seises”. Tal expresión surgió porque fueron seis los primeros alumnos que entraron a las aulas y que eran los acólitos para servir en la eucaristía y en el coro.
Esto fue visto como un semillero para la vocación sacerdotal, lo cual de hecho se logró, pues a través de sus 234 años han salido del plantel varios sacerdotes y obispos. Por ejemplo, el cardenal Rodolfo Quezada Toruño, fue un ex alumno del Infantes.
Lara cuenta que además de la enseñanza se daba la posibilidad de que los estudiantes formaran parte de la escuela cantorum de la Catedral, es decir, el coro, el cual era fundamental en aquella época en donde, por lo regular, el instrumento vocal acompañaba la mayor parte de los oficios religiosos.
El colegio aún sigue formando parte de la iglesia Católica, por ser el único que depende de la Arquidiócesis y le rinde cuentas al Arzobispo, quien posee la personalidad jurídica y designa al director del establecimiento.
Dato curioso
Durante una etapa de su existencia, el Colegio de Infantes estuvo a cargo de los hermanos Maristas, quienes deciden trasladarlo a la zona 5, lo cual no fue aceptado por monseñor Mariano Rosell y Arellano. Entonces, los Maristas crean el Liceo Guatemala, que también subsiste hasta la actualidad. Posterior a ello, la dirección volvió a los sacerdotes de la Catedral, aunque desde hace 9 años los directores son laicos y no religiosos.
El colegio permaneció durante casi 200 años en el ala sur del complejo catedralicio pero se vio obligado a trasladarse a otro lugar por el crecimiento de la población estudiantil, de los seis primeros alumnos hasta un promedio de 1 mil 500 que reciben la enseñanza en el campus ubicado en la colonia El Rosario, Mixco.
Al celebrar sus 225 años de existencia el Colegio fue reconocido con la Orden del Quetzal en el grado de Gran Cruz en el año 2006.
Alumnos notables
Del Infantes han salido alumnos que han influido en la historia de Guatemala, como el Dr. Ricardo Bressani, inventor de la Incaparina; Rafael Arévalo Martínez, escritor; Mariano Gálvez, jefe del Estado de Guatemala; Daniel Gaitán, músico; Manuel José Arce, poeta, entre otros.