El Tribunal Supremo Electoral (TSE) hizo la convocatoria el 1 de marzo de ese año, en la cual advirtió que el gobierno de turno no podía hacer campaña a favor o en contra de dichas reformas.
Sin embargo, el entonces presidente Álvaro Arzú aprovechó los medios oficiales a su disposición para inclinar al sí, con miras a promover a Óscar Berger, entonces presidenciable del Partido de Avanzada Nacional para los comicios del 2000.
Lo mismo hizo el Frente Republicano Guatemalteco, que impulsaba a Alfonso Portillo.
Actores
Otros promotores fueron el recién creado partido de la insurgencia Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca; el Frente por el Sí, Agrupaciones Mayas, Cooperativas, la Universidad de San Carlos, la Unidad de Acción Sindical y Popular y la Asamblea de la Sociedad Civil.
A pesar de la intensa campaña por el Sí, cobró fuerza la campaña por el No en las últimas semanas. El partido ARDE encabezado por su precandidato Francisco Bianchi, ligado a los sectores más conservadores, sumándosele el Comité Coordinador de Asociaciones Comerciales, Industriales y Financieras, la Liga Pro Patria, el Centro para la Defensa de la Constitución, Amigos del País y sectores de la Iglesia Evangélica.
Desinformación
El temor del Tribunal Supremo Electoral era que al final el abstencionismo representara un alto porcentaje, por el escepticismo y desinformación de gran parte de la población y la polarización de los diferentes sectores por las diferencias ideológicas que arrastraron las propuestas a las reformas constitucionales.
Quienes se oponían por el No temían que el reconocimiento de los pueblos mayas fuera a dividir al país otorgándole privilegios sobre los ladinos por mencionar una de las razones a la negativa.
El TSE elaboró el padrón, que contaba con 4.8 millones de guatemaltecos aptos para votar; instaló 6,971 mesas en los 330 municipios y 1,234 juntas receptoras de votos.
Aunque ese 16 de mayo ganó el no, con más de millón y medio de votos, el verdadero campeón fue el abstencionismo, porque de 4.8 millones aptos para votar solo lo hicieron 757 mil 940.
Según expertos, la consulta triunfó en el norte, arriba de la falla del Motagua, pero perdió al sur, con excepción de la capital, que ha sido siempre determinante en los resultados electorales.
Hubo conjeturas sobre el fracaso de dicha consulta, como desinformación, temor causado por el conflicto armado interno, polarización social, desconfianza en el Congreso, intereses políticos, apatía o simple venganza política.
A casi veinte años de dicho ejercicio fallido, varios temas continúan pendientes, como el reconocimiento del derecho indígena, y otras propuestas de reforma al sector justicia han sido entrampadas o manipuladas en el Legislativo.
Experto opina en el 2017
Según el constitucionalista Alejandro Balsells Conde, consultado recientemente, la consulta de 1999 falló debido al papel nefasto de los congresos de turno.
Según él, debieron enmendarse los vacíos y errores que arrastraba la Constitución desde 1994, pero debido al papel de “pésimos congresos”, los instrumentos constitucionales fueron pervertidos y manipulados.
En 1999 triunfó la apatía y la desinformación, además de que se contaba con un padrón electoral deficiente, indica el experto.
El problema no fue el contenido de las reformas ni el momento sino el papel hegemónico de grupos de poder que querían mantener el statu quo.
Sectores de poder no oficiales se aprovecharon del momento para presionar en contra de las reformas constitucionales en 1999, por lo que el no triunfó como una especie de presión.
Balsells también indica que el entonces presidente Álvaro Arzú retrasó la consulta con fines electoreros.
Si las reformas hubieran sido aprobadas por la población, tendríamos un país más incluyente, tolerante y armónico, indicó.