Los analistas independientes y del Gobierno coincidían en que los US$62 mil millones que Washington había gastado hasta ese momento eran solo los primeros fondos destinados para atender la emergencia.
“No puedo dar una cifra del costo”, dijo el entonces vicepresidente Dick Cheney al visitar los estados castigados por la tormenta.
El Gobierno estadounidense nunca había enfrentado un desastre de tal magnitud: casi 145 mil kilómetros cuadrados de la costa del Golfo de México afectados, con cientos de miles de personas desplazadas y toda un área metropolitana bajo el agua.
En 1992, la devastación del huracán Andrew en Florida y Luisiana costó unos US$435 mil millones. Para el terremoto de 6.7 grados en el área Northridge de Los Ángeles en 1994, fue de más de US$15 mil millones.
La incógnita que reinaba en ese momento era qué se reconstruirá y quién realizará las tareas, por cuánto tiempo se brindaría asistencia a la población, y cuánto dinero aportaría el Gobierno federal.
Búsqueda macabra
Entretanto, la espeluznante búsqueda de cadáveres continuaba en Nueva Orleans, mientras se anunciaba que el drenaje de la ciudad sería reparado antes de lo previsto, debido a que un gran sector se encontraba bajo el agua.
El anuncio sobre la celeridad en el drenaje de las pútridas aguas que anegaban el 60 por ciento de Nueva Orleans se produjo luego de que las autoridades indicaran que la cantidad de cadáveres recuperados hasta ese momento sugería que las estimaciones de 10 mil muertos podían ser exageradas.
el número de muertos ascendía a 154. El balance provisorio oficial para los cuatro estados golpeados por el huracán del 29 de agosto de 2005 —Luisiana, Mississipi, Alabama, y Florida— ascendía a 372 muertos.