Pero allí la rehabilitación no era tal: el nazismo invadía Europa y, en esa época, escribir una carta de esa naturaleza, era firmar una sentencia de muerte.
BBC NEWS MUNDO
El pasado nazi del hombre que le dio el nombre al síndrome de Asperger
En 1938, el pediatra austríaco Hans Asperger remitió a una niña que sufría de encefalitis al Am Spiegelgrund, un centro de rehabilitación en Viena, la capital del país.
Poco tiempo después, la pequeña Herta Schreiber falleció, igual que otras decenas de niños.
El doctor que la envió a Am Spiegelgrund fue el mismo que le dio nombre a la condición Asperger, del espectro autista, que se caracteriza por causar dificultades para interactuar con otras personas.
Quienes la sufren, sin embargo, también tienen habilidades excepcionales en otras áreas.
El descubrimiento de esa carta y otros documentos similares sugiere que el pediatra estuvo activamente vinculado con el programa de eutanasia del régimen nazi en Austria.
Según un estudio del historiador médico Herwig Czech, que acaba de ser publicado en la revista Molecular Autism, Asperger “se las arregló para acomodarse al régimen nazi y fue recompensado por sus confirmaciones de lealtad con oportunidades profesionales”.
Así, el célebre pediatra contribuyó con la muerte de decenas de personas que formaron parte de programas de eugenesia y eutanasia desarrollados cuando Adolf Hitler estuvo en el poder.
“Durante mucho tiempo se creyó que Asperger fue una persona que se resistió al Tercer Reich. Pero el trabajo que realizó está vinculado al auge del nazismo y de sus mortales programas científicos”, afirma en un artículo publicado en el New York Times Edith Sheffer, investigadora de la Universidad de California Berkeley que se ha dedicado por siete años a estudiar a Asperger.
Mortal
Sheffer refiere que la eutanasia infantil fue el primer mecanismo de exterminación utilizado por Hitler. Comenzó en julio de 1939 con el objetivo de deshacerse de niños que pudieran ser una carga para el Estado porque los científicos nazis consideraban que sus genes eran defectuosos.
“Al menos 5.000 niños murieron debido a que fueron clasificados dentro de ese grupo y, como consecuencia, trasladados a pabellones especiales”, afirma Sheffer.
Uno de los peores fue Am Spiegelgrund, los jóvenes internados en el centro morían por sobredosis de calmantes administrados por las enfermeras.
“Asperger trabajó con las personas más importantes en el programa de eutanasia de Viena, incluido el director de Am Spiegelgrund… la revisión documental que he realizado muestra que Asperger recomendó la transferencia al centro de decenas de niños que, estando allí, murieron”, afirma Sheffer.
Coincidencias
Un libro publicado por John Donvan y Caren Zucker también establece esa conexión.
Indican que el hombre apoyaba la ideología nazi y firmaba su correspondencia con un “¡Heil Hitler!”
Basan sus conclusiones en los documentos descubiertos por el historiador Herwig Czech, que se ha dedicado a documentar los crímenes cometidos por los médicos del Tercer Reich.
En un principio, los comentarios de Asperger fueron moderados, opinaba que no era posible establecer criterios rígidos para el diagnóstico de niños.
Pero cuando Austria fue anexada a Alemania, en 1938, sus posturas parecieron volverse un poco más extremas.
Según Sheffer, empezó a utilizar términos como crueldad, rasgos sádicos y malicia al referirse a los niños que evaluaba. A muchos los mataron.
Difícil entorno
La sociedad austríaca cambió tras la invasión nazi. Y esto afectaba el trabajo de Asperger, considerando que era un médico que trabajaba con una gran diversidad de problemas hereditarios de salud.
“Los doctores estaban obligados a notificar los casos de niños con discapacidad que estaban a su cuidado”, explica Steve Silberman, autor de un libro acerca del autismo, en un artículo publicado por la Red de Radio Pública de Estados Unidos.
Y prosigue: “A los estudiantes de medicina se les entrenaba para que supieran administrar inyecciones letales y para que prepararan certificados de defunción falsos”.
No se toleraba la disidencia.
Silberman refiere que, en dos oportunidades, la Gestapo fue a buscar a Asperger a la Clínica de Niños en la que trabajaba. El director del centro, Franz Hamburger, quien se convirtió en un importante defensor de la ideología nazi en Austria, impidió que se lo llevaran.
Muchos de los colegas de Asperger terminaron uniéndose al partido nazi austríaco.
La otra cara
Aunque Silberman acepta la existencia de la carta que sentenció a muerte a la niña Herta Schreiber, también reivindica el trabajo que realizó e incluso destaca episodios que le ganaron a Asperger la reputación de haber tratado de salvar la vida de niños con ciertas condiciones médicas.
“El autismo muestra particularmente bien cómo personalidades anormales son capaces de desarrollarse y ajustarse al entorno. Y esto nos da el derecho y nos obliga a defender a estos niños”, escribió en un informe realizado en 1943.
En lo que respecta a su trabajo, el autor considera que Asperger descubrió lo que hoy se conoce como el espectro autista y que sus estudios inspiraron a la psiquiatra Lorna Wing a presentar un concepto más amplio al referirse a la condición de una manera más amplia, en vez de tratarla como un padecimiento raro y limitado, definido por algunos como psicosis infantil.