Y concluía: “Esa es su obligación, sólo suya. Y eso es precisamente lo que perderemos si se aprueba la enmienda”.
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Phyllis Schlafly, la mujer que movió la política de Estados Unidos hacia la derecha
"Ya que somos las mujeres las que tenemos bebés y no hay nada que podamos hacer al respecto, nuestras leyes obligan a los maridos a apoyarnos", empezaba a decir Phyllis Schlafly.
Con ese discurso, la profundamente católica abogada, activista de derechas y madre de seis logró que nunca llegara a aprobarse la Enmienda de la Igualdad de Derechos (ERA, por sus siglas en inglés), lo que los 70 fue para el movimiento feminista estadounidense lo que hoy es el matrimonio del mismo sexo para los gays.
Y por esa hazaña era sobre todo conocida Schlafly, quien murió de cáncer el lunes a los 92 años en su casa de San Luis, Misuri.
Pero también se le otorga el crédito de haber movido el centro de gravedad político de EE.UU. a la derecha.
“Ninguna ventaja”
La Enmienda de la Igualdad de Derechos la escribió originalmente la activista Alice Paul en 1923, con la intención de que se blindara desde la Constitución toda discriminación por razón de sexo y la presentó ante el Congreso sin éxito.
“La igualdad de derechos bajo la ley no podrá ser negada ni limitada por razón de sexo en EE.UU. ni en ningún estado”, rezaba el texto.
En un segundo intento medio siglo después, en 1972, tanto la Cámara de Representantes como el Senado le dieron el visto bueno de forma apabullante: con 354 votos a favor y 24 en contra en la primera; con 84 a favor y en contra en el segundo.
Fue entonces cuando empezó su proceso de ratificación, lo que requería la aprobación en tres cuartas partes de los estados (38) en un plazo de siete años.
Ese era el tiempo que Schlafly tenía para librar su batalla, la misma que por aquel entonces parecía perdida.
“Cuando fui a las charlas sobre la Enmienda de la Igualdad de Derechos y escuché lo que decían, en seguida me di cuenta que no traería ningún beneficio a las mujeres, y también vi todas sus desventajas“, le contaría años después, en 2014, al periodista Michel Martin de la NPR, la red que distribuye el contenido de 900 radios públicas de EE.UU.
Para cuando empezó su campaña “Stop ERA”, 30 estados habían ratificado ya la enmienda.
Pero Schlafly movilizó a las bases republicanas tras explicarles las consecuencias sociales que según ella tendría la ERA: las mujeres se quedarían “sin las ventajas reconocidas en las leyes laborales y de derechos de familia”.
“Lo que estoy defendiendo son los derechos reales de las mujeres”, diría entonces.
“Una mujer debería tener el derecho de quedarse en casa y de ser esposa y madre”.
Aunque ella, por contra, optó por tener un perfil público desde que se graduara por la Universidad de Washington en 1944 y el año siguiente obtuviera un máster en ciencias políticas por la Universidad de Radcliffe, centro hermano de la Universidad de Harvard para mujeres.
De hecho, nunca dejaría de lado su formación académica y a los 51 años se graduaría por la Escuela de Leyes de la Universidad de Washington.
Para cuando se acabó el plazo de ratificación de la enmienda, le habían dado el visto bueno 35 estados de los 38 necesarios, así que expiró.
Y el papel del activismo feroz de Schlafly en ello ha sido históricamente reconocido.
Ella misma presidió un entierro festivo de la ERA en el hotel Shoreham de Washington.
Ante la multitud allá reunida, dijo: la enmienda “murió ahora y para siempre“.
“Ahora nuestra nación puede entrar en una era de armonía entre hombres y mujeres”.
Contra la migración y el comunismo
Pero en su medio siglo de activismo conservador, la estadounidense también opinó de otros asuntos.
Además de llamar a las feministas “puñado de mujeres amargadas que buscan una cura constitucional a sus problemas personales”, la activista hizo campaña contra el matrimonio homosexual, el aborto, la educación sexual en las escuelas —la consideraba la principal culpable de los embarazos adolescentes—, la inmigración y el comunismo.
Y con ello ayudó a generar el clima político que llevaría a la presidencia en 1981 al actor reconvertido en republicano Ronald Reagan, señala Donald T. Critchlow, el autor de una de la biografía Phyllis Schlafly and Grassroots Conservatism: A Woman's Crusade (Phyllis Shclafly y el conservadurismo de base: la cruzada de una mujer), publicada en 2006.
Ella misma había probado suerte en la política, aunque sin éxito. Optó al Congreso dos veces, en 1952 y en 1970.
Así que se concentró en su activismo, en lo que se mantuvo activa hasta bien entrada en los 80.
Ya octogenaria, seguía escribiendo una columna semanal que se publicaba en más de 100 diarios y una hoja informativa mensual titulada Phyllis Schlafly Report (El informe de Phyllis Schlafly), además de participar en tertulias radiales y ofrecer charlas en universidades.
También escribió 21 libros, incluido el superventas A Choice, Not An Echo (Una opción, no un eco).
En 2010, durante una conferencia del Partido Conservador, dijo que ninguna mujer estaba preparada para ser presidenta, incluida la exgobernadora de Alaska, Sarah Palin.
Por eso le mostró su apoyo públicamente al candidato republicano Donald Trump, durante un mitin en San Luis, Misuri, en marzo.
El magnate, al conocer su muerte, dijo de ella que era “una patriota, una defensora de las mujeres y un símbolo de fuerza”.
Por su parte, el Eagle Forum —un movimiento conservador que ella misma fundó en 1972 y que consideraba su “mayor legado” y que hoy cuenta con más de 25.000 miembros—, la definió como “una icónica líder cuyo amor por EE.UU. sólo era superado por su amor a Dios y a su familia”.
De hecho, ella misma insistía en que para ella la política era solo un hobby.
Una afición con la que logró inclinar hacia la derecha el eje ideológico de toda una nación.