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Por qué México no quiso organizar los Juegos Paralímpicos en 1968

Pocos lo recuerdan. México se había comprometido a realizar la tercera edición en la historia de los Juegos Paralímpicos en 1968.

En 1968 México vivía intensos conflictos sociales. WIKIMEDIA

En 1968 México vivía intensos conflictos sociales. WIKIMEDIA

Pero dos años antes, el gobierno mexicano canceló la competencia. Oficialmente se dijo que no había dinero para organizarla.

Sin embargo, el país sí pudo realizar las Olimpiadas de 1968, consideradas históricas porque, por ejemplo, fueron las primeras que se transmitieron por televisión vía satélite a todo el mundo.

Los Juegos Paralímpicos se llevaron a cabo entonces en Tel Aviv, la capital de Israel, que celebraba ese año el vigésimo aniversario de su independencia.

Paradójicamente, al paso de los años México se convirtió en una potencia en estas competencias.

En la edición de Londres 2012, por ejemplo, la selección de ese país obtuvo 21 preseas.
Cuatro veces más de las que ganó la delegación que participó en las recientes Olimpiadas de Brasil.

Tiempos difíciles

¿Por qué canceló México los III Juegos Paralímpicos?

A lo largo de casi cinco décadas algunos han planteado que el entonces presidente, Gustavo Díaz Ordaz, no tenía interés en apoyar a las personas con discapacidad.

Es un señalamiento que se vincula al tipo de gobierno que encabezó, entre 1964 y 1970.

En ese período se vivieron al menos dos momentos de conflicto social: protestas de médicos en 1964, que reclamaron mejores condiciones de trabajo en hospitales públicos, y la masacre de estudiantes el 2 de octubre de 1968, donde murieron cientos de personas.

En ambos casos el gobierno mexicano utilizó a soldados para reprimir a los inconformes.

Pero la cancelación de las competencias paralímpicas tuvo otras razones, según los argumentos oficiales.

El rechazo

La realización de las Olimpiadas y los Juegos Paralímpicos fue una herencia del anterior gobierno, del expresidente Adolfo López Mateos.

Díaz Ordaz, en su cuarto informe de gobierno (precisamente en 1968), dijo que las competencias eran”un preocupante problema” y “un grave compromiso que México ha contraído”.

Al asumir la presidencia se dio cuenta que organizarlos “podía resultar superior a nuestras fuerzas por la magnitud del cálculo presupuestal”, aseguró ante el Congreso. La inversión para el proyecto “era capaz de desquiciar nuestra economía”.

El historiador Enrique Krauze es uno de quienes creen que ese discurso pretendía responsabilizar al movimiento estudiantil de ese año de un eventual fracaso en las Olimpiadas.

En cualquier caso, en ese momento el expresidente mexicano confesó que estuvo a punto de cancelar el evento pero después de una consulta entre líderes de campesinos, obreros y organizaciones patronales, decidió seguir adelante.

No fue el caso de los Juegos Paralímpicos. El comité organizador de las competencias solamente dijo que los recursos fiscales no eran suficientes para realizarlos.

No está claro si realmente ocurrió esa consulta, señaló Ariel Rodríguez Kuri en su ensayo “El otro 68. Política y estilo en la organización de los Juegos Olímpicos de la Ciudad de México”.

En el texto, publicado por la Universidad Autónoma Metropolitana campus Azcapotzalco, el autor afirma:

“Si se planteó con seriedad la posibilidad de renunciar a la sede, es difícil saberlo a estas alturas de la investigación”.

“Pero estoy cierto que el compromiso era una papa caliente en las manos de un gobierno hipersensible y bilioso”.

Hoy son “héroes”

Cada cuatro años, al terminar los Juegos Paralímpicos, en México surge una comparación:

El número de medallas de la delegación que participa en esta competencia contra las que obtienen los atletas olímpicos.

Hace décadas que estos últimos pierden en el contraste. El mejor papel de los mexicanos en una Olimpiada fue en 1968, cuando ganaron nueve preseas.

En cambio, los atletas paralímpicos obtuvieron 42 medallas en los juegos de Arnhem, Países Bajos, en 1980. De éstas, 20 fueron de oro, 16 de plata y 6 de bronce.

Algo que se ha conseguido con muy poco apoyo, dicen los deportistas paralímpicos.

De hecho, en febrero de este año un grupo de ellos promovió una campaña en Twitter para denunciar que no se les permitía entrenar en instalaciones deportivas oficiales para las competencias de Brasil.

La etiqueta de la protesta se llamó #UnidosPorElDeporteParalimpico.

Dora García, ganadora de diez medallas, dijo que su única petición era “respeto al deportista con discapacidad. Ese es el principal problema”.

El problema se resolvió por el momento.

Y, como ha ocurrido en otras competencias, a pesar de las limitaciones, estos atletas darán la cara por el país, dice la presidenta del Comité Paralímpico Mexicano, Liliana Suárez.

“Los toman como los que van a salvar todas las cosas, pero no tienen todo el apoyo”, dijo a medios locales.

“Los ven como héroes, pero los ven así cuando las medallas ya están”.

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