Reportes indicaban que la lava que arrojó el volcán amenazaba al vecino municipio de Yepocapa. Los cuerpos de servicio de los bomberos municipales y voluntarios y elementos del ejército fueron destacados a dicho lugar para ayudar a la evacuación de la población. Otras informaciones afirmaban que algunas de las casas del municipio habían sido alcanzadas por la corriente de material volcánico arrastrando todo lo que se encontraba a su paso.
El ejército puso vigilancia en los caminos próximos al volcán previendo que ocurran más desgracias y para evitar el saqueo y pánico entre la población amenazada. En otros municipios como Alotenango, Sacatepéquez se tomaron las mismas medidas precautorias por su cercanía al volcán.
La actividad del volcán no era muy común en aquellos años e impresionaba a los habitantes de los municipios cercanos y de la capital al punto de que muchas personas de movilizaron hacia las proximidades del coloso, especialmente en el camino que conduce a Alotenango. El camino hacia Escuintla se cerró ya que el cauce natural del volcán, el lugar conocido como Barranca Honda que desemboca en el río Guacalate comenzaba a fluir el material volcánico y representaba peligro para los transeúntes.
Destrucción en Yepocapa
En este municipio se vivieron escenas de angustia y terror por la erupción del volcán. A la mañana del día 16 la ciudad ameneció cubierta con una gruesa capa de arena volcánica y serios daños a la mayoría de viviendas. Muchos comercios quedaron enterrados por la impresionante cantidad de material vomitado por el coloso durante más de dieciocho horas.
El alcalde del municipio, Emiliano Molina relató a Prensa Libre las horas de angustia que vivieron los habitantes temiendo la desaparición de la población. De las 23.30 del día 14 a la 1 de la mañana del día 15 las gentes, presas del terror, no sabían para donde tomar, si quedarse en sus casas, refugiarse en las iglesias o en la alcaldía o agarrar camino para otros lugares.
A esa hora había arreciado de tal manera la erupción, que los techos de las casas cedían ante el peso de las grandes cantidades de arena. Muchos techos se vinieron al suelo. En algunas partes la arena se acumuló de 50 centímetros a un metro de altura. Varios automóviles quedaron semienterrados dentro de la arena. El dramatismo y el pánico se acentuaron ante la tempestad seca que brotaba del volcán sobre el valle de Yepocapa.
“Soy nativo de aquí, pero nunca, en mis sesenta años de vida había visto erupción semejante desde 1935. Al comenzar a caer ceniza no dimos mayor importancia ya que estábamos acostumbrados, pero la caída iba arreciando y envié un telegrama la presidente de la República solicitando ayuda inmediata.” indicó el alcalde Molina.
El presidente Carlos Arana Osorio giró instrucciones al jefe de la zona vial número 1 para que enviara camiones procedentes de Antigua y Chimaltenango para socorrer a la gente de Yepocapa, así como unidades de bomberos, del ejército, Cruz Roja y el IGSS. Sin embargo por la cantidad de material que cubrió el camino no pudieron ingresar al municipio hasta 10 kilómetros antes.
En la madrugada del día 15 socorristas habían evacuado a unas 400 personas a pie, algunos con sus “tanates” de lo poco que pudieron rescatar, llevándolos hasta Chimaltenango. El alcalde indicó que al menos unas 600 casas fueron destruidas y que las arcas municipales con la tragedia quedaron en bancarrota.
En la salida del poblado, había una vivienda humilde habitada por Rosa Isabel Quiej Zamora, de 65 años, quien falleció a consecuencia del colapso del techo de su casa. Siendo la única persona fallecida durante la emergencia.
Ceniza llega hasta México
La magnitud de la erupción fue tal que en la zona suroccidental del país y el sur del estado de Chiapas en México permanecieron en un estado de semi oscuridad debido a la caída de ceniza procedente del volcán de Fuego.
Se reportó que una capa de ceniza de unos cinco centímetros cayó en Santa María de Jesús, Quetzaltenango; San Felipe Retalhuleu, Mazatenango, Escuintla, Coatepeque, Costa Cuca, San Marcos y en Tapachula, Chiapas.
