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Día trágico para la Prensa en el <em>Jueves Negro</em>

“Muchá, hay que tener cuidado porque esta gente está armada”, fue lo último que dijo el periodista Héctor Fernando Ramírez el 24 de julio de 2003.

Referencias biográficas y muerte del reportero Héctor Ramírez (Foto: Hemeroteca PL)

Referencias biográficas y muerte del reportero Héctor Ramírez (Foto: Hemeroteca PL)

Ramírez era reportero de un telenoticiero que cubría los disturbios del “Jueves Negro”, en el Centro Empresarial, zona 10.

Mientras tanto, cientos de campesinos acarreados de la provincia asediaban la Corte Suprema de Justicia y el Tribunal Supremo Electoral (TSE).

Este ardid populista fue empleado por Efraín Ríos Montt, líder del Frente Republicano Guatemalteco (FRG) y quien buscaba a toda costa ser inscrito como candidato presidencial.

La turba había amenazado a la Prensa con palos y machetes. De hecho, los dirigentes de la masa habían hecho circular el rumor de que la Prensa era culpable de que Ríos Montt no fuera inscrito en el TSE.

En su afán de protegerse, los reporteros corrieron cuando las huestes amenazaron con quemarlos vivos.

Ramírez corrió hacia una vivienda cercana, donde pensó refugiarse, pero en plena calle cayó víctima de un paro cardiaco. Eran las 8.30 horas de ese fatídico jueves. Murió en el cumplimiento de su deber de informar.

La turba

Ramírez, quiern laboraba para Noti-7, no soportó la presión de la turba del FRG, que era animada por varios diputados y funcionarios del FRG.

A sus 61 años, Ramírez transmitía los sucesos por su teléfono celular, y apenas le dio tiempo a pedir auxilio en una vivienda cercana.

Ramírez también cubría la nota roja para Radio Sonora, y había empezado su profesión en Radio La Voz de Las Américas.

El “Reportero X”, como se le conocía en el gremio periodístico, fue uno de los primeros en llegar al Centro Empresarial, justo cuando la turba del FRG agredía a Juan Carlos Torres, reportero de elPeriódico.

A Torres le rociaron gasolina y pretendían quemarlo. Unos segundos antes fue despojado de su equipo fotográfico.

La acción del resto de reporteros impidió que se consumara el hecho.

Mario Linares y Daniel Herrera, de Prensa Libre, también fueron intimidados y agredidos.

Al caer la tarde el saldo era trágico: un periodista muerto y decenas de lesionados.

Ese día, portar una identificación de Prensa se convirtió en un arma mortal porque los manifestantes coreban “Periodista visto, periodista atacado”.

Los manifestantes impidieron la labor de la Prensa nacional e internacional al disparar al aire e impedir la cobertura.

“Ya les dijimos que se vayan; saben que no los queremos”, expresaban los manifestantes.

Durante doce horas, más de 800 personas que laboraban en el Centro Empresarial prácticamente fueron secuestradas por la turba.

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