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Documentos poco conocidos de la época independentista

El manifiesto ordenado en la misma Acta de Independencia o la ambivalente posicio?n poli?tica del gobernante Gabino Gai?nza, segu?n los documentos que firmo?, son testimonios histo?ricos que no muchos guatemaltecos conocen.

Texto original del bando para anunciar la Independencia. Retrato de Gabino Gaínza. (Foto: Hemeroteca PL)

Texto original del bando para anunciar la Independencia. Retrato de Gabino Gaínza. (Foto: Hemeroteca PL)

“Guatemalenses… Os advierto, que en todo pueblo divido nace con el tiempo la corrupción, y esta trae consigo males sensibles, otro día inevitables”, escribió el brigadier Gabino Gaínza, para advertir a aquellos que tuvieran ideas independentistas, el 10 de abril de 1821, cinco meses antes de la fecha decisiva.

Dicha pieza es un verdadero tesoro, sobre todo si se considera la diferencia de las palabras del mismo Gaínza, una vez firmada la emancipación de España y nombrado él como primer gobernante.

Durante la célebre sesión de aquel sábado de septiembre, se opinaba lo siguiente: “Cuando algunos funcionarios, sin resistir la independencia, decían solamente que se esperase el resultado final de México, un murmullo sordo, pero perceptible indicaba la desaprobación…”.

El Acta de Independencia es un ícono famoso, pero son muy poco conocidos otros documentos surgidos a partir de la misma.

Al revisar el punto 13, dice: “Que el señor Jefe Político publique un Manifiesto haciendo notorio, a la faz de todos, los sentimientos generales del pueblo, la opinión de las autoridades y corporaciones, las medidas de este gobierno, las causas y circunstancias que lo decidieron a prestar en manos del señor Alcalde 1o. Pedimiento del pueblo, el juramento de independencia y fidelidad al gobierno americano que se establezca”.

Asimismo, el punto 15 ordena disponer el día “en que el pueblo deba hacer la proclamación y el juramento expresado de independencia” y para ello se proclamó un Bando, con heraldo, tambor y a viva voz. También se giraron invitaciones a otro evento, de carácter religioso: el Te Deum cantado el 24 de septiembre de 1821, a las 9 horas, en la Catedral Metropolitana, por cierto, el único edificio de la Plaza, de esa época, que aún existe.

El arzobispo Ramón Cassaus y Torres fue quien ofició este acto litúrgico, pese a su oposición inicial a la causa. Se decretaron también tres días de iluminación, para lo cual se colocaron hogueras en pebeteros en los edificios más importantes de la ciudad.

Por su parte, la comunidad franciscana hizo circular un soneto para celebrar la independencia y participar el Te Deum. Esta composición dice así: “Celebrad con nosotros este día vosotros los que amáis la Religión y venid a ofrecer el Corazón al Dios que llena el alma de alegría. El Religioso estado ya gemía su infausta suerte, destrucción tirana, de aquí es que la Familia Franciscana en llanto su alimento convertía. Más ahora ya el Señor de la clemencia nos envío desde el Cielo su favor y apartó de nosotros el alma nuestra, Por tanto pide la asistencia vuestra, en las gracias que da en Señal de amor. Viva la Religión, viva la Libertad, viva Guatemala Independiente”.

El manifiesto

Para dar a conocer oficialmente la declaratoria de independencia al resto de provincias, el acta firmada el 15 de septiembre estipulaba un manifiesto.

Este documento contiene algunos textos interesantes: “Si en todos los países y edades la unión es la fuerza de los pueblos, en el presente es, más que en todos los tiempos, precisa y necesaria. El gobierno recomienda a los ciudadanos, a los pueblos y las provincias. Que haya divisiones cuando la ley misma divide en dos a los individuos de una sociedad; que las haya cuando la ley eleva a unos pueblos sobre la ruina de otros. Pero en un gobierno libre, en un gobierno que debe ser instituido por la voluntad misma de los representantes de los pueblos, deben cesar los motivos de división, triunfar la unión, y desaparecer las causas de los partidos”.

En otro párrafo se exige a los ciudadanos una buena elección de sus representantes: “Elegid, Ciudadanos individuos de las juntas electorales de Provincia, diputados de los Pueblos que han de representar: elegid a hombres penetrados del entusiasmo heroico de la América: elegid talentos: buscad genios bastante grandes para formar la legislación que deba regiros en lo sucesivo”.

El manifiesto es optimista y esperanzador: “Que vengan á esta Capital sus Diputados o Representantes: que manifiesten a la faz del mundo la voluntad de sus provincias: que designen la forma del gobierno, y decreten la Constitución política que os ha de elevar á la felicidad á que os llama la posición geográfica de vuestro suelo”.

Éste y otros documentos llegaron en días y aún semanas sucesivos. A San Salvador arribó el 21 de septiembre; a Comayagua, Honduras y León, Nicaragua, el 28 del mismo mes, mientras que a Cartago, Costa Rica, el aviso de independencia llegó el 13 de octubre de 1821.

Contradicción e interés

A lo largo de la historia vemos cómo privan los intereses personales sobre la convicción o los ideales que a veces no existen, pues simplemente suelen ser una armadura o escudo tan frágil como la tentación del poder, que seduce fácilmente.

Ello se puede comprobar en la figura de Gabino Gaínza, quien en el documento citado al comienzo se dirige a los ciudadanos en tono autoritario, y dice que no consentirá “que en abuso de fueros y libertades se atente contra el Gobierno de la Monarquía, contra el respeto de las autoridades, ni contra el orden ni jerarquía de los ciudadanos que forman la base del estado”.

Gaínza continúa dando indicaciones y normas de comportamiento y amenaza a cualquier rebelde: “Me veréis (como) un Militar resuelto y firme, que procederá contra el agresor hasta el exterminio…”. Sin embargo, el 17 de septiembre, Gaínza era, literalmente, otro.

En el bando que mandó proclamar se lee lo siguiente: “Toda persona que supiese que otra, u otras intentan conspirar contra el Gobierno independiente adoptado y jurado, está en obligación de denunciarla a la autoridad, y si no lo hiciere, será tratada y perseguida como cómplice de conspiración con arreglo a las leyes”.

Más adelante sentencia: “…si alguna hubiese de cualquier clase, grado y condición que directa, ó indirectamente con discursos, ó con obra intentase trastornar, ó desacreditar el sistema adoptado de Independencia y restablecer el gobierno español, será tratado, perseguido y castigado como conspirador, imponiéndole la pena de muerte en la forma prevenida por las leyes”.

Tratado

España no reconoció la Independencia de Guatemala sino hasta 1863. La reina Isabel II de España firmó un Tratado de Reconocimiento, Paz y Amistad entre la República de Guatemala y España, por petición diplomática del presidente Rafael Carrera.

  • Artículo 1: “Su Majestad Católica reconoce como nación libre, soberana e independiente á la República de Guatemala, compuesta de todas las provincias mencionadas en su Constitución vigente y de los demás territorios que legítimamente le pertenecen ó en adelante le pertenecieren; y usando de las facultades que le compete con arreglo al Decreto de las Cortes generales del reino de 4 de diciembre de 1836, renuncia en toda forma y para siempre por sí y sus sucesores la soberanía, derechos y acciones que le correspondían sobre el territorio de la mencionada República”. 1 de diciembre de 1863 Su Majestad, Isabel II Reina de España.

Acerca de…

  • Gabino Gaínza y Fernández de Medrano nació en 1760.
  • Reprimió insurrecciones en Perú y Chile. En este último, ya como Capitán General. Fue procesado por pactar una tregua con independentistas, y luego fue absuelto.
  • Llegó a Guatemala el 9 de marzo de 1821. Tras la Independencia, solo gobernó hasta mayo de 1822.
  • Murió en la pobreza, en 1829, en México.

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