Después de una breve escala en Santa Cruz, seguimos nuestro camino hacia Santa María Nebaj, a donde llegamos una hora y media después. A pesar de poseer restaurantes con platillos italianos y mexicanos así como un hotel, el pueblo conserva su milenaria identidad.
La silueta de la iglesia que se divisa a lo lejos nos hace retroceder a tiempos pasados. Sin embargo, la vida que llena cada rincón de las calles de Nebaj y una antena para comunicaciones celulares nos hacen sentir, de pronto, que en realidad estamos en el siglo XXI.
Cercano a Nebaj se encuentra San Gaspar Chajul, poseedor de dos importantes atractivos turísticos. Uno es la iglesia que posee un Cristo, objeto de veneración de peregrinos procedentes de todo el occidente del país. El segundo son sus casas, cuya arquitectura tradicional se distingue por sus techos de cuatro aguas. De teja y paredes blancas, tradicionalmente se deividen en dos áreas; una destinada a vivienda y la otra dedicada al culto antiguo.
Postales del Triángulo Ixil (Fotos: Carlos Sebastián 2004)
En algunas de estas edificaciones se conservan dibujos elaborados hace cientos de años. Sus representaciones recuerdan el arte de los antiguos mayas y se conservan gracias al cuidado de sus propietarios.
Hoy, la gente de Chajul, consciente del valor de sus frescos, se ha dedicado a restaurar algunas de estas casas para conservar su patrimonio y atraer al turismo.
El proyecto piloto situado en Juil, a unos 20 minutos del parque central chajulense, muestra una casa perfectamente restaurada cuyo único cambio importante es un baño moderno. En un costado, hay una pequeña compuerta para entrar al temascal, antiguo recinto para tomar baños de vapor. El vapor se general al arrojar agua y hierbas aromáticas sobre piedras calientes.
El reino de las flores
A unos 35 minutos de nebaj se encuentra la finca San Antonio. Situada en el valle de Acul, es un asombroso remanso de paz y naturaleza. Esta hacienda productora de lácteos y del famoso queso xancol, ofrece habitaciones dobles, equipadas con comodidades como agua caliente y luz eléctrica.
La bruma que desciende durante la mañana hace de éste un lugar paradisiaco en esta época del año.
Los matices de verdes, ocres y grises convierten el campo de esta región del norte del país en uno de los paisajes más especiales de Guatemala.
Ha llegado el momento de abandonar este remanso que nos alejó por un momento de la jungla de concreto, el ruido y el aire contaminado al que inevitablemente debemos regresar. Sin embargo, nos alejamos con la certeza de que siempre podremos regresar a un lugar que mantiene su verdadera identidad y donde es fácil encontrar paz y tranquilidad.