En su primera aparición en el balcón de la Basílica de San Pedro, ante decenas de miles de fieles enfervorizados, el nuevo papa bromeó tímidamente sobre el hecho de que los cardenales lo hubieran ido a buscar “al fin del mundo”, después de unos 13 siglos de pontífices europeos.
Ya más en serio, el que también es el primer pontífice jesuita instó a los católicos a emprender “un camino de fraternidad, de amor” y “de evangelización”, en un momento de importantes desafíos para una iglesia de mil 200 millones de fieles, más del 40% de los cuales vive en América Latina, donde se ve, sin embargo, desafiada por las iglesias pentecostales.
Vestido con su nueva sotana blanca y con una cruz de madera en el pecho, Francisco, de 76 años, también rindió tributo a su predecesor, Benedicto XVI, quien renunció al cargo el 28 de febrero último, y con quien tendrá que convivir en el Vaticano.
Antes de impartir su bendición urbi et orbi —a la ciudad y al mundo—, este hijo de un trabajador ferroviario de origen italiano y una ama de casa pidió a los fieles, turistas y curiosos presentes un “minuto de silencio” para orar por él. Fue un gesto sorprendente, casi una revolución para el líder de la Iglesia.
Bergoglio estaba en las apuestas muy por detrás de los principales favoritos, entre ellos el brasileño Odilo Scherer.
Entre la lluvia de felicitaciones destacan la de los reyes de España, un país que junto a Portugal introdujo el catolicismo en América a finales del siglo XV.
Primado de Argentina, Bergoglio goza de gran prestigio por sus dotes intelectuales. Los expertos lo consideran un conservador a nivel de la doctrina y progresista en materia social.
Cardenal de vida austera, no posee automóvil y es un crítico de la globalización. Sin duda escogió su nombre de papa, nunca antes utilizado, inspirándose en la vida sencilla y entregada a los pobres de San Francisco de Asís.
“Lo debe haber elegido por la pobreza. Él siempre fue un gran admirador de Francisco de Asís”, explicó su exvocero Guillermo Marcó.
Nunca un jesuita había estado a cargo de la Iglesia antes de Bergoglio, quien fue elegido en el segundo día de cónclave, al lograr por lo menos dos tercios de los votos necesarios —77— en la quinta ronda de elección.
Una columna de humo grisáceo que rápidamente se volvió blanco anunció al mundo la elección del Papa, a escasos minutos después de las 12 horas de Guatemala —17 horas de Italia—. Tras unos segundos de incertidumbre, las campanas de la Basílica confirmaron la noticia ante una muchedumbre que, armada con banderas y paraguas, gritaba: “Viva el Papa”, “Viva el Papa”.
La identidad del nuevo papa, que hace ocho años ya fue al parecer el gran rival de Benedicto XVI, según contaron varios vaticanistas pasado el cónclave, tardó todavía una hora en revelarse.
Con esta elección concluyeron cuatro agitadas semanas en la historia moderna del catolicismo, después de la renuncia inesperada de Benedicto XVI, al alegar “falta de fuerzas”, un hecho sin precedentes en los últimos siete siglos.
Antes de instalarse en el Palacio Apostólico, su nueva residencia oficial, el nuevo papa pasó una noche más en la Casa Santa Marta, donde los 115 cardenales se alojaron durante el cónclave.
Primer mensaje
El papa latinoamericano emitió su primer discurso al ser elegido.“Comenzamos este camino, obispos y pueblo, un camino de la Iglesia de Roma, que es la que preside en la caridad a toda la Iglesia. Oremos siempre los unos por los otros y todos por el mundo, para que haya una gran fraternidad. Que este camino de iglesia que hoy —miércoles— comenzamos y en el que me ayudará mi cardenal vicario, aquí presente, sea fructuoso para la evangelización”, declaró Bergoglio.
“Recen por mí y nos vemos pronto. Mañana —hoy— pediré a la Virgen que proteja Roma”, expresó.
La cuenta de Twitter del Vaticano, que estaba cerrada desde la renuncia de Benedicto XVI, publicó un sobrio mensaje para todos sus seguidores, en latín, anunciando “Habemus Papam Franciscum” (“Tenemos un nuevo papa, Francisco”).
Solo Francisco
El nuevo Pontífice, el argentino Jorge Mario Bergoglio, se llamará simplemente “papa Francisco”, y no “Francisco I”, precisó el portavoz del Vaticano, Federico Lombardi. Dijo que será llamado Francisco I si algún día uno de sus sucesores decidiera tomar su nombre, llamándose a sí mismo Francisco II.
Francisco no es solo el primer pontífice latinoamericano, sino también rompe la tradición de nombres papales. “San Francisco de Asís fue un renovador, que arrastraba gente con ejemplo, y no solo con palabras”, dijo el historiador Ralf van Bahren.
San Francisco remite directamente al santo italiano, fundador de los franciscanos en el siglo XIII. La orden franciscana tenía la pobreza como punto de partida. Bergoglio es el primer papa en escoger un nombre inédito desde Landón, en el año 913