Según relató uno de los sobrevivientes, el bus descendía la cuesta de Alaska, entre los kilómetros 164 y 165, a una velocidad moderada, aunque por momentos parecía que se incrementaba.
El entrevistado comentó que él viajaba en los asientos delanteros cerca del piloto, notó que de un momento a otro el vehículo iba más rápido, por lo que el conductor entró en pánico. Al ver que se acercaban a un precipicio, intentó detener el autobús rozando el paredón, en lugar de detenerse, volcó sobre el costado izquierdo arrastrándose varios metros, hasta quedar con la parte delantera en sentido contrario al que se dirigían.
Los fallecidos fueron trasladados al anfiteatro del hospital nacional de Sololá, para que fueran identificados por sus familiares. Mientras tanto, los heridos fueron llevados a los hospitales de Quetzaltenango, Totonicapán y Sololá.
Sepelio
Los cadáveres fueron trasladados a la capital por la vía terrestre; no llegaron todos juntos, debido a los trámites de identificación de las víctimas y otras circunstancias.
Los cuerpos fueron velados en las aulas de la Escuela, en donde se colocaron hasta tres ataúdes en cada salón.
El 10 de agosto, del edificio de la Escuela Nacional Central de Ciencias Comerciales salió el cortejo fúnebre de los estudiantes rumbo al patio del Colegio Salesiano Don Bosco, donde se ofició una misa de cuerpo presente.
Duelo
La muerte de los estudiantes causó un gran impacto en la población estudiantil.
La mayor parte de establecimientos de nivel medio, públicos y privados, se hicieron representar para dar el pésame a los familiares, compañeros de estudio y maestros de los alumnos fallecidos.