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1789: triunfa la Revolución Francesa

El 14 de julio de 1789 fue tomada la vieja fortaleza de La Bastilla en París, Francia. Se recuerda este día como el inicio de la Revolución Francesa y el Día Nacional de Francia.

Representación de la toma de la Bastilla el 14/7/1789. (Foto: Hemeroteca PL)

Representación de la toma de la Bastilla el 14/7/1789. (Foto: Hemeroteca PL)

La toma de la fortaleza es considerada el inicio de la Revolución. Es un hecho histórico, en el que, a costa del derramamiento de sangres noble y plebeya, el proletariado francés de finales del siglo XVIII se liberó de la explotación a que la sometía el despotismo de la monarquía de Francia.

Esa rebelión de masas nació al unísono del grito popular de “¡A la Bastilla, a la Bastilla!” el 14 de julio de 1789, fecha en que asaltó y destruyó esa fortaleza, símbolo de la opresión sin límite. El periodo de transición que le precedió en busca de la estabilización sociopolítica en Francia, también dio como resultado que en el sentimiento ciudadano de la mayoría de las clases media y baja constituidas en Asamblea Nacional, se promulgaran un 26 de agosto de 1789 los preceptos de “Libertad, Igualdad y Fraternidad” como derechos fundamentales de todo ser humano.

En 1774, Luis XIV había fallecido y le sucedió su nieto Luis XV y a él, Luis XVI.

Un día, Luis XVI dijo: “Después de mí, el diluvio”. Eran los presentimientos de la Revolución. El pueblo estaba al borde de la ruina. Había despilfarro, altos impuestos, miseria y demasiados privilegios para la monarquía y la nobleza.

El descontento se propagó entre los oprimidos y su ira desembocó en la destrucción de La Bastilla y el incendio de castillos en el campo. Después, ondearon los tres colores de la democracia.

El rey y la reina, en su desesperación, quisieron pisotearlos y huir, pero se impuso la voluntad soberana del pueblo y luego de encarcelarlos y juzgados, se les condenó a la guillotina.

Se estableció un gobierno revolucionario, y luego le sucedió un régimen de terror en manos de Robespierre (1793-1794). En medio de ese caos y desgobierno total, emergió una nueva estrella en el firmamento francés: Napoleón Bonaparte. El país desesperado, acudió a él.

Napoleón soñaba con una civilización romano-europea dominada por Francia. Por eso, un 19 de julio de 1799, bajo la apariencia de una República y con Bonaparte a la cabeza como primer cónsul, dueño y señor de todo, Francia, volvió a vivir un régimen monárquico, a solo 10 años de haberlo abolido con la Revolución de 1789.

América en la época de la Revolución

Cuando los franceses en vísperas de un nuevo siglo vivían su Revolución, también en estas latitudes del Nuevo Mundo ocurrían hechos trascendentales para la historia universal. Las 13 colonias iniciales de los actuales Estados Unidos habían declarado su independencia el 4 de julio de 1776. El 4 de febrero de 1789, George Washington asumía como primer presidente.

La capital del Reino de Guatemala se recuperaba del devastador terremoto que la había asolado en julio de 1773, por lo que la reconstrucción y asentamiento de la nueva ciudad estaba en marcha. Hecho que se consuma el 2 de enero de 1776 , al celebrarse el primer cabildo del Ayuntamiento en un rancho pajizo en el Valle de la Ermita, lugar donde se encuentra a la fecha. Para 1789 la ciudad de Guatemala se levantaba, casas, iglesias y conventos en estilo neoclásico y comenzaban a soplar los vientos de revolución a principios del siglo XIX.

Influencia en Guatemala

Las noticias que se recibían de Europa venían por correo marítimo y las fragatas con la correspondencia tardaban varios meses en su travesía. Por esta razón, a las puertas de 1800, se comenzó a saber de la Revolución Francesa. La Gazeta de Guatemala, único periódico impreso de la época, da alguna referencia en su número 98 del 18 de febrero de 1799, folio 5: “Las dos guerras de 1779, y la siguiente contra la República Francesa, no causaron alteración en la marina, pues fue la nuestra superior a la de los enemigos”, informaba.

Sin embargo, aunque en Guatemala no se estuvo inmediatamente al tanto de los sucesos, su influencia posterior sirvió para los movimientos independentistas, que aunados a las ideas tipificadas de la modernidad, enciclopedismo, ilustración y naturalismo, y las del gobierno representativo y republicano, ya se gestaban en América.

Fue así como el ensayo sobre el gobierno civil de Locke, a la par de la declaración de los Derechos del Hombre de la Revolución Francesa y la independencia de Estados Unidos, contribuyó también a alentar a la emancipación política guatemalteca de España.

Y aunque en la actualidad los conceptos de Libertad, Igualdad y Fraternidad para muchos hombres de la tierra únicamente sean letra muerta, en un momento dado se enarbolan como bandera cuando están en peligro los Derechos Humanos o la cordialidad entre los pueblos.

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