El cambio de mando no fue considerado un golpe de Estado, según Mejía, ya que “en forma serena” la cúpula militar pidió a Ríos Montt que entregara el cargo y por ello designó a Mejía.
Sin embargo, el 9 de agosto por la mañana se produjo un enfrentamiento armado entre dos columnas militares cerca del Palacio Nacional, en el cual algunos militares resultaron heridos.
Metas
Mejía fue enfático al manifestar que el Ejército y el Estado no pueden ni deben convertirse en defensores de intereses particulares o de grupos religiosos, sociales, económicos o políticos; esto, por el tinte moralistas de Ríos Montt.
Durante el régimen de Mejía se retornó a la constitucionalidad y la apertura política cerradas durante los regímenes militares de los últimos veinte años. También fueron clausurados los Tribunales de Fuero Especial.
Así, se consolidaron los pilares de la actual democracia con la promulgación de la Constitución y la celebración de los primeros comicios democráticos en los cuales resultó electo Vinicio Cerezo, primer presidente civil desde 1966. El contragolpe de Mejía es el último movimiento militar para acceder al poder.
A pesar de los avances durante su gobierno, la lucha contrainsurgente y la violación a los derechos humanos continuó. Lo que derivó en denuncias en su contra años después, a raíz del descubrimiento de documentos en los cuales se describía la persecución a estudiantes, líderes sindicales y opositores.
El ex jefe de Estado nunca pudo ser juzgado por esos señalamientos, debido a su delicado estado de salud, y falleció el 1 de febrero del 2016.
En era democrática
Aunque la idea de golpe de Estado ya había sido superada, es importante mencionar las intentonas del 11 de mayo de 1988 y el 9 de mayo de 1989 contra el gobierno de Cerezo, que amenazaban con retornar al pasado.
En dichos movimientos estuvieron involucrados los militares Manuel Gordillo, Carlos Garavito, Miguel Acevedo, Neftalí Gálvez, Gustavo Cifuentes y Gustavo Padilla.
Nuevamente, la constitucionalidad fue puesta a prueba el 25 de mayo de 1993, cuando el presidente Jorge Serrano Elías derogó las garantías, disolvió las Cortes y el Congreso sin éxito.
Serrano, quien ha sido considerado golpista, salió del país rumbo a Panamá el 31 de mayo de 1993, donde permanece en calidad de asilado.