El Domingo de Ramos, día que da inicio a las celebraciones de la Semana Santa debido a que fue cuando Jesucristo hizo su entrada a Jerusalén, es el momento en el que muchos guatemaltecos se reúnen y participan de las actividades religiosas de la época.
Las procesiones y las alfombras forman parte no solo de la Semana Santa, sino también de la cultura guatemalteca, estas y otras tradiciones se viven con fervor con el pasar de los años, e incluso de las décadas. Precisamente por ello la Semana Santa Guatemalteca fue declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.
Uno de los claros ejemplos fue cuando Prensa Libre evidenció la alegría de los ciudadanos en el inicio de la Semana Santa el 16 de abril de 1984.
De relieve fervor católico, fue el título que se utilizó para evidenciar cómo los guatemaltecos, de diferentes edades, elaboraban vistosas alfombras para el paso de las procesiones en diferentes puntos de la ciudad capital.
“A inmediaciones de la iglesia de San José, como tradicionalmente lo hacen, numerosos vecinos emprendieron la tarea del alfombrado, utilizaban aserrín teñido de varios colores, flores, pino y hojas de pacaya, para rendir culto al paso de la procesión”, dice uno de los párrafos de la nota histórica.
Además, se recopilaron varios testimonios de personas que decían sentir orgullo por estas tradiciones, y de la importancia que era transmitirlas a sus hijos para que pudieran replicarla en los años venideros.
Tal fue el caso de Miguel Ángel de León, un armero de la avenida San José que se encontraba con sus hijos y algunos empleados mientras elaboraba una alfombra. “Lo hago por devoción” decía el hombre, “y quiero inculcarle a mis hijos el fervor religioso“.
En ese momento, en la 14 avenida, entre la 3 y 4 calle de la zona 1, un grupo de niños scout también elaboraban una alfombra. Aníbal Guevara, del comité del grupo scout número 46, habló en esa época de la importancia de transmitir a los niños las costumbres y tradiciones, que ganaban mayor fuerza durante la Semana Santa.
Otra historia que se ganó el corazón de los lectores en aquella época fue la de la familia de Hugo Cáceres, quien en ese entonces era el dueño de una panadería en la 14 avenida y 1 calle de la zona 1 llamada “La Espiga de Oro”.
El hombre aseguró que su padre, de nombre Francisco Cáceres, elaboró las alfombras para el paso de la procesión de San José por más de 35 años de forma ininterrumpida.
Cáceres cuenta que, en un inicio, su familia contrataba a personas originarias de Antigua Guatemala para hacer las alfombres, pero que con el pasar de los años, ellos mismos se encargaban de la elaboración de alfombras.
Cortejos procesionales
En esa misma página de Prensa Libre se tomó registro de algunas procesiones que dieron sus respectivos trayectos en diferentes puntos de la ciudad capital.
Una de las más recordadas en esa fecha fue la procesión infantil de la iglesia de la Merced, que fue llevada por niñas y con el significado de “bendita tú eres entre todas las mujeres”.
También ocurrió el cortejo procesional del templo de Capuchinas, que llevaba la imagen de Jesús de las Palmas. En ella, según se destaca la nota, se presentaron algunos inconvenientes como la repentina reparación de una pata de la borriquita y la aparición de una fuerte llovizna, la cual no evitó que los guatemaltecos continuaran el trayecto.
Aún con todos los cortejos ocurridos en esa fecha, uno de los más recordados fue la procesión del templo de la Recolección, que en ese año llevaba 27 años de salir de forma ininterrumpida.