La ONU fue fundada por los 51 países —actualmente son 193— que firmaron la “Carta de las Naciones Unidas” después de la Segunda Guerra Mundial.
Este organismo proporciona el mecanismo para encontrar soluciones a las controversias o problemas entre países y a adoptar medidas en relación con casi todas las cuestiones que interesan a la humanidad.
Tiene como objetivos preservar a las nuevas generaciones del flagelo de la guerra, reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, crear condiciones para mantener la justicia y el respeto a los tratados internacionales, promover el progreso social y elevar el nivel de vida.
La ONU depende de las aportaciones de sus miembros para la ejecución de las actividades.
Sus principales órganos son la Asamblea General, el Consejo de Seguridad, el Consejo Económico y Social, la Corte Internacional de Justicia y la Secretaría. El Oficial Administrativo Jefe de la ONU actual es Ban Ki-moon, Secretario General. El 13 de octubre de 2016 fue nombrado António Guterres como Secretario General de la ONU para el periodo 2017-2021.
La ONU protege y promueve los derechos humanos, ayuda a reducir las tensiones internacionales, legisla sobre el medioambiente, vela por la salud, educación, alimentación y desarrollo humano.
Una historia de altibajos
La Segunda Guerra Mundial aún no había terminado cuando el presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt utilizó por primera vez el nombre de Naciones Unidas para referirse a los 26 países que, en 1942, se comprometieron a continuar la lucha contra las Potencias del Eje.
La idea de establecer una organización supranacional no era novedosa. Tras el primer conflicto mundial (1914-1918), los países vencedores decidieron crear la Sociedad de Naciones, con el objetivo de “promover la cooperación internacional y conseguir la paz y la seguridad”.
Este primer intento, que no contó con la membresía de Estados Unidos, obviamente, fracasó al no poder evitar que estallara una segunda conflagración.
Roosevelt, dispuesto a no repetir la historia, propuso un sistema que corrigiera la falta de operatividad de la Sociedad de Naciones. Así, si en esta organización todas las decisiones se habían adoptado por unanimidad, las Naciones Unidas contarían con una Asamblea General que se ocupara de debatir, investigar y recomendar, y de un Consejo de Seguridad que se iba a encargar de la auténtica toma de decisiones.
Oficialmente, la ONU nacía en San Francisco, el 24 de octubre de 1945.
¿Sus objetivos? El mantenimiento de la paz, la cooperación solidaria, la defensa de los derechos humanos y el respaldo a la libre determinación de los pueblos. Metas muy humanísticas, pero sustentadas por un órgano rector poco democrático.
El Consejo de Seguridad iba a estar integrado por 5 miembros permanentes con derecho a veto (Estados Unidos, Unión Soviética, Francia, Reino Unido y China) y 10 miembros no permanentes, elegidos cada dos años.
Desde un primer momento, la Guerra Fría limitó el papel de la ONU. Sistematicamente, el Consejo de Seguridad permanecía bloqueado por la batalla ideológica que estaban librando sus miembros. Sin embargo, tras la caída del comunismo, la organización comenzó a desempeñar un papel mucho más activo, hasta el punto de que parecía que las Naciones Unidas podrían ser la piedra angular para la construcción del Nuevo Orden Mundial.
Para el analista Soeren Kern, del Real Instituto Elcano de Estudios Internacionales, entre 1990 y 2000, “el Consejo de Seguridad, guiado por EEUU, comprometió a la ONU a implicarse en más de 20 operaciones de mantenimiento de paz, incluyendo, entre otros países, Angola, Bosnia, Camboya, Georgia, Haití, Mozambique, Somalia y otros.
Esta cifra excede el número total de operaciones emprendidas en los 45 años anteriores”. Aunque algunas de esas intervenciones, como las de Somalia o Ruanda, fueron muy controvertidas, el esperanzador papel que se veía en la organización sufrió un nuevo punto de inflexión a raíz de la campaña lanzada por la administración de George W. Bush en contra del terrorismo internacional.
En 2003, el bombardeo de Irak sin el respaldo de la ONU puso en evidencia que los intereses particulares seguían primando sobre cualquier otra consideración. Este hecho se puso, nuevamente, de manifiesto en la Asamblea de septiembre: buena parte del debate se centró en la ampliación del Consejo de Seguridad a 25 miembros.
Cuatro países, Brasil, Alemania, India y Japón aspiraron, sin éxito, a convertirse en miembros permanentes del club. Mientras los países sigan aferrándose a su soberanía nacional y la organización siga dependiendo del poder militar y económico de Estados Unidos (este país aporta casi un cuarto del presupuesto total), su futuro seguirá despertando dudas.
Quizá por eso, tras finalizar la cumbre del 60 aniversario, el Secretario General, Kofi Annan, recordó que “una cosa ha quedado clara del proceso en el que estamos: cualesquiera que sean nuestras diferencias, nos alzamos juntos o caemos en este mundo interdependiente en que vivimos”.