Salvador Ramos, autor de esta masacre, llegó a esta escuela luego de disparar contra su abuela y herirla de gravedad al momento de salir de su casa con dos rifles de asalto y cientos de municiones.
De acuerdo con las autoridades, el asesino llevaba consigo 1 mil 157 balas dentro de su mochila y un rifle de asalto cargado al momento de bajar de su vehículo e ingresar a la escuela.
Asimismo, informaron que en las instalaciones del colegio fueron hallados tres peines, artefacto utilizado para almacenar múltiples cartuchos, de las 61 que había comprado previo a llevar a cabo la masacre.
Por su parte, Steven McCraw, jefe de Seguridad Pública de Texas, reiteró que Salvador Ramos llevaba consigo miles de balas para realizar su plan y que, días antes del ataque, el asesino le había pedido a su hermana que la ayudara a comprar otra arma.
Sin embargo, ella se negó y el joven de 18 años se quedó solamente con los dos rifles de asalto que había comprado días después de llegar a la mayoría de edad.
Estas revelaciones se dieron durante la misma conferencia de prensa en donde el jefe de Seguridad Pública de Texas admitió que la policía tomó la decisión incorrecta al no derribar la puerta del aula donde estaba Salvador Ramos.
Por el contrario, los agentes policiales esperaron a que un empleado del colegio abriera la puerta del salón en el que el asesino estaba junto con decenas de niños y dos maestras y hasta en ese momento abrieron fuego contra Ramos.
“(El jefe policial) consideró que había tiempo y que ya no había más niños en peligro. Obviamente, sí que los había y el atacante seguía activo. Fue la decisión incorrecta y no hay ninguna excusa que valga”, reconoció McCraw.