En rueda de prensa en Estambul, el presidente explicó que sospecha del grupo Estado Islámico (EI) como autor del ataque.
A la boda asistían muchos kurdos, la etnia cuyas milicias protagonizan una encarnizada lucha en el norte de Siria y en Irak contra el yihadismo.
Erdogan afirmó que 69 personas siguen hospitalizadas, entre ellas 17 en estado crítico.
Hasta la fecha no se habían utilizado menores kamikazes en atentados en Turquía, que desde hace un año sufre ataques tanto del EI como de los rebeldes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), sobre todo en Ankara y Estambul.
“Venga de donde venga el terror, eso no cambia nada para nosotros”, declaró Erdogan. “Como nación, usaremos toda nuestra fuerza, unidos, de la mano, para luchar contra el terrorismo como hicimos el 15 de julio”, añadió refiriéndose al golpe de Estado fallido.
Un responsable turco declaró que “la ceremonia se celebraba al aire libre” en un barrio de Gaziantep.
Los novios sobrevivieron a la matanza. La novia Besna Akdogan está muy conmocionada y se desmayó varias veces. “Han convertido mi boda en un baño de sangre”, declaró a la agencia de prensa Anadolu. Resultó herida leve y fue dada de alta este domingo.
La agencia Dogan afirmó que el suicida se mezcló con los invitados, entre los que había muchas mujeres y niños, y detonó la carga explosiva.
Las fuerzas de seguridad buscan a dos personas que lo acompañaban y que huyeron tras el ataque.
Los testigos describen una escena dantesca.
“Cuando llegamos había una veintena de muertos”, cuerpos con “la cabeza, el brazo o la mano desperdigados por el suelo”, contó un hombre.
“Miren, son trozos de hierro que entraron en los cuerpos de nuestros familiares, estas bolas los han matado, no hay nada más que decir”, declaró otro.
Gulser Ates, una herida, contó a Hurriyet que el ataque se produjo cuando terminaba la fiesta.
“Estábamos sentados en las sillas, yo estaba charlando con un vecino. Murió, se desplomó delante de mí durante la explosión. Si no hubiera caído sobre mí, yo también habría muerto”, dijo.
Un diputado kurdo, Mahmut Togrul, aseguró: “el objetivo era atacar una boda kurda”.
Ataúdes en hileras
En Gaziantep, horas después de la carnicería, los hombres rezaban ante féretros en hilera y muchas familias consultaban la lista de víctimas transportadas a la morgue.
El sureste y el este de Turquía fueron blanco esta semana de tres atentados que dejaron 14 muertos. El gobierno los atribuyó al PKK kurdo. La guerrilla kurda, después de una calma relativa tras la intentona golpista del 15 de julio en Turquía, parece haber reanudado una intensa campaña de atentados contra las fuerzas de seguridad.
Gaziantep se ha convertido en un punto de paso de numerosos refugiados sirios que huyen de la guerra civil iniciada hace más de cinco años y medio.
Pero, además de refugiados y militantes opositores, en la región están presentes un número significativo de yihadistas.
La explosión de Gaziantep se produjo el mismo día en que el primer ministro, Binali Yildirim, anunció que Turquía quiere tener un papel “más activo” en la solución de la crisis en Siria con el fin de “detener el baño de sangre”.
El embajador de Estados Unidos John Bass lo condenó y añadió: “Somos solidarios con nuestro aliado Turquía y nos comprometemos a seguir trabajando estrechamente juntos para derrotar la amenaza terrorista”.
El presidente ruso Vladimir Putin denunció la “crueldad y el cinismo” del atentado.
“Recemos por las víctimas, muertos y heridos, y pidamos paz para todos”, proclamó en el Vaticano el papa Francisco.