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Altamira, la Capitalla Sixtina del arte rupestre que cautiva al mundo

Entrar en la cueva de Altamira es hacer un viaje en el tiempo de miles de años. Es alzar los ojos y contener la respiración al admirar la llamada “Capilla Sixtina del arte rupestre”, una bóveda de piedra salpicada de bisontes, ciervos, caballos y figuras de tonos rojizos y negros que conectan al espectador con el origen del ser humano.

Tras 12 años cerrada al público y uno abierta solo a visitas muy limitadas, el patronato que gestiona la caverna más famosa de España, situada en el norte de ese país y declarada Patrimonio de la Humanidad desde hace 30 años, decidió  dejar la puerta entreabierta al deleite del visitante, no sin polémica.

La iniciativa arrancó hace un año como un experimento. El objetivo de los científicos era estudiar durante 12 meses los efectos de las visitas de pequeños grupos sobre las pinturas y grabados que se conservan allí desde hace más de 13 mil años.

Un grupo de científicos, sin embargo, había advertido de los riesgos que la apertura de la cueva podrían entrañar para el monumento prehistórico, con procesos de deterioro solo visibles al cabo de muchos años.


Altamira es una de las joyas del arte paleolítico a escala mundial. Considerada por algunos la máxima representación del espíritu creador del hombre, el escultor inglés Henry Moore la calificó en 1934 como la “Real Academia del Arte Rupestre”, seis décadas después de ser descubierta por un cazador, en 1868.

Desde entonces ha inspirado a artistas como Joan Miró, Antonio Tàpies o Miquel Barceló, quien llegó a escribir: “Cuando visité por primera vez Altamira, pensé: ha sido como volver al origen, que es el sitio más fértil”.

Altamira fue el primer lugar en el mundo en el que se identificó la existencia del Arte Rupestre del Paleolítico superior. Es solo comparable en importancia a las cavernas de Lascaux y Chauvet.

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