Había tres cosas que el narco tenía la obligación de cumplir cada 25 de diciembre. Tres rituales que daban vida a una especie de cábala a la que se aferraba para confiar en que pasaría un nuevo año en la cima del negocio del narco y que su enorme cantidad de enemigos no lograría asesinarlo, cita el reportaje.
Para eso debía colgar una serie de elementos en su árbol de Navidad y repetir cada palabra de dos oraciones destinadas a distintas figuras religiosas de las que era devoto.
Laura Escobar, sobrina del capo del narcotráfico, que se desempeña como una especie de biógrafa del narco más famoso de la historia contó los detalles poco conocidos de su vida, según Clarín.
En otro diálogo con Telemundo, ella contó que para buscar protección y prosperidad Pablo comenzaba su ritual navideño rezando al Niño Jesús de Atocha, con velas blancas, luego repetía la oración del Arcángel San Miguel y finalmente colgaba en el árbol cinco amuletos que guardaba con cuidado extremo en una delicada bolsa roja de terciopelo con un cordón dorado.
Cada uno de los elementos, según la sobrina de Escobar, representaba algo diferente: salud, abundancia, prosperidad, amor y gratitud.
La sobrina también contó que muchos fanáticos de su tío, le pedían que les informara sobre estos rituales para repetirlos en sus casas: “Las personas me preguntan sobre los rituales de Pablo Escobar y con la información que les doy lo acomodan a su estilo de vida y forma de ser y les ha funcionado”, dijo.
Para el paladar
Además, según su sobrina, otra de las tradiciones de fin de año del capo eran algunas comidas que exigía estuvieran sin falta en su mesa: las tradicionales natillas y los buñuelos. Las fiestas eran ostentosas y contaban con todo tipo de excentricidades.