Testigo clave del gobierno en el megaproceso por narcotráfico contra Guzmán, Martínez tiene una nueva identidad secreta e integra el programa de protección de testigos del gobierno estadounidense.
Aseguró que no quería declarar contra Guzmán en este juicio porque teme que éste ordene matarlo nuevamente.
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“¿Por qué no quería declarar en contra” del Chapo?, le preguntó el fiscal Michael Robotti. “Imagínese cuánto más pueda recibir”, respondió Martínez, un voluminoso sesentón, calvo y de mostacho.
Contó que está viendo a un psicólogo que el gobierno estadounidense le recomendó porque sufre de ansiedad. “No puedo dormir”, afirmó.
Según contó ya el propio Martínez en otro juicio en Arizona en 2006 donde también fue testigo del gobierno, en el primer ataque cuatro hombres armados intentaron matarlo cuando estaba en prisión en México. En este y en un segundo atentado, lo apuñalaron más de una docena de veces, perforando sus pulmones, páncreas e intestinos.
Tras el segundo ataque, fue trasladado a otra cárcel y aislado. Pero un sicario consiguió llegar hasta los barrotes de su celda y le lanzó dos granadas. Martínez se escondió tras el inodoro, pero el techo se derrumbó y casi muere a raíz de sus heridas.
Martínez pasó casi 10 años en prisión en México y Estados Unidos. Tras su extradición se declaró culpable y comenzó a cooperar con el gobierno a cambio de una nueva identidad para él y su familia y la esperanza de una reducción de su condena inicial de 18 años de cárcel.
Actualmente reside y trabaja en Estados Unidos.