Muchos temían que Breivik convirtiera este proceso en una tribuna para divulgar su ideología.
El 27 de octubre de del 2014, en una carta enviada a la AFP , Breivik, de 37 años, había anunciado que adhería al “nacionalsocialismo”.
El 22 de julio del 2011, Breivik mató a 77 personas, ocho de ellas haciendo estallar una bomba cerca de la sede del gobierno en Oslo y 69, en su mayoría adolescentes, a balazos en un campamento de la juventud socialista en la isla de Utoya.
En el 2012 fue condenado a 21 años de cárcel, pena que puede ser prolongada si la justicia considera que sigue siendo un hombre peligroso.
La justicia noruega debe ahora pronunciarse sobre una demanda de Breivik contra el Estado noruego, al que acusa de violar dos disposiciones de la Convención Europea de Derechos Humanos, que prohíben el tratamiento inhumano o degradante, y garantizan el “derecho al respeto de la vida privada” y a “la correspondencia”.
Saludo nazi “personalizado”
El saludo nazi que hizo el martes es una variante del más “personalizado” que hizo varias veces durante su proceso en el 2012. Entonces consistía en llevar el puño derecho a su corazón antes de extender el brazo a modo de saludo.
Una vez sentado entre sus abogados, y bajo estrecha vigilancia, Breivik observó detenidamente al público asistente, esencialmente periodistas congregados en la gran sala de gimnasio, donde se pueden ver dos canastas de baloncesto, un muro de escalada y barras para hacer ejercicios.
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En su alegato preliminar este martes, su abogado ystein Storrvik destacó que este proceso sobre sus condiciones de detención es muy importante, ya que Breivik probablemente “va a pasar toda su vida en prisión”.
En varias ocasiones, Breivik calificó su régimen carcelario de “tortura”. El asesino noruego sufre “evidentes secuelas” causadas por su aislamiento, según su abogado Storrvik.
“Una de sus principales actividades era estudiar, pero ahora ya no lo hace, lo que para mí es señal de que el aislamiento es nefasto para su salud psicológica”, explicó Storrvik antes del proceso.
- VIDEO | Video de The Telegraph cuando Breivik hace el saludo
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Las visitas que recibe, rarísimas, son casi únicamente de profesionales, y se producen detrás de una pared de vidrio. Su correspondencia es controlada por las autoridades, que consideran necesario hacerlo para impedir que el preso forme una “red extremista”.
La oficina del fiscal, que defiende al Estado, considera que las condiciones de detención son “ampliamente conformes a lo que está permitido” por la Convención europea de derechos humanos.
Breivik dispone de tres celdas, una donde vive, otra para estudiar y una tercera para realizar ejercicios físicos, con un televisor, un ordenador –sin internet — y una consola de videojuegos.
También puede cocinar y lavar su ropa, actividades propuestas con vistas a una muy hipotética reinserción en la sociedad noruega.
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