Los policías denuncian que carecían de capacitación y de radios para activar el código rojo en caso de una fuga como la del Chapo Guzmán, ocurrida la noche del 11 de julio en el penal de máxima seguridad del Altiplano, a unos 90 kilómetros de la capital, donde nunca había habido una evasión.
Roberto Cruz Bernal, cuya tarea es monitorear las cámaras del penal, apresado tras la evasión, fue el primero en introducirse sin armas y a oscuras en el túnel de 1.5 kilómetros por donde el capo huyó hacia el exterior.
Este policía esta detenido por no atender protocolos e impedir la activación del código rojo, un mecanismo para impedir la fuga que enlaza en tiempo real radios de corporaciones de seguridad, incluidas las militares.
Sin embargo, en su declaración ante un juez del Estado de México, a la que la AFP tuvo acceso, Bernal dijo desconocer el manual de operación para centros penitenciarios federales, que según su abogado, es el único que contiene especificaciones sobre el código rojo.
Las autoridades “me lo dieron y mostraron para leerlo el día 17 de agosto del 2015”, un mes después de la fuga, indicó el policía. Sus superiores le pidieron que lo firmara con fecha 24 de marzo del 2015, a lo que se negó.
“Hemos aprendido en base a experiencias de otros compañeros”, declaró Bernal.
¿Quién lo activó?
Un vocero de la Comisión Nacional de Seguridad dijo no poder responder quién activó esa noche el código rojo, cuánto tiempo tardaron en hacerlo, ni quién era el responsable.
“Hay protocolos de labor interna de los penales, pero no es posible hacerlos públicos”, dijo el portavoz.
Un video filtrado a Televisa muestra que se escuchaban martillazos en la celda minutos antes de su fuga y que hubo una demora de casi treinta minutos antes de que llegara una autoridad.
Unas 30 personas han sido detenidas por la fuga, nueve de las cuales acusada de ayudar al capo a huir desde el exterior.
El resto son policías, custodios y directivos de la cárcel.
Mientras los policías estaban únicamente asignados a monitorear cámaras, los custodios resguardan celdas e instalaciones que ocupan los presos.
“El código rojo no se activó por el personal del penal”, dijo Alberto de la Cruz, abogado defensor de los policías, quien explicó que el primer custodio que se percató de la ausencia del reo debió oprimir el botón de alerta, pero que ello no ocurrió.
Custodio atorado y narco enfermo
Los tres policías que se metieron al túnel para seguir al Chapo, tardaron una hora y media en salir, un trayecto que el prófugo hizo en menos de media hora.
Ya en el exterior, los policías notificaron la ubicación de la casa en construcción en la que terminaba el subterráneo.
El director del penal Valentín Cárdenas -ahora detenido- llegó con elementos de seguridad una hora 20 minutos después, dice en su declaración otro policía detenido.
Para entonces habían pasado tres horas y media desde que Guzmán había desaparecido a las 20. 52 hora de las cámaras de vigilancia, 17 meses después de haber ingresado en esa cárcel.
- En video/archivo vea: “La caza del Chapo Guzmán”.
Los cómplices de Guzmán habían bloqueado la entrada al túnel en la celda, con una placa de metal presionada con un gato hidráulico, que los policías tuvieron que destrabar con una improvisada palanca.
Además de sortear la inconveniencia de que un custodio quedó atorado por su ancha complexión en el agujero del túnel.
Otros tres agentes asignados al monitoreo de cámaras, también detenidos, cenaban en el comedor del penal mientras el capo huía.
Jaime Galindo Hernández, uno de los policías arrestados, monitoreaba a Servando Gómez la Tuta, otro peligroso narcotraficante que 20 minutos antes de la fuga cayó al suelo por un fuerte dolor estomacal, desapareciendo por momentos de cámaras. Tuvo que ser trasladado urgentemente a la enfermería.
Sofisticados equipos que detectan ruido del subsuelo dejaron de funcionar 14 meses antes. Pese haberlo reportado, Vicente Flores, jefe del centro de monitoreo, también fue detenido.
Después de salir del túnel, el Chapo se fue en un vehículo a San Juan del Río, a 135 kilómetros del penal, donde dos avionetas Cessna lo esperaban para llevarlo a Culiacán, capital de Sinaloa y luego a una montañosa zona donde militares le siguieron las huellas.