Cerca de 400 kilómetros y doce horas de vuelo, que pueden ser seguidas en directo a través de una página web, le separan del aeropuerto de llegada.
Junto al piloto, también toma parte en esta aventura Bertrand Piccard, con quien Borscheberg se turnará a los mandos de la nave.
Dos centenares de personas en autobuses descubiertos se trasladaron hasta el lugar para ser testigos del comienzo de esta “aventura solar”, que pretende marcar un hito histórico: recorrer 35 mil kilómetros sin emplear una sola gota de combustible sólido.
Los invitados que presenciaron su partida tomaron posiciones a las 06.00 de la mañana, hora local, para poder contemplar en primera fila el despegue, que quedó registrado a las 07.12 horas locales.
Entre los observadores, se encontraba Tariq Nasraldín, un piloto saudí, que aseguró a EFE haberse desplazó desde Florida, en Estados Unidos, para asistir al primer vuelo del “Solar Impulse II”.
“Soy fan y he seguido este proyecto desde el principio. Bertrand Piccard ha sido toda una inspiración para mí desde que diera la vuelta al mundo en globo. Fue en ese momento cuando decidí que quería ser piloto e instructor de vuelo”, relató Nasraldín.
Este periplo, que se prolongará durante cinco meses, incluye dos etapas de cinco o seis días, en las que Borscheberg y Piccard, fundadores del proyecto Solar Impulse, intentarán cruzar los océanos Atlántico y Pacífico.
Con su aventura pretenden concienciar a la gente sobre el uso de “tecnologías limpias y eficientes” frente a los contaminantes combustibles tradicionales.
La nave en la que surcarán los cielos oceánicos soportará temperaturas de 40 y -40 grados centígrados.
El avión cuenta con unas enormes “alas” de 72 metros de envergadura -las de un Boeing 747 Jumbo miden 68.5 metros-; aunque su peso ronda los dos mil 300 kilogramos.
Está cubierto de una fina capa de fibra de carbono que alberga 17 mil 248 células solares que le dan una autonomía de hasta cinco noches y cinco días.
La velocidad máxima a la que el avión podrá navegar será de 90 kilómetros/hora al nivel del mar, y de 140 kilómetros/hora a su altitud máxima, ocho mil 500 metros.
La cabina tiene un volumen de 3.8 metros cuadrados, suficientes para almacenar el oxígeno, la comida, el agua, el paracaídas y el resto del equipamiento necesario para el piloto, y tiene un asiento ergonómico que se reclina de forma que su ocupante pueda sentarse, estirarse e incluso hacer ejercicio.
Este es el segundo prototipo de ese “sueño”. El primero, más leve y menos potente, realizó su primer vuelo en 2010 y logró, entre otros, viajar 26 horas seguidas, y cruzar Estados Unidos de costa a costa en cinco etapas.
El avión, que avanzará a una velocidad media de entre 50 y 100 kilómetros hora, incluye la novedad de que es completamente hermético, por lo que podrá volar sin problemas bajo la lluvia.
De día, el prototipo volará a una altitud de ocho mil 500 metros y de noche, para ahorrar energía, descenderán hasta los mil 500 metros.
Tras su parada en Omán, el Solar Impulse II dejará atrás Oriente Medio, uno de los símbolos de la explotación de los combustibles fósiles, para volar hacia los horizontes de la India, Birmania y China.
Posteriormente, los pilotos sobrevolarán el Océano Pacífico hasta la isla estadounidense de Hawai y ya en el subcontinente norteamericano se detendrán en Phoenix, Arizona y en el aeropuerto John F. Kennedy de Nueva York para, más tarde, adentrarse en el Atlántico, con la esperanza de que la meteorología les sea benigna.
Solar Impulse se detendrá después en el sur de Europa o en el norte de frica, antes de concluir su vuelta al mundo en el aeropuerto emiratí de Al Batin, el próximo julio o agosto, para cerrar el círculo y concretar un nuevo hito para las energías renovables.