El controvertido empuje soberanista catalán que puso en jaque la unidad de España ha tenido ecos peculiares en el hemisferio occidental, animando a independentistas y autonomistas en diferentes partes.
BBC NEWS MUNDO
De Quebec al sur de Brasil: ¿puede el referendo por la independencia de Cataluña impulsar movimientos similares en América?
Los separatistas de Quebec, Canadá, miran a Cataluña con interés. El alcalde de la chilena Isla de Pascua declara que se identifican con lo que viven los catalanes. Y en el sur de Brasil, organizan una consulta de secesión.
“Nosotros nos vemos reflejados en Cataluña”, dice Anidria Rocha, coordinadora del movimiento separatista brasileño “El sur es mi país” que el domingo organizó la votación simbólica sobre la secesión de los estados de Rio Grande do Sul, Santa Catarina y Paraná.
“En un mundo globalizado, en que tenemos la información en el momento en que ocurre, es casi como un efecto dominó”, sostiene Rocha en diálogo con BBC Mundo.
Pero que la crisis catalana pueda realmente vigorizar los movimientos separatistas al otro lado del Atlántico aun está por verse.
“Amanecer”
Las ideas de separatismo dentro de países americanos son prácticamente tan antiguas como el propio surgimiento de esas naciones.
Panamá, por ejemplo, nació como país al separarse de Colombia en 1903, por un movimiento independentista doméstico que recibió la ayuda clave de Estados Unidos, interesado en la construcción del canal que atraviesa el istmo.
Y algunos proyectos soberanistas en las Américas han permanecido latentes a lo largo del tiempo, por motivos culturales o económicos: las regiones involucradas suelen ser más ricas que otras partes de los respectivos países.
En Estados Unidos, movimientos que buscan la independencia de California y Texas también han saludado las novedades que llegan de Cataluña, aunque sus propios proyectos tengan limitadas posibilidades de triunfo.
“¡Estamos presenciando el amanecer de la era de la secesión!”, declaró Louis Marinelli, uno de los impulsores del separatismo californiano o “Calexit”, al diario New York Daily News desde Rusia, donde está basado actualmente.
En Quebec, una provincia canadiense donde se habla mayoritariamente francés, llegaron a realizarse dos referendos de independencia en 1980 y 1995 en los que el separatismo fue derrotado (por estrecho margen la segunda vez).
No obstante, en 2006 el parlamento canadiense reconoció a Quebec como una “nación” dentro del país, mientras separatistas de la provincia mantuvieron la idea de impulsar un tercer referendo.
Y ahora que Cataluña realizó su propio referendo de independencia el 1º de octubre, declarado ilegal por la justicia española y con 90% de votos a favor del “sí”, algunos quebequeses muestran entusiasmo.
“¡Los catalanes han elegido la independencia y ahora el resto!”, expresó a través de las redes sociales Martine Ouellet, la líder del partido federal canadiense Bloc Québécois (BQ) que viajó a Barcelona para observar el voto.
“Oportunistas”
Las repercusiones de Cataluña han llegado incluso a Isla de Pascua, en el océano Pacífico, donde miembros de la ancestral etnia rapa nui mantienen diferencias históricas con el gobierno de Chile en reclamo de mayor autonomía.
“Lo que está pasando en Cataluña nos identifica”, dijo el alcalde de Isla de Pascua al diario chileno El Mercurio de Valparaíso. “Es lo mismo que nos va a pasar a nosotros si Chile y sus gobiernos no toman en serio la petición de los rapa nui de hace décadas”.
En las redes sociales también surgió una iniciativa que plantea la separación de los estados norteños de México para crear la “República de México del Norte”, que hasta el martes reunía más de 50 mil me gusta en Facebook.
Algunos ven esta idea como una broma, pero el gobernador del estado mexicano de Coahuila, Rubén Moreira, la calificó seriamente como “un disparate” y dijo: “Nunca faltan oportunistas que en estos momentos tratan de deshacer nuestra nación”.
“Fragilidad”
Sin embargo, tras los sucesos en Cataluña —y quizá debido a la crisis que estos generaron—, los movimientos separatistas en las Américas parecen lejos de sumar apoyo masivo en estos días.
De hecho, la consulta informal separatista del sur de Brasil recibió el domingo unos 350 mil votos por el “sí” según los organizadores, menos aun que los cerca de 600 mil que recogió otra igual un año antes y por debajo del 2% del total de votantes registrados en la región.
Esto, pese a que Brasil vive su peor crisis económica en décadas y el mayor escándalo de corrupción política de su historia.
Rocha, la coordinadora del movimiento, sostiene que de todos modos lograron las firmas necesarias para impulsar un proyecto de ley de iniciativa popular que convoque a una consulta oficial sobre la independencia en los tres estados.
No obstante, cualquier iniciativa de ese tipo chocaría con el primer artículo de la Constitución de Brasil que establece que el país es una “unión indisoluble” de sus estados.
“En países como Brasil, Argentina o México no veo una gran posibilidad (de secesionismo), por la fragilidad de los movimientos separatistas locales y porque son países con regímenes federalistas que dieron autonomía y poderes a los gobiernos locales”, señala Mauricio Santoro, profesor de relaciones internacionales en la Universidad Estatal de Río de Janeiro.
“Hay riesgos de que esto pueda volverse una crisis en un país como Bolivia, que tuvo en la década pasada tensiones muy graves entre la Media Luna (oriente) y el gobierno central”, dice Santoro a BBC Mundo.
Pero tampoco hay indicios de que asome un nuevo conflicto en esa zona boliviana, más rica y menos indígena que otras partes del país.
“No diría que (Cataluña) tiene algún efecto directo o implicación en las Américas. La mayoría de los países en las Américas no tienen un problema con un movimiento secesionista del modo que lo tiene España”, señala Matt Qvortrup, profesor de relaciones internacionales en la inglesa Universidad de Coventry.
“Poco probable”
Autor de un libro sobre referendos y conflictos étnicos, Qvortrup explica que la única forma en que un movimiento separatista como el del sur de Brasil logre tener efectos es volviéndose realmente masivo.
Y sostiene que incluso dentro de Quebec parece estar perdiendo fuerza el partido soberanista Parti Québécois.
Los datos de Qvortrup muestran lo difícil que la tiene cualquier proyecto separatista: desde 1980 hubo 38 referendos de independencia alrededor del mundo, en 35 de ellos triunfó el sí, pero solo 13 resultaron efectivamente en el nacimiento de un nuevo Estado.
“Y en esos 13 casos, el común denominador ha sido que el Reino Unido, Francia y Estados Unidos apoyaron la creación del nuevo Estado en el Consejo de Seguridad de la ONU”, dice Qvortrup a BBC Mundo.
“Así que, a menos que puedas lograr (ese apoyo), es poco probable que tengas un Estado”, concluye.