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¿Hacia dónde se dirige el iceberg que se acaba de separar de la Antártica?

Lo venían anunciado desde hace meses: un gigantesco iceberg de cerca de 6 mil km2 está a punto de desprenderse de la Antártica.

La grieta que mantiene unido a este inmenso bloque de hielo cuatro veces más grande que Ciudad de México, 10 que Madrid y equiparable a la mitad de Puerto Rico se está expandiendo, insistían los científicos.

Y finalmente, este miércoles, esta enorme masa de hielo de 1 billón de toneladas se separó definitivamente de la Plataforma de Hielo Larsen C.

Ahora que ya cortó sus lazos con la plataforma, ¿qué pasará con el témpano que probablemente recibirá el nombre de A-68?


¿Quedará a la deriva en el océano, poniendo en peligro a los barcos que navegan por la región?

Rumbo norte

“El movimiento de los icebergs está controlado mayormente por los vientos de la atmósfera y las corrientes oceánicas que empujan al bloque de hielo que está por debajo de la superficie del agua”, le explica a BBC Mundo Anna Hogg, experta en observaciones satelitales de la Universidad de Leeds, en Reino Unido.


Pero también, está determinado por la simetría de lecho marino.

“Los rasgos topográficos importantes, como por ejemplo las pequeñas montañas en el fondo del mar, pueden ser lo suficientemente altas como para hacer que el témpano permanezca en el mismo sitio por un tiempo”, dice Hogg.
Si nada lo detiene, o si eventualmente se mueve de su posición original, comenzará a viajar alrededor del continente antártico, impulsado por la corriente costera que gira en sentido contrario a las agujas del reloj y está presente durante todo el año.
Una vez que llegue a la punta de la Península Antártica, “continuará viajando hacia el norte, en dirección al Pasaje de Drake, donde se irá disipando”, explica la experta.

Este proceso demora meses, años.

“Semejante volumen de hielo, tomará un buen tiempo en derretirse, sin importar si está en aguas frías o más cálidas”, señala Hogg.

Peligro

Los científicos no saben con exactitud hasta dónde llegará, pero normalmente no suele llegar hasta una zona habitada.

Y, a medida que se desplaza hacia el norte, se irá rompiendo en fragmentos más pequeños que pueden continuar su viaje en diferentes direcciones, según las fuerzas que actúen sobre ellos.

Cuando abandone las inmediaciones del continente antártico, es crucial seguirle la pista, ya que es allí donde puede convertirse en un peligro para los navegantes.

No en este momento -en medio del invierno en el sur-, pero sí durante el verano antártico: si bien la península está fuera de las rutas comerciales más importantes, es el principal destino turístico de los cruceros provenientes de América del Sur.


Mientras se mantiene como una sola pieza, o varias pero grandes, es menos peligroso, ya que puede verse a la distancia.

Cuando se desmembra la situación empeora, porque desde la superficie es difícil estimar cuánto hielo hay sumergido bajo el agua.

Georgia del Sur

Uno de los lugares donde también suelen acabar los glaciares grandes es en la plataforma de hielo superficial que rodea la isla de Georgia del Sur, unos mil 390 km al este-sureste de las islas Malvinas/Falklands.

Al desarmarse allí, los icebergs vuelcan miles de millones de toneladas de agua dulce en el ambiente marino local.

Según investigadores británicos, estos gigantes de hielo tienen un impacto dramático y pueden alterar incluso los ciclos alimentarios de los animales que habitan la isla.

A esta isla, por ejemplo, llegó el iceberg A-38 en 2004.

“El agua dulce tiene un efecto mensurable en la estructura de la columna de agua”, le explicó a la BBC Mark Brandon, oceanógrafo de la Universidad Abierta, en Reino Unido.

“Cambia las corrientes en la plataforma porque cambia la densidad del agua de mar. Y también baja la temperatura del agua”.

El polvo y los fragmentos de roca que el iceberg trajo de Antártica actúan a modo de nutrientes cuando se derriten en el océano e incrementan la productividad de las algas y las diatomeas en la base de la cadena alimentaria.

Pero en Georgia del Sur, estos glaciares pueden tener un impacto negativo al actuar como barrera contra el influjo de kril, una fuente de alimentos vital para muchos animales de la isla, incluidos pingüinos, focas y aves.

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