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Las impresionantes cuevas y arcos creados por el deshielo en el iceberg más grande del mundo

La enorme masa de hielo se encuentra en este momento a la deriva en la Corriente Circumpolar Antártica.

El movimiento de las olas abre cuevas y arcos en las paredes del iceberg A23a. EYOS EXPEDITIONS/RICHARD SIDEY

El movimiento de las olas abre cuevas y arcos en las paredes del iceberg A23a. EYOS EXPEDITIONS/RICHARD SIDEY

El iceberg más grande del mundo está siendo esculpido de manera impresionantes por la erosión en los que posiblemente sean los últimos meses de su existencia.

Un barco de la empresa de expediciones Eyos llegó el domingo a la masa de hielo A23a y descubrió enormes cuevas y arcos en sus paredes heladas.

El aire cálido y el agua de la superficie están reduciendo el tamaño del iceberg, que se aleja lentamente del “continente blanco”, como se conoce a la Antártida.

Al final, se derretirá y desaparecerá.

“Vimos olas de unos 3 o 4 metros de altura estrellarse contra el iceberg”, dijo a la BBC, Ian Strachan, jefe de la expedición. “Estaban creando cascadas de hielo, un estado constante de erosión”.

El A23a se separó de la costa antártica en 1986, pero no ha sido hasta hace poco que ha iniciado una gran migración.

Durante más de 30 años ha permanecido anclado en el fondo del mar de Weddell, como una “isla de hielo” estática, de unos 4.000 km2 de superficie.

La enorme masa de hielo se encuentra en este momento a la deriva en la Corriente Circumpolar Antártica, la gran corriente de agua que rodea el continente en el sentido de las agujas del reloj.

Esta corriente, junto con los vientos dominantes del oeste, empujan al A23a en dirección a las islas Orcadas del Sur, situadas a unos 600 km al noreste del extremo de la península antártica.

El iceberg se encuentra en el camino de lo que los científicos denominan “el callejón de los icebergs”, la principal ruta de salida de hielo del continente.

La interacción de vientos, frentes oceánicos y remolinos determinará el rumbo preciso en las próximas semanas, pero muchos de estos gigantescos icebergs, de punta plana o tabular, acaban pasando por el territorio británico de ultramar de Georgia del Sur.

El destino del A23a es fragmentarse y marchitarse hasta desaparecer.

Su legado se ve en la vida oceánica que siembran al dejar caer nutrientes minerales arrastrados. Desde el plancton hasta las grandes ballenas, todos se benefician del efecto fertilizante del deshielo de los icebergs.

Tiempo de supervivencia

El equipo de Eyos se acercó este domingo lo suficiente al A23a para colocar un dron gracias al que pudieron ver los acantilados del iceberg, de 30 metros de altura, cubiertos por una densa niebla.

Los icebergs de esta dimensión crean su propio clima.

“Fue dramático y hermoso de fotografiar”, dice Richard Sidey, videógrafo de Eyos.

“Es alucinantemente grande. De hecho, no creo que podamos imaginarnos su tamaño; sólo podemos saberlo gracias a la ciencia. Es demasiado grande para fotografiarlo. Se extiende hasta donde la vista alcanza a ver en ambas direcciones”.

Las observaciones por satélite permiten seguir la cobertura de su superficie y medir su espesor, que supera los 300 metros en algunos puntos. En cuanto a su masa, no está lejos del billón de toneladas, aunque irá disminuyendo día a día.

La gran pregunta es: ¿cuánto tiempo podrá sobrevivir el A23a a medida que se aleja de los climas más fríos de la Antártida?

Las temperaturas más suaves del aire crearán estanques de deshielo en la superficie que se drenarán a través del iceberg, ayudando a abrir fisuras.

Las espectaculares cuevas y arcos de la superficie se derrumbarán para dejar extensas zonas de hielo sumergido que se elevarán por su propia capacidad de flotación para comer los bordes del iceberg.

Pero otro gran bloque de hielo delante del A23a en el camino podría servir de muestra para comprender su posible longevidad.

El iceberg D28, también conocido por su nombre popular “Molar Berg”, está entrando en el Atlántico Sur, a unos 200 km al norte de Georgia del Sur.

Aunque ha perdido alrededor de un tercio de su superficie desde que se desprendió de la plataforma de hielo Amery de la Antártida en 2019, el D28 ha logrado mantener su forma básica y compacta.

¿Podría el A23a, con sus propias dimensiones, alcanzar del mismo modo una edad avanzada?

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