Ella no “mata con lanza”, como hacía su abuelo, a los invasores de su territorio —unas 180.000 hectáreas de bosques húmedo-tropicales en la Región Amazónica ecuatoriana— pero está dispuesta a gritar su mensaje tan alto como haga falta para lograr su objetivo: “Que se nos respete”, dice casi en una exclamación.
BBC NEWS MUNDO
Nemonte Nenquimo: “No esperen que sólo los pueblos indígenas defendamos la Amazonía, es una lucha de todos”
Nemonte Nenquimo lleva en su nombre las estrellas y en su voz la firmeza de un mensaje urgente: su "casa" no está en venta.
Nemonte, html5-dom-document-internal-entity1-quot-endRío de estrellashtml5-dom-document-internal-entity1-quot-end en español, es la líder waorani más reconocida a nivel internacional.
La líder waorani lideró una campaña indígena que resultó en un dictamen de la Corte Constitucional de Ecuador para proteger 500.000 hectáreas de selva amazónica contra la extracción petrolera. Su lucha la llevó a ser reconocida por la revista Time como una de las 100 personas más influyentes del mundo.
Este lunes 30 de noviembre, Nenquimo recibió uno de los seis premios internacionales que la Fundación Goldman* otorga cada año a defensores del medio ambiente (los llamados “Nobel” de la protección ambiental) por “haber sentado un precedente legal para los derechos indígenas en Ecuador”.
Ella considera ese reconocimiento “una lucha colectiva” y asegura que los waoranis —que hasta hace unos 60 años vivieron aislados— “vamos a seguir protegiendo nuestro territorio”.
“Lo que defendemos es la vida y el planeta”, le dice a BBC Mundo. “Y me gustaría que el mundo asumiera también su parte en esta lucha. No esperen que sólo los pueblos indígenas sigamos haciéndolo. Necesitamos que luchen con nosotros para proteger la Amazonía. Si nos unimos todos, podemos cambiar el futuro de nuestras generaciones”.
La líder waorani habló con BBC Mundo sobre cómo lidera esa lucha.
¿Qué inspiró tu lucha por defender los derechos de los pueblos indígenas?
Aprendí muchas historias de mi abuelo que solía escuchar cuando tenía como 5 años. Mi abuelo era un defensor de su territorio. Lo protegía. No dejaba que entraran invasores, incluso aunque fueran de otra etnia indígena, los mataba con [su] lanza. A mí me gustaba conocer esas historias de los guerreros waorani.
También aprendí mucho de mi padre. Él nació en la selva y no entró en contacto con el resto del mundo hasta hace 50 años. Gracias a él, desde pequeña, aprendí las realidades sobre mis raíces, sobre el lugar del que vengo —y sobre cómo los guerreros waorani han luchado durante miles de años (y lo siguen haciendo ahora).
Todo eso me hizo darme cuenta de que yo tenía que continuar con ese legado, defender nuestro pueblo por nuestros hijos, por su futuro.
El gobierno sólo ve intereses. Nosotros, el pueblo waorani, tenemos muchos recursos que quieren extraer. Quieren saquear nuestro territorio. Por eso organicé esta lucha, que es una lucha para defender la vida.
Gracias al conocimiento de los ancestros, de nuestros abuelos —vivos y muertos— sabemos que la selva nos ha dado la vida y es nuestra casa. Todo lo que hacemos es también una defensa por el bien del planeta, que los humanos estamos destrozando con el cambio climático.
Si no hacemos algo ahora no dejaremos nada para las futuras generaciones.
A tus 33 años, te has convertido en una de las líderes medioambientales más reconocidas del mundo. Una de las 100 personas más influyentes de la revista Time, una “defensora de su comunidad que nunca se rinde”, según el actor (y ambientalista) Leonardo Di Caprio. ¿Cuándo empezaste a ser una líder?
Empecé a ser líder cuando tenía 23 años, primero al frente de las mujeres waoranis, liderando a 400 mujeres para defender valores importantes de nuestro territorio, haciendo artesanías y protegiendo nuestro idioma (la lengua wao, o wao terero). Luego empecé a visitar pueblos donde viven etnias de otras nacionalidades.
El primer impacto fue el contacto con las petroleras, que han causado un daño enorme.
Fundé la Alianza Ceibo, una organización conformada por cuatro nacionalidades del norte de la Amazonía (siona, a’i Kofan, siekopai y waorani) para defender a nuestras comunidades y a nuestra selva. Estar unidos nos dio mucha fuerza y coraje.
Fue un trabajo duro, pero todo el pueblo unido colaboró —abuelos, jóvenes, niños, mujeres, hombres—y logramos mapear nuestro territorio [un proyecto de mapeo comunitario en el que se trazaron más de 500.000 hectáreas de territorio waorani, abarcando 16 comunidades].
Luego fui elegida presidenta de la organización Waorani de Pastaza (el Consejo de Coordinación de la Nacionalidad Waorani de Pastaza, Conconawep) y seguí con la lucha.
Ha sido una lucha larga, pero la Madre Tierra nos necesita.
¿Cómo influye en esa lucha ser una mujer indígena?
Es cierto que muchas veces las mujeres son invisibles para la sociedad. En muchos países, las mujeres quieren ser líderes pero no les dejan, no les dan la oportunidad. Pero para mí ser una mujer indígena es una fortaleza.
En nuestra cultura waorani las mujeres siempre han sido líderes. Su voz es fuerte y es escuchada.
A mí me fortalece trabajar con las mujeres. Las mujeres siempre nos preocupamos por la vida, por nuestros hijos, por la calidad en el hogar. Las mujeres somos como la Madre Tierra porque damos la vida, así como la Tierra da agua a las plantas y a los animales, nosotras parimos a nuestros hijos con un sufrimiento que nos da fuerza.
Yo identifico ser mujer waorani con la sabiduría, con el conocimiento ancestral, con la vida.
Además, eres madre…
Sí, y mi hija de 5 años también me ha dado mucha fortaleza.
Todo lo que hago, toda esta lucha, es por mi hija, para que pueda vivir en la selva muy libremente, sin extracción (petrolera), sin contaminación, sin enfermedad. Para que pueda tener una selva y un bosque lindo lleno de animales, de frutales, de plantas medicinales… lleno de comida y de vida. Y yo lucho por eso, por la vida.
Todos los seres humanos que viven en este planeta deberían hacer algo para luchar por la vida, para combatir el cambio climático, y no solo esperar que los “pobres” indígenas sigamos protestando y luchando.
Más bien, deberíamos unir fuerzas. Es la única manera de hacer algo para salvar la vida en este planeta.
Los waoranis están en primera línea en la lucha contra el cambio climático, pero son una comunidad desconocida para muchos. Como mujer waorani, ¿qué mensaje te gustaría transmitir al resto del mundo?
Me gustaría mandar este mensaje de mi comunidad al mundo occidental: que dejen de consumir tanta gasolina y tanto plástico porque lo que ellos consumen contamina y destruye nuestra vida en la selva. Viven en un sistema de consumir, consumir y consumir. Deberían vivir con más tranquilidad, más humildad y más corazón. Consumir alimentos saludables en lugar comida con químicos que les enferman a ellos y al planeta. Proteger y limpiar el aire. Cuidar la Tierra.
Sobre todo a las madres y a los padres les diría que eduquen a sus hijos sobre cómo cuidar el planeta que nos da la vida porque lo están matando. Y eso va a perjudicar a todos los seres humanos, no sólo a nosotros.
¿Y a los gobiernos?
Yo siempre digo que el gobierno debe respetar. Sin embargo, sigue vulnerando y violando los derechos de la vida, de la naturaleza, de los pueblos indígenas. Queremos proteger nuestros ríos, nuestra selva, nuestros animales… que el gobierno destruye a favor de sus intereses.
Lo único que exigimos como pueblos indígenas es que se nos respete. No queremos más explotación, no queremos más destrucción de nuestra vida y de nuestra “casa”. Queremos que se respete lo que decidimos sobre lo que pasa en nuestro territorio.
Y también queremos que el gobierno respete nuestra autodeterminación, nuestra gobernanza y nuestra visión. El gobierno no respeta nada de eso.
Ayudaste a traer el caso waorani a los tribunales y lideraste una demanda contra el gobierno ecuatoriano por violar el derecho de los waorani a la consulta previa libre e informada y a la autodeterminación. En abril del 2019, los tribunales de Ecuador dictaminaron a favor de los waorani. Fue una victoria sin precedentes…
Sí. Y recuerdo las lágrimas en mis ojos. Recuerdo llorar de alegría, de emoción. Ese fallo judicial significaba que nuestros hijos iban a vivir sanos y que los íbamos a seguir protegiendo.
Pero ahora se ha convertido en un ejemplo bien clarito de cómo aún no se nos respeta. El gobierno nos tendió una trampa porque sigue negándose a darnos voz, a consultarnos. Eso es lo más peligroso.
Si el gobierno quiere hacer una consulta, tiene que incluir a todas las nacionalidades en ese diálogo. El gobierno ecuatoriano nos hizo caer en un engaño y no lo vamos a permitir más. El gobierno tiene que escuchar y respetar nuestra decisión, nuestra visión.
Muchas veces, aquí en Ecuador, el gobierno toma solito sus decisiones, que escribe sobre la mesa sin presencia de los pueblos indígenas, tanto waoranis como de otras nacionalidades. Nosotros somos amazónicos, pero entendemos cómo se toman las decisiones políticas. Sin embargo, el gobierno sigue adelante sin consultarnos, vulnerando nuestros derechos.
Esa “ley de consulta” que está permitiendo el gobierno puede terminar por destruir nuestra selva. Por eso los pueblos indígenas de todas las nacionalidades vamos a unir nuestras fuerzas para luchar contra eso. Vamos a trabajar en nuestra propia ley y en exigir que se garanticen nuestros derechos.
El lema de tu campaña es “Nuestra selva no está en venta”. ¿Cuánto crees que falta para quitar el cartel de “se vende”?
Es un proceso largo. No es fácil con los intereses y los poderes del gobierno. Pero seguimos trabajando, uniéndonos y fortaleciéndonos día a día.
Nuestro territorio no está en venta, es nuestra “casa”. Y nosotros no vamos a permitir que vengan a patearla y destruirla. La Amazonía es lo único que nos queda. Ya hay petroleras causando impactos y daños ambientales a comunidades waoranis. ¿Cómo nos hemos beneficiado? ¿Qué cambios positivos ha habido? ¡No hay nada! La gente y los animales están contaminados, se están muriendo.
El gobierno nos ha engañado al permitir que las petroleras entren en territorio waorani. Lo mismo pasa con la sanidad y la educación. Hasta ahora, no hemos sido atendidos por los doctores como deberíamos.
Por eso te puedo decir que sé que no va a ser un reto fácil, aunque sé que al final lo lograremos.
Hablas de falta de atención médica, ¿cómo está afectando la pandemia en este contexto?
Todas las nacionalidades que viven en el Amazonía se han visto afectadas por la pandemia. Nos hemos contagiado, nos hemos enfermado y ha dificultado nuestra lucha. Pero además en estos tiempos de pandemia hemos sido totalmente abandonados por parte del gobierno, tanto en salud como en educación.
Ahorita nosotros, como líderes, estamos trabajando con nuestra gente para recuperarnos y seguir adelante. No vamos a esperar que ninguna presidencia o república, nacional o internacional, venga a salvarnos. La única salvación va a ser cuando los gobiernos nos respeten.
Mientras no nos respeten, los pueblos indígenas seguiremos muriendo, como está ocurriendo ahora por el cambio climático y por las explotaciones petroleras. O nos respetan o moriremos. No hay más que decir.
*Los seis premiados este año por la Fundación Goldman son: CHIBEZE EZEKIEL (Ghana), KRISTAL AMBROSE (Bahamas), LEYDY PECH (México), LUCIE PINSON (Francia), NEMONTE NENQUIMO (Ecuador) y PAUL SEIN TWA (Myanmar).