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Por qué decidió ahora Kim Jong-un parar las pruebas nucleares de Corea del Norte

El anuncio de Kim Jong-un de que Corea del Norte deja de hacer pruebas nucleares y de misiles balísticos sin duda traerá titulares cargados de entusiasmo, pero una mirada al historial de ese país debería hacer enfriar nuestras esperanzas.

Primero, respecto a las pruebas nucleares, Kim deja claro que las está congelando voluntariamente porque siente que su país ya domina el diseño y creación de armas atómicas.

Aunque es complicado verificarlo, esa afirmación no parece una exageración o una idea inverosímil.

Considérese que India y Pakistán, en 1998, habían realizado cada uno seis ensayos nucleares y ahora se encuentran en el panteón de las potencias nucleares, sin necesidad de realizar más pruebas.

Corea del Norte, con ocho años adicionales de acceso al conocimiento disponible en material de código abierto sobre diseño de armas nucleares, puede sentirse igualmente cómoda con sus seis pruebas.

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Y si vamos más al detalle, la quinta y sexta pruebas, en septiembre de 2016 y 2017, marcaron un importante hito: la primera, según los medios norcoreanos, se realizó con un dispositivo estandarizado y compacto apto para ser montado en varios misiles de corto, medio y largo alcance.

La esperable capacidad explosiva de esas armas puede estar en el orden de dos o tres veces la bomba atómica que Estados Unidos lanzó sobre la ciudad japonesa de Nagasaki al final de la Segunda Guerra Mundial. Lo que es suficiente para los propósitos norcoreanos.

Y el más reciente de los ensayos demostró que tiene la capacidad para generar unas explosiones nucleares muy potentes.

Si bien expertos independientes y agencias de inteligencia occidentales no se ponen de acuerdo en si Corea del Norte efectivamente domina el diseño de bombas termonucleares, como aseguran, los datos sísmicos recolectados el 3 de septiembre de 2017 le dieron al mundo información suficiente como para concluir que Pyongyang cuenta con dispositivos capaces de destruir una ciudad.

4 hitos armamentísticos de Corea del Norte en 2017 y cuán capaz es de lanzar un ataque nuclear

Además, el reciente viaje de Kim a Pekín fue una demostración de fuerza, una señal de que siente que su poder en el país está lo suficientemente consolidado como para cruzar la frontera.

Este anuncio de poner fin a las pruebas nucleares puede interpretarse también como una muestra de su renovada confianza.

El limitado costo de detener las pruebas de misiles

Además de congelar las pruebas nucleares, Kim dijo que ya no pondrá a prueba misiles balísticos intercontinentales.

Y eso sí que, por un lado, es sorprendente.

Corea del Norte ha llevado a cabo solo tres pruebas en total de misiles que podrían cargar cabezas nucleares hasta Estados Unidos.

Ninguna de estas pruebas ha involucrado un misil volando en una trayectoria similar a la que podría ser necesaria para un ataque nuclear a EE.UU., lo que haría pensar que todavía requiere más pruebas de vuelo para poder confiar en su capacidad de atacar tierras estadounidenses.

Pero Corea del Norte puede tener otros planes.

Por ejemplo, si bien ha conseguido dominar la mayor parte de lo que es necesario a nivel técnico para amenazar a Estados Unidos, sus capacidad sigue estando limitada por su pequeño número de lanzadores.

Actualmente, Corea del Norte tiene probablemente solo seis vehículos de lanzamiento para sus misiles intercontinentales.

Aunque Kim Jong-un durante su discurso de Año Nuevo de 2017 declaró que sus fuerzas nucleares estaban “completas”, hay buenas razones para creer que querría aumentar sus lanzadores e incluso trabajar en componentes de los sistemas nucleares de comando y control.

Desde un punto de vista táctico, entonces, este autoimpuesto freno a las pruebas de misiles tendría costes bastante limitados.

Fácil de romper

En última instancia, estas autoprohibiciones de pruebas resultan restringidas en su extensión.

La de las pruebas nucleares podría hacerse creíble mediante un gesto de buena fe en Punggye-ri, donde las ha llevado a cabo. Allí podría, por ejemplo, demoler sus túneles; la declaración publicada el sábado solo señala que el sitio será “desmantelado”.

Pero mientras Corea del Norte se aferre a sus misiles, puede romper su prohibición autoimpuesta con poco tiempo de advertencia. En 1999, Corea del Norte se sometió a una moratoria de prueba de misiles, pero finalmente se rompió en 2006, pocos años después del colapso del “Marco Acordado” de 1994.

Más allá de las prohibiciones, Kim utilizó la última reunión del Comité Central para promocionar el éxito de su proyecto estratégico nacional, que se resume en lo que él ha llamado la línea byungjin.

Este concepto se refiere al desarrollo simultáneo de una poderosa fuerza nuclear estatal junto con una economía más próspera.

El sábado, Kim indicó claramente que con el cese de las pruebas nucleares, concentrará todos sus esfuerzos en “construir una economía socialista poderosa y mejorar notablemente el nivel de vida de las personas”.

Eso debe tomarse en serio. Corea del Norte buscará alivio de las sanciones internacionales en las próximas cumbres para lograr este objetivo.

La cumbre es el premio

Estas concesiones anunciadas por el líder norcoreano llegan en vísperas de dos importantes cumbres, una con el presidente de Corea del Sur, Moon Jae-in, y otra con el de Estados Unidos, Donald Trump.

Uno puede preguntarse por qué Kim renuncia a tanto por adelantado en lugar de aferrarse esto como cartas a jugar cuando se encuentre con el presidente estadounidense, Donald Trump.

La respuesta es simple: una cumbre con un presidente de EE.UU. es premio suficiente. Para Kim, es algo que ni su abuelo ni su padre pudieron lograr.

Al final, lo que Corea del Norte pierde al demoler su sitio de pruebas nucleares y someterse a una moratoria unilateral sobre los lanzamientos de misiles es tolerable en comparación con lo que gana Kim al sentarse junto al presidente Trump.

Al leer el sábado los anuncios de KCNA, la agencia de noticias oficial de Corea del Norte, tampoco hay ningún indicio de la intención de “desnuclearización” que los funcionarios surcoreanos han estado promocionando en nombre de Corea del Norte.

Por el contrario, el anuncio de Pyongyang suena como la declaración de una potencia nuclear consolidada, un país que no tiene la intención de abandonar esas armas que le dan la última garantía de supervivencia.

Y aunque el presidente Trump haya elogiado la movida de Kim como un “gran progreso”, cuanto antes reconozca los objetivos finales de Kim, mejor.

* Ankit Panda es editor senior en The Diplomat y miembro de la Federación de Científicos de Estados Unidos

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