Rhianan Rudd, una adolescente de 14 años que vivía con su madre en la ciudad británica de Bolsover, fue arrestada y enviada a la cárcel acusada de haber cometido “actos de terrorismo”.
BBC NEWS MUNDO
Rhianan Rudd, la adolescente a la que el MI5 acusó de terrorismo y acabó suicidándose a los 16 años
Cuando Rudd se iba a enfrentar a la justicia británica en agosto de 2021, surgieron detalles de que la joven había sido "abusada" y "explotada sexualmente".
Ocurrió en septiembre de 2020 y, de ese modo, Rudd se convirtió en la mujer más joven jamás acusada de este tipo de delitos en Reino Unido.
La investigación, realizada por la oficina de inteligencia británica conocida como MI5, determinó que la adolescente, que todavía cursaba la secundaria, era responsable de al menos seis delitos relacionados con la “comisión o preparación de un acto de terrorismo”.
Sin embargo, cuando Rudd se iba a enfrentar a la justicia británica en agosto de 2021, surgieron detalles de que la joven había sido “abusada” y “explotada sexualmente” por hombres mayores que habrían influido en su supuesto accionar delictivo.
De hecho, la oficina del Ministerio del Interior británico logró presentar suficiente evidencia de los abusos cometidos sobre Rudd -por parte de hombres cercanos a ella o que había conocido por internet- para declararla víctima de “tráfico de personas“.
Así, el gobierno británico retiró los cargos en su contra. Por decisión personal, Rudd siguió viviendo en un refugio para menores, al que había sido llevada tras el arresto.
Sin embargo, a medida que se hacían públicos nuevos detalles del caso, en mayo de este año Rudd se suicidó. Tenía 15 años.
Y esta semana, la BBC pudo establecer que el MI5 conocía las instancias de “abuso” y “explotación” que sufría Rudd al momento de acusarla formalmente de los seis delitos asociados a “actos de terrorismo” en agosto de 2021.
Para su madre, Emily Carter, las graves acusaciones en su contra más el abuso al que fue sometida tuvieron que ver con la decisión final de su hija.
“Deberían haberla tratado como a una víctima, no como a una terrorista“, le dijo a la BBC.
“Chica amorosa”
Con 14 años, Rhianan Rudd había sido absorbida por el radicalismo de la extrema derecha.
Su madre la recuerda como una “chica amorosa” a la que le apasionaban los caballos, hasta que comenzó a tener creencias racistas y antisemitas.
“Si no tenías ojos azules y pelo rubio -ario, como ellos dicen-, ella no te quería conocer, eras de una raza inferior y no deberías haber nacido”, recuerda su madre.
Y añade que su hija incorporó esas visiones extremas “como una esponja”.
“Cambió mucho. No era ella misma. Era una niña que se obsesionaba con esas cosas”.
Su madre señala que Rudd tenía muchas dificultades para entablar relaciones y “había sufrido mucho en su vida”. Además, le habían diagnosticado autismo.
Carter admite que la menor había escapado de casa en varias ocasiones y que incluso el departamento de servicios sociales intervino con la familia.
“Admito que cometí errores, pero siempre traté de hacer lo mejor para ella”, señala la madre.
Y esa intención de hacer lo mejor para ella fue lo que la llevó, en septiembre de 2020, a referir a su hija a Prevent, un programa del gobierno británico para combatir la radicalización ideológica, después de que ella admitiera que había descargado un manual para hacer una bomba de forma casera.
En poco menos de un mes, Rudd fue arrestada acusada de delitos relacionados con el terrorismo.
Su vínculo con Prevent terminó. Además, fue interrogada y, aunque luego la liberaron, continuó como sospechosa de los cargos imputados, por lo que no pudo volver al colegio.
Por entonces comenzaron a conocerse los primeros detalles de su caso: durante algunos meses, ella había estado hablando por internet con adultos, entre quienes se contaba el estadounidense Christoper Cook, quien es un promotor del terrorismo neo-nazi y había formado una célula para perpetrar ataques.
Las evidencias comenzaron a mostrar que la entonces pareja de la madre de Rudd también había tenido influencia en ella. Carter señala que no sabía de esto.
La pareja era Day Mallaburn, un estadounidense que había integrado una pandilla de supremacistas blancos en su país y había estado en la cárcel.
Mallaburn conoció a la madre de Rudd a través de un sistema de pen pals (intercambio de cartas escritas) que existe para los prisioneros.
Antes del arresto de Rudd, la relación entre Mallaburn y Carter se había terminado y este había regresado a EE.UU.
Sin embargo, la BBC pudo establecer que Cook y Mallaburn habían estado en contacto y que este le había dicho que le enseñara a Rudd, una adolescente, “el camino correcto”.
Evidencia de abuso
Durante los interrogatorios con la policía, Rudd describió que había sido “coaccionada” y explotada incluso sexualmente. Reconoció que le había enviado imágenes explícitas a Cook.
El abuso que describió resultó finalmente en una declaración formal de explotación por parte del gobierno.
Según las leyes contra la esclavitud moderna en Reino Unido, ciertos organismos como la policía deben informar al Ministerio del Interior sobre las potenciales víctimas de explotación que encuentren en su trabajo.
Sin embargo, antes de que Rudd fuera acusada formalmente, ninguno de los organismos que hablaron con ella refirieron el caso a un especialista en la unidad del Ministerio del Interior que atiende estos casos.
Y no se debió a una falta de información: la BBC logró determinar que cuando ocurrió el arresto de Rudd, en septiembre de 2020, el MI5 tenía evidencia de que ella había sido explotada -incluso sexualmente- por Cook.
El Buró Federal de Investigaciones de EE.UU. (FBI, por sus siglas en inglés) logró conseguir imágenes del celular de Cook donde se exponía este abuso. El FBI le entregó las imágenes al MI5.
El tiempo que pasó entre su arresto y la acusación formal, alrededor de unos seis meses, afectó seriamente la salud mental de Rudd, con episodios de automutilación e intentos de suicidio.
Por esta razón, la joven fue enviada a una residencia de asistencia social.
En abril de 2021 fue acusada de seis delitos relacionados con terrorismo, que incluían estar en posesión de instrucciones para hacer explosivos y armas.
Los fiscales señalaron que la guía para hacer una bomba e imprimir un arma en una impresora 3D, que descargó de internet y tenía en su poder, estaba conectada con un potencial ataque en suelo británico.
Solo días después, cuando Rudd consiguió un nuevo abogado, las autoridades decidieron referir el caso al Ministerio del Interior y enmarcarla como una posible víctima de explotación.
Y se necesitaron otros siete meses para tomar una decisión: el Ministerio del Interior concluyó que ella había sido no solo víctima de explotación, sino también de tráfico de personas.
En diciembre de 2021, la investigación en su contra se detuvo.
Preocupante tendencia
Aunque Rudd ha sido la mujer de menor edad en ser acusada formalmente de delitos relacionados con actos de terrorismo en Reino Unido, lo cierto es que, según las autoridades, existe una tendencia creciente: cada vez más menores de edad, a menudo envueltos en extremismo de derecha alimentado vía internet, son investigados por el MI5 y la policía.
Y se ha condenado a algunos, como un joven que dirigía una célula virtual de terrorismo a los 14 años u otro de apenas 13 años que fue arrestado en el norte del país.
Los casos que involucran a menores son ciertamente complejos.
Es posible que un menor sea víctima de coacción o explotación, pero de todas maneras representa una amenaza de daño a otras personas.
Ese debate sobre la explotación y el tráfico de personas también se ha dado en casos de inmigración de mujeres jóvenes a quienes se les retiró la ciudadanía británica después de que abandonaran el país y viajaran a Siria para unirse al autodenominado grupo radical Estado Islámico.
En el caso de Shamima Begum, quien dejó el país cuando tenía 15 años para irse a Siria, el gobierno se pronunció en contra de sus peticiones de recuperar la ciudadanía británica, señalando que la consideran una amenaza para la seguridad nacional.
Sus abogados, por el contrario, argumentan que Begum fue traficada y explotada sexualmente.
Está claro que pocos son los menores que finalmente terminan en la cárcel.
El proceso de investigación, arresto y juicio puede llevar meses e incluso más de un año hasta su resolución.
Jonathan Hall, experto en temas de legislación contra el terrorismo en Reino Unido, señala que solo un menor de edad que cometió un crimen de este tipo fue encarcelado entre 2020 y 2021.
En los demás casos se les dio sentencias que no incluyeron la cárcel.
Hall dice que la pregunta que debe hacerse sobre el tema es si el enfoque actual es efectivo. Y sugiere cambios en la ley que permitirían a la policía decirle a un menor sospechoso de terrorismo que tiene las opciones de ser procesado o que puede aceptar una especie de sanción judicial.
Se les podría, por ejemplo, limitar el uso de teléfonos móviles, imponerles el uso de software de monitoreo o hacerles asumir un compromiso con un mentor, señala el experto.
“Eso se puede hacer muy rápido y mantener [a los menores] fuera del sistema de justicia penal”, dice.
En ese sentido, la madre de Rudd piensa que su hija nunca debió ser acusada formalmente.
Ella señala que “obviamente” la policía debe investigar y buscar evidencias, pero que el caso de Rudd debieron manejarlo de una forma totalmente distinta a como lo hicieron.
“Ella debió ser tratada como una víctima y nunca como una terrorista. Ella era una niña, una niña autista. Debió ser tratada como una niña que había sido abusada y explotada sexualmente”, reclama.
Un vocero del gobierno le dijo a la BBC que “el MI5 se toma muy en serio sus responsabilidades en relación con aquellos que puedan estar en riesgo de sufrir daños”.
“De acuerdo con una política gubernamental de larga data, el MI5 no puede confirmar ni negar su participación en casos individuales“, añaden.
“De manera más general, si en el curso del trabajo para proteger la seguridad nacional, alguien en el MI5 obtiene información de que un individuo está o puede estar en riesgo de muerte o de sufrir daños graves, esto se transmitirá a las autoridades pertinentes”, concluye la declaración.
Cook, el estadounidense que explotó a Rudd, se declaró culpable de hacer parte de un complot para destruir una planta de energía y quedó en libertad bajo fianza a la espera de una sentencia.
Pero la BBC ha sabido que el tribunal de Ohio (EE.UU.) se enteró recientemente de la conducta depredadora de Cook hacia Rudd, que no había sido considerada en el caso original en su contra a pesar de que el FBI conocía el dato desde mucho antes.
Después de que el tribunal tomara nota de su comportamiento, Cook fue puesto bajo custodia hasta que se conozca su sentencia.
Por su parte, una vez que le retiraron los cargos en su contra, Rudd decidió seguir viviendo en el hogar de menores y comenzó a participar en el plan Prevent.
Indicios de suicidio
Pero había señales de que no todo iba bien.
En las semanas previas a su muerte, Rudd le pidió a su madre que la ayudara a contactar a un extremista neonazi en Estados Unidos.
Su madre informó de esto al hogar de asistencia en el que se encontraba albergada la joven, que está gestionado por la empresa privada Blue Mountain Homes.
La madre dice que reportó el caso a servicios sociales y que finalmente la policía decidió dejar que se llevara a cabo el contacto entre Rudd y el extremista. No está claro si este ocurrió.
Su madre también había advertido a las autoridades locales sobre sus temores de que Rudd se quitara la vida.
Afirma que envió un correo a una asistente social que trabajaba allí en 2021 en el que decía: “Espero que no intente suicidarse cuando esté sola en su habitación”.
Y señaló en los correos electrónicos que Rudd tenía acceso a cuerdas.
Carter vio a Rudd días antes de su muerte y estaba tan preocupada por su apariencia que se comunicó con el hogar.
Ella dice que advirtió al personal de que su hija “iba a hacer algo” y les pidió que la vigilaran. El director del centro respondió que “averiguarían qué estaba pasando” y que no se preocupara, según relató la mujer.
Pero más tarde esa misma semana, recuerda, tres policías “estaban parados en la sala de mi casa diciéndome que mi hija había muerto ahorcada”.
En la habitación de Rudd en el hogar social se había prohibido la entrada de elementos que pudieran usarse como cuerdas debido al riesgo detectado de autolesión y suicidio, pero la menor obtuvo acceso a una de todos modos.
Con 16 años, la encontraron muerta más de 12 horas después de que se hubiera retirado a su habitación la noche anterior.
Ahora está previsto que se lleve a cabo una investigación sobre su muerte, pero aún no se ha fijado una fecha.
Las organizaciones contactadas por la BBC dijeron que no pueden comentar sobre los detalles de esta investigación hasta que se complete la indagatoria.
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