Quizás la veterinaria y defensora de los animales Chien Chih-cheng estaba en el empleo equivocado, en el momento equivocado.
BBC NEWS MUNDO
La desgarradora historia de la veterinaria que se suicidó con el mismo fármaco con el que sacrificó a cientos de perros
Una nueva ley que prohíbe la eutanasia animal entrará en vigencia esta semana en Taiwán. La medida se produce casi un año después del estremecedor suicidio de una veterinaria profundamente afectada por la situación de los perros callejeros en ese país.
“Con frecuencia trabajaba horas extras, poquísimas veces se tomaba su receso para almorzar y sacrificaba sus vacaciones para darles a los perros más atención y para ofrecerles una vida mejor”, cuenta Winnie Lai, su compañera en un refugio para perros abandonados en la ciudad de Taoyuan.
Graduada de la mejor universidad de Taiwán y con la calificación más alta en la prueba que deben presentar las personas que quieren trabajar en el sector público, Chien podría haber escogido un trabajo de escritorio en la oficina central de un ministerio.
Sin embargo, optó por dedicarse personalmente al cuidado de muchas mascotas que habían sido abandonadas año tras año en Taiwán.
La sala de espera del refugio estaba decorada con los dibujos de los animales que Chien hacía para alentar a que fueran adoptados, pero muchos de ellos tuvieron que ser sacrificados.
El 5 de mayo de 2016, Chien se suicidó y lo hizo usando el mismo fármaco que utilizaba para sacrificar a los animales.
Dijo que quería ayudar a las personas a entender lo que pasa con los animales abandonados en Taiwán.
La sociedad taiwanesa reaccionó con rabia. Muchas personas se enfocaron en el trágico final de la joven veterinaria.
Y otras en cuestionar por qué los trabajadores que luchan contra el abandono de mascotas estaban sometidos a tanta presión.
“Lloré toda la noche”
En una entrevista con el canal de televisión local, CTI, Chien recordó cómo se sintió la primera vez que vio a un animal siendo sacrificado.
“Fui a casa y lloré toda la noche”, dijo.
Pero fueron las intervenciones en los medios de comunicaciones, como esa entrevista, que provocaron que ella misma fuera blanco de ataques personales.
Cuando se informó que había sacrificado a 700 animales en dos años, fue apodada como “la hermosa asesina”.
Los trabajadores de refugios para animales se sentían amedrentados por tener que sacrificar a perros, pero Chien y otros especialistas vieron en esa medida la mejor manera de terminar con la vida de animales que nadie quería, que ya estaban muy envejecidos o que eran muy difíciles de ser adoptados, pues de no hacerlo se les sometía al riesgo de contraer enfermedades en refugios superpoblados.
“Decían que era una carnicera… Con frecuencia nos regañan. Algunas personas nos dicen que iremos al infierno. Aseguran que nos gusta matar y que somos crueles”, indica Kao Yu-jie, una de las compañeras de Chien en el refugio.
“Pero la gente sigue abandonando a sus perros. Escuchamos cualquier tipo de razón: su perro es demasiado irascible o no es suficientemente irascible, ladra mucho o no ladra lo suficiente”.
Alta tasa de sacrificios
En lo que se refiere al bienestar de los animales, Taiwán enfrenta dos problemas principales: el número de mascotas que han sido abandonadas y el número de perros que esos animales pueden procrear.
En realidad, la situación ha mejorado en la última década gracias a que han aumentado, por una parte, la concientización pública sobre el problema y, por otra parte, los esfuerzos de los refugios de animales y activistas para prevenir su abandono y fomentar su adopción.
Pero el número de animales sacrificados aún se mantiene alto y los refugios no reciben suficientes fondos y carecen de personal. El trabajo es duro y se dedican muchas horas. En algunos refugios, se mata a la mitad de los animales que albergan.
En 2015, alrededor de 10 mil 900 animales fueron sacrificados. Y alrededor de 8 mil 600 animales de refugios murieron el año pasado de otras causas, como enfermedades.
En la entrevista con CTI, Chien explicó el proceso de sacrificar a un perro.
“Primero lo dejamos que de un paseo y que se coma algo. Le hablamos. Luego lo llevamos al ‘cuarto humano'”, dijo.
“Cuando lo pones en la mesa, se le ve muy asustado y todo su cuerpo está temblando, pero después de que se le aplica el fármaco, se va (muere) en entre tres a cinco segundos. Deja de temblar. De hecho, es muy triste”.
Al personal que debe hacer estos procedimientos en Taiwán no se le ofrece ningún tipo de ayuda psicológica.
Una carta
El refugio de Taoyuan, de hecho, tenía una de las tasas de eutanasia más bajas y una de las tasas más altas de adopción de animales al compararlas con otros centros de acogida.
Pero una carta que Chien dejó antes de suicidarse deja de manifiesto su preocupación por el bienestar de los animales a los que se había dedicado.
Sus colegas lo atestiguan, aunque los expertos nos recuerdan que muchos factores muy complejos están detrás de cualquier suicidio.
“Ella misma se puso bajo mucha presión. Se preocupaba mucho por los animales y la presión laboral la afectó”, señala Lai.
En la carta, Chien escribió: “Espero que mi partida les permita darse cuenta que los animales abandonados también son vidas. Espero que el gobierno sepa de la importancia de controlar la fuente (del problema)… Por favor, valoren la vida”.
La ironía de su exhortación de valorar la vida no se perdió y la culpa le fue rápidamente atribuida a alguien más.
Algunos periódicos acusaron al gobierno de “matarla”. Muchos apuntaron al Ejecutivo por su incapacidad de dar con maneras efectivas para erradicar el abandono de mascotas o evitar que esos animales se reprodujeran.
Otros acusaron a quienes catalogaron de “burócratas de nivel alto” de intentar convencer al público que Chien simplemente no podía lidiar con las presiones laborales.
Pero otros dijeron que mientras los trabajadores de los refugios eran un blanco fácil de críticas, toda la sociedad debía asumir la responsabilidad.
Legislación
Muchas personas creen que la raíz del problema son los pocos esfuerzos por hacer cumplir una ley de esterilización y castración.
El encargado de la unidad sobre animales del ministerio de Agricultura de Taiwán, Chiang Wen-chuan, explicó que esta legislación entró recientemente en vigor y que no permite que los funcionarios impongan multas de forma inmediata a quienes no la cumplan.
Y aunque el personal de ese despacho visita a los dueños de unos 60 mil 000 animales cada año para pedirles que cumplan con las legislaciones vigentes, sólo 30% de los 1.7 millón de perros han sido esterilizados o castrados.
“No tenemos suficiente personal. Para todo Taiwán, solo tenemos 140 funcionarios dedicados a la protección de animales”, señaló Chiang.
“Es un problema sistemático. Terminar con la eutanasia y aumentar los refugios y el número de trabajadores no resolverá el problema”.
Algunos taiwaneses también creen que ese tipo de procedimientos médicos (la esterilización y castración) cambian la personalidad de sus mascotas. Otros dicen que quieren crías para dárselas a amigos o para vender”.
Medidas a corto plazo
Chien también estaba al tanto, cuando murió, de que una nueva ley entraría en vigor.
Desde el 4 de febrero de 2017, será ilegal sacrificar animales abandonados.
El presupuesto gubernamental dedicado a ese sector también aumentará en 40%, habrá más inspectores y cualquier persona que quiera dejar a su mascota en un refugio tendrá que pagar una multa de US$125.
Las autoridades han afirmado que esto no tiene nada que ver con el suicidio de Chien y su historia, la cual fue una tragedia humana.
El gobierno ha prometido incrementar los fondos destinados a los refugios así como también el número de personas que trabajan en esos centros.
También prometió ofrecerles asesoramiento psicológico.
Pero muchas personas califican estas medidas como cortoplacistas.
Los activistas quieren que el gobierno aplique mano dura contra los criaderos, brinde subsidios a organizaciones no gubernamentales para esterilizar y castrar animales y ofrezca apoyo a los grupos que se hacen cargo de animales abandonados.
Quizás Chien no fue la catalizadora de los cambios, pero su amor por los animales no será olvidado por su esposo, quien también trabaja en ese campo, y sus colegas, a quienes su muerte causó un profundo dolor.