Ese programa conjunto se siguió ejecutando después, durante la actual administración, de Barack Obama, según fuentes militares estadounidenses, de inteligencia y diplomáticas citadas por el rotativo.
La ayuda secreta para combatir a las Farc contó con un presupuesto multimillonario distinto a los US$9 mil millones de la cooperación militar estadounidense del llamado “Plan Colombia”, que comenzó en el 2000.
Para The Washington Post, las Farc, surgidas hace 50 años, han sido “el grupo insurgente mejor financiado del mundo”.
El periódico basó su información en entrevistas a más de 30 funcionarios estadounidenses y colombianos, tanto de la actual administración como de anteriores, y la mayoría declaró con la condición de anonimato.
Otro objetivo
El programa de lucha contra los insurgentes estaba dirigido a combatir a los cabecillas, no solo de las Farc, sino también del Ejército de Liberación Nacional (ELN), una guerrilla colombiana de menor entidad, precisa el periódico estadounidense.
El programa consistía en “un seguimiento en tiempo real” de los dirigentes rebeldes, y “a partir del 2006 se convirtió en una herramienta particularmente eficaz para matarlos”.
Para ello se usaron bombas inteligentes, guiadas por un sistema de geolocalización (GPS), “capaces de matar a una persona en la selva” con tan solo determinar su ubicación exacta, añade la información,
The Washington Post cita un caso registrado en marzo del 2008, cuando la Fuerza Aérea colombiana, con la ayuda de Estados Unidos, lanzó bombas inteligentes a través de la frontera con Ecuador, para matar al dirigente de las Farc, Raúl Reyes, entonces “número dos” de la guerrilla.
El rotativo asegura que este programa secreto en Colombia es una de las mayores acciones de la inteligencia encubierta desarrollada por Estados Unidos desde los atentados del 11 de septiembre del 2001.